Mientras Alena y Draco iban a la cena impuesta por Devon. Él se encontraba en su oficina revisando unos documentos, le gustaba su oficina en casa porque se sentía más cómodo trabajando ahí, pero ahora con los nuevos inquilinos no estaba muy seguro de seguir haciéndolo.
Fue en ese momento cuando Inés apareció con una bandeja en la mano.
–Le he traído un té, señor Lewis.
–Gracias, Inés –le sonrió –. Siempre sabes que traerme.
–Está bien –suspiró –. Sé que trabaja mucho.
Devon la vio inquieta, se conocían desde hace muchos años como para saber cuando a Inés le tenía algo que decir.
–Si tienes algo que decir, solo hazlo.
–No es gran cosa, señor.
–No me gustan los rodeos, lo sabes –le advirtió.
–Seré directa –aseguró Inés –. Y es que no entiendo por qué no se casó con la señorita Alena, es una joven preciosa y atenta, se interesa mucho por usted, siempre pregunta sobre sus gustos y lo que le gusta hacer, el otro día hasta sentí que estaba en un interrogatorio –sonrió, pero él no lo hizo –. Se veía fascinada cuando le conté sobre sus viajes y hasta me dijo que le daba un poco de miedo los aviones.
–¿Qué es lo que ha preguntado exactamente?
–No se ponga paranoico, señor Lewis –lo señaló –. Solo pregunta sobre sus gustos y esas cosas, está interesada en usted, aunque la haya casado con Draco, no entiendo nada de lo que hizo, ella se nota que es perfecta para usted, alguien joven, amable y dulce es lo que necesita está casa.
–Tengo motivos personales y Draco necesita ordenar su vida.
–Pero la señorita Alena no tiene que pagar los platos rotos –le indicó –. Recuerde como es Draco de malhumorado, la pobre chica va a necesitar unos tapones para oídos o se quedará sorda de tanto grito.
–Draco tiene prohibido hacerle eso y no creo que ella le dé motivos, se ve que es lista.
–Yo la veo linda.
–La has estado vigilando.
–Sí, pero le advierto que no hay necesidad, es una chica atenta y muy servicial, siempre está cerca sin que yo esté vigilandola.
–Aún así espero que estés cerca siempre.
–Y yo solo le pido que no sea indiferente con ella, por favor
–Lo tomaré en cuenta, gracias Inés.
Hacer las transacciones hasta ahora no había sido difícil, pero tener a Alena cerca era como tener una enemiga en su territorio, siempre había sido desconfiado, especialmente con los más cercanos, aunque la chica hasta ahora no había mostrado nada más que simpatía, tal vez cometió un error al dejarla con su hijo.
Alena.
Debía adivinar que la cena iba a salir mal desde el momento en que Devon lo propuso, lo tuve que confirmar después de los primeros quince minutos esperando a Draco en la casa, pero aún así estaba en la obligación de cumplir con lo que me pedían.
Cuando llegamos al restaurante, la mesa que había reservado ya estaba ocupada porque llegamos más de una hora tarde, Draco me miró nervioso, luego le pidió a la chica que nos consiguiera algo, pero se lo negaron, lo que provocó que hiciera un lío y por lío me refiero a que le gritó a la chica y lo que provocó que aparecieran los guardias, entonces tuve que hacer mi papel de niña triste porque no podíamos volver a casa y necesitamos que todos nos vean, Devon se sentirá decepcionado si esto no llega a pasar, el gerente intervino, nos pidió disculpas y nos dio una mesa, así es como terminamos en una mesa con una buena vista.
–No debí llegar tarde, no volverá a pasar –comentó cuando escogimos que pedir –. Es solo que tenía mucho trabajo.
–Está bien –contesté –. Trabajas con tu padre, en la empresa, ¿no es así?
–Sí, empecé hace poco, él quiere que aprenda de sus negocios para poder heredarlo.
–Eso suena bien, la empresa The Your es excelente, me encanta su ropa.
–Somos el número uno en ventas, los diseños y la calidad son únicas.
–Seguro tu lo sabes mejor, ves de cerca cómo se hace todo –le mencioné.
–Sí, así es, te puedo llevar un día si quieres –comentó.
–Eso me encantaría, me lo enseñas mañana.
–Ah… si, por supuesto, mañana te llevo.
Está cita no estaba mal, conseguí un pase a la empresa bastante fácil, nos trajeron la comida y yo me acomodé para verla, estaba sonriendo y le agradecí al mesero que se me quedó viendo unos segundos antes de alejarse.
–Eso que hiciste en la entrada –me habló Draco –. De ponerte a llorar, fue un truco para que nos dejarán pasar.
–Ni me hables de eso, no puedo creer que me pusiera a llorar –me cubrí la boca –. Fue tan vergonzoso.
–Pero el encargado se compadeció y nos dio una mesa, funcionó.
–No fue por eso –mentí –. Es que no me gustan los conflictos.
–Bueno, no me lo tienes que decir, si no quieres, pero me pareció…
–¡Draco!
Una chica rubia alta, delgada y muy guapa se acercó a él para abrazarlo, casi se le sube a las piernas, pero él intentaba poner distancia y me miraba.
–Hola Vanessa.
–¿Es cierto que te casaste? Por favor dime que no es cierto, eso no puede ser.
Él se aclaró la garganta y me señaló.
–Ella es mi esposa, Alena.
Al menos tuvo la cortesía, la chica me miró, obviamente no le gusto la respuesta.
–Pero eso no puede ser, ¿qué vamos a hacer sin ti? Ni siquiera tuviste despedida de soltero –le pasó la mano por el pecho.
Vale, esto es muy incómodo, él se la tomó y la hizo para atrás.
–Vanessa, mejor vete, seguro hay personas que te están esperando.
–Mis amigas, salimos a divertirnos, pero qué lastima que ya no nos puedas acompañar, ahora ya estás ocupado.
–Sí, lo estoy así que vete.
Sentí que se me revolvieron las entrañas cuando la chica le dio un beso corto en los labios, no sé quién es más descarado, él por permitirlo o ella por hacerlo frente a mí a propósito, aunque no podía esperar menos de Draco Lewis, una cena con gritos y mujeres, nada nuevo.
Me concentré en mi comida, no sabía qué se supone que tengo que hacer, lo normal sería que estuviera molesta, pero si lo hago, es posible que no me lleve a la empresa mañana, pero si no hago nada pensará que no me importa, aunque apenas nos estamos conociendo, se supone que yo no sé nada de él y aún no lo quiero… ¡Argh! No debería estar aquí, debería estar en casa al lado de Devon siendo su mano derecha para poder destruirlo, ¿qué hago?
–No debió hacer eso, es que no muchos saben sobre lo del matrimonio, ya sabes porque fue… de último minuto.
–Ya… entiendo.
–¿No estás molesta?
–Aammm… no lo sé, creo que aún estoy un poco triste –me limpié una lagrima del ojo –. Lo siento.
–No, no, no, es que… –se detuvo y miró a todos lados –... ¡Maldición! –murmuró varias veces –... ¿Quieres ir a otro lugar? ¿Se te apetece otra cosa? Puedes pedir lo que quieras.
–¡Drraaaaccoooo!
No puede ser, otra mujer.
No me equivoque, ahora era una chica de cabello n***o y corto de ojos claro, realmente era muy bonita, una chica cualquiera ya se le habría bajado la autoestima.
–¿Qué haces aquí? ¿Cómo estás?
Está vez Draco retrocedió cuando intentó abrazarlo, llegó a mi lado.
–Milly, hola, te presentó a mi esposa Alena.
Me pasó el brazo por el hombro, la chica primero me miró y luego me sonrió.
–Hola, soy Mileniall, pero todos me dicen Milly, no preguntes, mis padres son unos capullos.
Al menos está era amable.
–Hola, soy Alena, pero… –me guardé el comentario de no tener padres –. Todos me dicen Alena.
–No sabía qué te habías casado, Draco –mencionó –. Qué bonita eres, aunque no podría esperar menos de él, siempre que se ve a una chica tiene que ser noventa sesenta noventa, bonitos ojos, cabello precioso, rostro…
–¿Con quién vienes Milly.
–Con mi hermano, otro c*****o.
–Si, pero no deberías dejarlo esperando.
Se llevó las manos a la boca.
–Lo siento, estoy interrumpiendo, bueno, mejor me voy, pero no sin tu número –extendió su teléfono hacía mí –. Tenemos que hablar y te presentaré a algunas amigas, seguro será increíble.
–Aaammm… lo siento, es que yo… no tengo teléfono.
–¿Cómo que no tienes teléfono?
Miré a Draco, si tenía un teléfono, pero no era para ellos, ni para nadie, se supone que había llegado sin nada, que mis cosas me las iba a dar Devon, pero como me case con su hijo al cuál no le importo.
–Bueno, es que no tengo, lo siento.
–Draco… ¿cómo es eso que no dejas que tu esposa tenga teléfono?
–No, claro que no –titubeo –. ¿En serio no tienes teléfono?
Negué con la cabeza.
–¡Draco! ¡No tienes justificación! ¡Así de celoso eres!
–No, joder, claro que no, es que no… hemos tenido tiempo, se le arruino el anterior, amor iremos por un teléfono pronto, lo prometo.
–Ash… como sea, cuando lo tenga le das mi número –se levantó –. Y no seas celoso, ni tienes justificación, adiós Alena.
–Adiós.
Eso fue extraño, ¿Qué más me puede esperar con este hombre?