Capítulo 10

1595 Words
Narrador omnisciente Draco entró con Alena a la empresa, los empleados los observaban cuando caminaban por el lugar, Draco sabía que era por ella, Alena llamaba mucho la atención, era una mujer hermosa, no lo iba a negar, dijo que trabajaba en un club, se preguntó ¿Qué clase de Club tenía mujeres así? –¿Podríamos ver el lugar primero? La pregunta de Alena lo sacó de sus pensamientos. –Debo ir a la oficina a la oficina por unas cosas, luego te muestro el lugar. Ahora estaba intrigado por ella y sentía la necesidad de saber de dónde había salido con urgencia. –Está bien –le sonrió. Subieron por el ascensor y llegaron al primer piso, Alena veía todo con curiosidad, cuando llegaron a la oficina Mario abrió los ojos con asombro cuando vio a Alena. –Buenos días –saludó –. Señor Lewis sabe que el área de las modelos está en el tercer piso. –Es mi esposa, Mario. La declaración le salió tan natural que hasta él mismo se sorprendió de escucharse. –Ah, perdón –titubeo –. Un gusto conocerla, señora Lewis. Ella le sonrió y eso fue suficiente para que Mario viera a otra parte. –Tengo que hacer unas llamadas, quiero que la atiendas y que le des todo lo que necesite. –Si señor. –Regreso en un minuto –le hablo a Alena. –Esta bien. Draco se fue, parecía bastante misterioso, Alena hubiera sospechado de él desde el principio si no lo hubiera investigando antes y supiera de su fama de mujeriego y según la definición de su padre “bueno para nada”, no estaba lejos de la realidad porque solo se mantenía de fiesta en fiesta y ni tenía relación con los negocios de su padre a excepción que fuera a salir una colección y se tuviera que ligar a unas modelos, así que seguramente en este momento solo estaba escondiendo a sus amantes, no era algo que le interesará a Alena, después de todo no había ido con otro objetivo. –¿Desea que le traiga algo, señora Lewis? –le preguntó Mario. –Una taza de café, por favor. –Enseguida. Mario se apresuró a ir a la cocina por la taza de café, obviamente Alena no quería el café, pero necesitaba que Mario ya no la estuviera viendo, se levantó y camino por el pasillo buscando la oficina del director ejecutivo, sabía que Devon estaba ahí y toda su información, pero no podía entrar, a la oficina, había una secretaria al frente de la puerta y parecía que nunca iba a dejar su puesto, aunque Alena tenía más suerte de la que pensaba porque justo en ese momento apareció Devon desde el pasillo, la vio directamente a los ojos, era imposible no verla. –Alena. –Hola Devon –saludó con una sonrisa. Devon vio a todos lados, pero no vio a su hijo. –¿Dónde está Draco? –Dijo que tenía que arreglar unas cosas en su oficina –indicó –. Me aburrí de estar en la silla y decidí caminar un poco, espero que no sea una molestia. –Por supuesto que no –contestó él –. Candace deja pendiente la visita de hoy a producción y necesito que vayas a traerme una taza de café –se detuvo y miró a Alena –. ¿Quieres algo, Alena? –Café está bien, ne.gro sin azúcar. –Perfecto, dos tazas de café ne.gro, sin azúcar. –Sí señor. La mujer a su lado miró a Alena de mala gana, Alena no la conocía, pero parece que era muy cercana a Devon. –Alena, ven conmigo. –Por supuesto. Alena lo siguió a su oficina, siempre imaginó que era un lugar oscuro y pesado, pero al contrario era una oficina grande y con una gran vista hacía la ciudad, una biblioteca con varios libros, una pequeña sala, una alfombra, un escritorio con la computadora, así eran los grandes ejecutivos. –¿Ya has ido con Pierre? –No –contestó mientras veía los libros con curiosidad –. Apenas he llegado a la empresa. La forma de eliminar la presencia de Draco era impresionante. –Lo llamaré para que te atienda enseguida. –Muchas gracias –le sonrió –. Te gustan mucho los libros. –Sí, un poco. –Pedro Páramo, ¿es tu favorito? –dudó –. Tienes varias versiones. –Es un libro que hay que leer muchas veces para entenderlo. –No es difícil de entender como un tirano que le quitó las tierras a una mujer y luego la sacó de ahí para gobernar de forma cruel y despiadada. Alena esperó a ver su reacción, esperaba que hubiera un poco de ofensa, tal vez se identificaba con él, pero solamente la miró sin ningún gesto en particular. –¿Es lo que entendiste? –No, pero es parte de lo que sucede –mencionó –. Creí que te gustaba el tenis, pero no veo nada de tu deporte favorito aquí. Él miró a todos lados, fue una buena forma de Alena para cambiar el tema. –No soy tan fan –confesó –. Solo lo dije para sacar algo de plática, pero en realidad estoy muy ocupado. –Si, puedo entenderlo –comentó ella –. Manejar una empresa debe ser demasiado difícil, especialmente si lo haces solo, si yo pudiera ayudarte lo haría, sé que solo estoy aquí por el contrato, pero estoy acostumbrada a trabajar. –Scorcone te dijo que te metieras aquí. –¿Qué? –Ella abrió los ojos con sorpresa, negó rápidamente con la cabeza –. No, por supuesto que no, lo siento mucho si eso te dí a entender, es solo que no estoy acostumbrada a no hacer nada, desde muy pequeña he trabajado y siempre estoy ocupada, pero lamento mucho si cree que estoy aquí como una espía, no quise dar esa impresión, no lo volveré a mencionar. Devon la observó, sintió que estaba demasiado lejos de ella, así que dio pasos largos y la tomó del brazo, ella desvió un poco la atención por la fuerza que había ejercido, pero él la tomó por la barbilla para que lo viera directamente a los ojos, lo entendió e intentó no apartar la vista aunque tenerlo tan cerca le daba algo de miedo, tal vez no era tan valiente como se lo había imaginado antes, tener tan cerca al hombre que prácticamente acabó con su vida, no era nada agradable. –No me gustan los mentirosos. Ella podía decir que a nadie le gustaban, pero la voz no le salió, no podía decir nada y ni siquiera moverse, no había escapatoria, aunque la ayuda llegó de afuera cuando la puerta se escuchó y Devon la soltó para dar permiso para pasarán, era Candace, la asistente de Devon que traía el café. –Señor, aquí tiene su café –mencionó. –Déjalo en la mesa. Alena se había alejado unos pasos, se estaba tocando la barbilla, aún sentía la presión de los dedos, le tomó un segundo recuperarse antes de que Devon le ordenará tomar su café para ir a ver al diseñador, ella le obedeció, casi se le olvidaba que en realidad para eso la habían enviado ahí, para seguir las órdenes de Devon. –Pierre debe estar esperándote, vamos. –Sí. Apenas lo dijo cuando lo siguió, a diferencia de ir con Draco, los empleados no la miraban ahora, a ese grado era el temor que le tenían a su jefe, bajaron por el ascensor hasta llegar al departamento de diseño, habían algunas chicas y chicos jóvenes trabajando, pero solo uno llamó la atención. –Señor Lewis, al fin viene, lo he estado esperando toda la mañana –se detuvo cuando vio a Alena entrar –. No puede ser, pero quién es está preciosa mujer. –Pierre, te presento a Alena –indicó –. Te había dicho que le tuvieras unos diseños listos. –Pero a esta niña le puedo poner una bolsa de basura y se vería espectacular, es preciosa, ¿eres modelo? Ella iba a responder cuando Devon lo hizo. –No lo es y no quiero que le hagas preguntas de ese tipo. –Pero qué clase de lugar existe que no ha tomado en cuenta a esta niña para ser modelo, el mundo de la moda es un desastre, una basura, inservibles. –Pierre, solo limítate a tu trabajo. –Ay bueno –suspiró –. Ven conmigo, hermosa. Alena se sintió un poco aliviada cuando Pierre la alejó de Devon, debería sentirse mal, pero al menos necesitaba un minuto para recuperarse. –El señor Lewis dice que no debo preguntarte nada, pero me causa mucha curiosidad no saber por qué ninguna agencia de te ha contratado como modelo, eres preciosa. –Muchas gracias, señor Pierre. –Oh no, solo Pierre, por favor. –Es un honor para mí decirle su nombre y conocerlo, admito que me encantan todos sus diseños, soy su fan, lo he seguido desde su primera colección en Noviembre del dos mil uno, fue preciosa. –Con razón eres tan linda, si me sigues. El hombre se dedicó a darle la ropa para que se la probará, todo le quedaba muy bien, Alena modelo parte de la mañana para su departamento y entre ellos quien la observaba era Devon, aunque por otro lado Draco cuando finalmente salió de la oficina no vio a su esposa.
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