Capítulo 12

1420 Words
Por el reflejo de la puerta del ascensor vio a los ojos verdes de Alena, se dio la vuelta y las miradas se cruzaron, fue ella quien bajó la mirada. –Lo lamento, solo quería… saber en dónde ibas a estar –improviso –. Se supone que venimos juntos y no sé cómo encontrarte. Draco la miró, parecía sincera, su gesto era muy expresivo para poderlo fingir y sus palabras muy improvisadas. –Trabajarás con Pierce. –Necesitaba una asistente, parece que tuvieron problemas con la última –mencionó –. Es solo para que tenga algo que hacer. Ella lo hace ver algo informal, pero ser la asistente de Pierce siendo el principal diseñador de la ropa y quien tiene acceso a toda la empresa es bastante importante. –¿Cuándo empiezas? –Ahora me están dando alguna ropa con la que puedo venir a trabajar, pero si necesitas que haga algo contigo, le avisaré a Pierce. Draco sabía que ahora mismo empezaba, había convenido a todos de tal forma que le habían dado un trabajo inmediato, no podía creerlo, algo por lo que él luchó muchos años y a ella incluso le habían dado un mejor trabajo, seguro hizo algo muy bueno para impresionar a Devon. –Sabes, vas a necesitar ese teléfono, iré por uno ahora mismo –comentó. –Te puedo acompañar. –Seguro Pierce se vuelve loco si te vas solo así, ve con él, yo iré por el teléfono y te lo traeré para que podamos comunicarnos –mencionó presionando el botón del ascensor –. Ya sabes, para que puedas llamarme y llevarte a la casa. Alena le quería decir que no tenía por qué hacerlo, pero él entró al ascensor y desapareció, cuando descubrió a los Lewis se prometió que no tendría compasión por ninguno de ellos, que los destruiría sin importar nada, pero al ver la forma en que Draco se había ido, al escuchar las crueles palabras que Devon le dijo, sintió un poquito de compasión hacía él, no conocía su historia, pero seguramente ese era el trato que tenía siempre, sabía que su madre había fallecido, así que no tenía idea de cómo sería su relación, pero si fue mejor, que lástima que le hubiera quedado peor padre, ella volvió con Pierce, creyó que iba a ser más difícil de manipular, pero parece que era tan sencillo, ni siquiera ella tuvo necesidad de hacer la propuesta, solo colocó la idea en la cabeza de Pierce y no tardó ni dos segundos en exteriorizarla, ahora estaba dentro de la empresa, esto iba más rápido de lo que esperaba. Por otro lado, Draco salió de la empresa cuando llamó a Kendall para verse en el Green, era un lugar discreto y necesitaba un trago. –Tan mal te va en tu matrimonio –comentó Kendall cuando lo vio –. Es una acosadora loca, esas mujeres guapas siempre son el diablo, entre más alta la belleza, más loca está. –Deja de hablar de mi esposa, Kendall –se quejó Draco, ahora mismo no quería mencionarla. –Nunca imagine que fueras a decir esas palabras, no puedo creerlo –comentó mientras bebía su trago –. Te ves devastado, mantenerte en casa es demasiado, ¿qué tal si salimos? –Eso hacemos ahora. –No así, quiero decir, de noche, en una fiesta, pero sin pareja –aclaró Kendall –. Está noche, te averiguó algún coctel para disimular. –Kendall, solo necesitaba un trago por eso te llame. –A mediodía, eso significa que estás muy mal. Ambos se quedaron callados, Kendall lo veía con curiosidad, habían sido amigos desde hace tiempo, así que conocía la mayor parte de su vida. –Mi padre no me quiere en la empresa, no me deja involucrarme en nada, ni hace nada, estoy cansado. –Mierda –suspiró Kendall –. ¿Y qué se supone que hará con la empresa cuando se muera? –cuestionó –. Para eso estás tú, para eso nos tienen a nosotros, para que nos hagamos cargo de su dinero, propiedades, de su ego. Kendall era el gerente de ventas de la empresa de su padre, a pesar de pasarla de fiesta y tener varias mujeres, era un tipo bastante responsable, obviamente su padre le había tolerado algunas barbaridades en el pasado, pero lo habían superado y Kendall cumplía con sus responsabilidades, pronto lo nombrarían vicepresidente, así que iba por buen camino. Al terminar de comer y beber Draco salió a la tienda de teléfono y compró uno, también compró una tablet y pidió que le colocarán los programas necesarios, al menos para que Alena tuviera todo lo necesario, al regresar a la empresa eran cerca de las tres de la tarde, fue directo al departamento de diseño donde Pierce estaba tomando unas medidas a una chica, vio a todas partes, pero Alena no se encontraba. –¿Dónde está Alena? –preguntó directamente. –Que Alena sea tu esposa, no quieres decir que tengas la entrada libre para venir aquí –le advirtió Pierce –. Te advierto que no te puedes meter con ninguna de mis modelos, ahora llevas el repelente –le señaló el dedo con el anillo –. Vete de aquí, shu, shu. –Vengo a dejarle unas cosas, necesito ver a Alena –le aclaró. Pierce vio la bolsa en sus manos, lo dudó, pero al final lo aceptó. –Bueno, está en la oficina, le pedí que me organizará unos cuadernos, te quiero ver que vas derechito para allá, nada de desvíos que te vigilo –lo amenazó. Draco solo dio una respiración profunda, si tuviera la oportunidad obviamente se colaría a al departamento de diseño, pero Pierce parecía su archienemigo, siguió caminando hasta que llegó a la oficina, en cuanto abrió la puerta y le señaló a Pierce que estaba entrando escuchó el sonido de algo caerse, lo hizo girar y vio a Alena con unos cuadernos en el suelo, al parecer se le habían caido. –Draco, eres tú –suspiró –. Me asustaste. Ella estaba nerviosa y eso era sospechoso. –Pierce dijo que estabas aquí organizando unos cuadernos –señaló. –Sí –sonrió ella –. Sí, si, por supuesto, estaba organizando los cuadernos, pero ya se me cayeron. –Está bien, yo te ayudo. –No te preocupes. –Solo es un segundo. Ambos terminaron en el suelo recogiendo cuadernos del suelo, demasiado cerca para su gusto, se miraron mientras murmuraban monosílabas hasta que se pusieron de pie dejando los cuadernos en el escritorio. –Gracias –expresó Alena. –Supongo que ahora te tocará ordenarlos de nuevo –señaló Draco. –Sí, pero lo haré más rápido está vez, seguramente. –¡Ah! Te traje el teléfono –recordó él tomando la bolsa –. Y también te compre una tablet, le pedí que le instalaran todo lo que fuera necesario, así que seguramente te servirá mucho. –Muchas gracias. –Espero que no te importe, pero dejé mi número de teléfono, estaré en mi oficina, cuando salgas me llamas y podemos irnos a la casa –propuso él. –Solo será hoy, si quieres mañana nos venimos cada quien por su lado, no quiero molestarte con esas cosas –mencionó Alena. –No es ninguna molestía, solo llámame cuando salgas, de acuerdo. –De acuerdo, gracias. Miró a todos lados, la oficina se veía totalmente normal, bueno, lo suficiente para saber que era de Pierce. –Ya me voy, espero que logres ver lo del… –señaló los cuadernos –. Eso. –Sí, lo haré ahora mismo. –Me llamas. –Lo haré. Alena vio a Draco salir de la oficina y volver a cerrar, casi la atrapaba intentando entrar a la computadora, pero aún no tenía la contraseña, pedirla sería demasiado sospechoso, era mejor esperar a que Pierce se la entregará, vio la bolsa y sacó el teléfono, ya estaba encendido, buscó en la agenda y ahí estaba el número de Draco, había sido muy considerado de su parte hacer todo eso por ella, otro estaría molesto, especialmente porque una mujer había conseguido un trabajo más eficiente, se metió a la imagen que tenía, era una foto de él sonriendo y ella sonrió al verlo, obviamente una persona como él tendría una foto suya, estaba buenísimo, de pronto reaccionó y negó con la cabeza, ahora no podía pensar en eso, dejó las cosas y volvió a lo suyo.
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