Capítulo 7: Sensaciones extrañas

1860 Words
Por la mañana, Gavin se encontraba sentado en uno de los taburetes de la elegante cocina mientras Raymond preparaba el desayuno. Por más que intentaba, la escena no le resultaba familiar. A pesar de la ansiedad y las inseguridades, era agradable que aquel hombre cuidase de él. ¿Sería siempre así? ¿De verdad eran una pareja estable? Esperaba que sí, porque si estaban prometidos quería decir que se amaban y se respetaban. No se casarían si fuera lo contrario. El matrimonio era un importante paso que no se tomarían a la ligera. Aunque podría decir que había cierta frialdad entre ellos, Gavin le echaba la culpa a su falta de memoria, a lo mejor Raymond solo se estaba mostrando precavido para no asustarlo. —¿Qué te preocupa, Gavin? La voz de Ray lo sobresaltó un poco. —Estaba pensando lo terrible que tiene que ser esta situación para ti. Murmuró Gavin. Convencido que si la situación fuera al revés, Gavin seguro no lo estuviera tomando con tanta calma como él. —¿Qué quieres decir? Él clavó sus grisáceos ojos en él, le encantaba el color de sus ojos. Todo en él era hermoso, sin duda, pero sus ojos… >>—Dime por qué crees que esta situación es horrible para mí. —Bueno… Yo solo… Intentó ponerme en tu lugar, tiene que ser horrible que alguien a quien quieres se olvide de ti, yo creo que me sentiría… Rechazado. —¿Te preocupa que me sienta rechazado? Sonrió él. —¿No es así? Gavin odiaba su falta de confianza, no solo le habían robado la memoria, también la fe en sí mismo, se sentía como un niño. —Tú no has podido evitar lo que ha pasado, Gavin, si me sintiese rechazado o dolido… Sería un mezquino. Frunció el ceño, él no podía imaginarlo así… Peligroso e imponente. Sí. Pero no mezquino. ¿Le tenía miedo? Se preguntó, lo miró fijamente una vez más, la respuesta llego rápidamente. No, no era él quien le daba miedo, sino la idea de haber tenido relaciones íntimas con un hombre como él y no recordarlo. —Ojalá pudiera recordar algo, lo que fuera, pero por más que lo intento lo único que consigo es un dolor de cabeza. —Y eso es precisamente lo que el médico ha dicho que no debes hacer, tienes que olvidarte de todo y concentrarte en recuperar las fuerzas. —Gracias por tener mucha paciencia conmigo. En un impulso, tomó una de sus manos y la apretó. Él hubiera preferido darle un beso, pero se encontraba al otro lado de la encimera. ¿Cómo serían esos labios contra los suyos? Sus manos recorriendo todo su cuerpo, hacer el amor… Él solo lo miró, y por más que lo intentó no pudo descifrar nada en su mirada. Su pequeño momento íntimo fue interrumpido por el teléfono de él. Poco después se encontraba nuevamente en su habitación. Observó todos los detalles, pero no podía dar con nada que le diera una pista de su personalidad. La habitación era elegante, con muebles de muy buena calidad. Sin embargo, ni un portarretrato, nada que indicara que en realidad él viviera aquí. Durante la noche Raymond no había dormido con él, pero esta era la habitación principal del apartamento. El closet estaba lleno de ropa de ambos, perfectamente ordenada, planchada y doblada. Gavin miró la chimenea, que era falsa. Solo un adorno rústico, sería tan bonito si fuera verdad; sin embargo, aquí no hacía falta porque había calefacción. De modo que el suelo estaba siempre climatizado. Se alegraba porque no le gustaba llevar zapatos en casa… No me gusta llevar zapatos en casa>> Casi gritó de alegría, ¿Había recordado algo sobre sí mismo?, intentó tirar del hilo para recordar algo más, pero el esfuerzo le provocó una nueva jaqueca. Le habían advertido que no se esforzara tanto por recordar. Pero estaba ansioso, tal vez si buscaba otras cosas que le dieran algún flashback podría recuperarse más rápido. Comenzó a revisar los cajones de las cómodas. Ropa y más ropa, y toda perfectamente doblada ¿Por qué le extrañaba tanto que todo estuviera impecable? ¿Él era desordenado? Al no encontrar nada de interés comenzó a buscar entre las mesillas de las cómodas, se sonrojó al abrir una caja plateada y encontrar una gran variedad de juguetes sexuales. Tales como tapones anales de muchos colores y tamaños. Su pene se puso duro como una roca. Esta era una prueba fiel de que tenía una habida vida s****l con este hombre. Guardando todo eso y tomando una respiración profunda para calmarse, siguió verificando. Continuó en el guardarropa. Con cuidado de no lastimarse el brazo herido, se subió en uno de los bancos para alcanzar las cajas que estaban en la parte superior. Todas eran de zapatos, sombreros, y otras cosas. Pero al fondo de todas encontró una que le llamo la atención, era una pequeña cajita de madera. Con cuidado la tomó y decidió sentarse ahí mismo sobre la alfombra del vestidor, quién sabe qué secretos descubriría, ¿Por qué estaba oculta? Lo primero que encontró fueron fotos. Bastantes, de niño. De sus hermanos. De otros jóvenes que supuso eran sus amigos en el instituto. Sonrió tras pasar cada imagen. Se le hizo interesante una donde se encontraba con otros dos hombres. Vestidos con trajes, no debió de haber pasado mucho tiempo desde esa. ¿Sería de cuando trabajaba en Griffin y Asociados? Lo más extraño es que foto tras foto no había ninguna de él y Raymond juntos. Una en particular le llamo la atención, había un grupo de hombres y mujeres. Todos vestidos con camisetas rojas, pero lo que en verdad capto su interés. Fue que a un lado de él se encontraba el hombre pelirrojo del hospital… Andrew. Confundió, dio la vuelta a la foto, había un mensaje escrito a lápiz. Te extrañamos, nada es lo mismo sin ti, sé que tu vida es otra ahora, pero nos haces falta. Andrew. Gavin no entendía nada. No sabía quiénes eran estas personas. Pero en el fondo de su corazón sabía que eran importantes para él. Devolviendo la foto a la caja. Saco una bolsita negra de terciopelo. Al vaciar el contenido contuvo el aliento. Varios recortes cayeron en su regazo. Eran imágenes de periódicos y revistas. En todas aparecía Raymond. De verdad ahora estaba más pedido que antes. ¿Por qué tenía recortes y no fotografías de ellos? A lo mejor eran antiguas, de antes de que ellos comenzaran con su relación. Tomó una donde él estaba con un elegante traje de tres piezas color gris oscuro. Al pie de la foto decía “Raymond Griffin en inauguración del Restaurante de la Familia Priss” según la fecha eso hacía solo un mes atrás. ¿Por qué no había ido con él? Si eran pareja era lógico que acudieran juntos a esos eventos ¿No? Con cuidado volvió a colocar todos los recortes en la bolsa. El dolor en sus sienes se hizo más profundo. Sabía que debía detenerse ya, pero, aun así, abrió la agenda roja que estaba también ahí. Paso sus dedos por las páginas dando un vistazo. Tenía fechas personales apuntadas. Cumpleaños de sus hermanos. Aniversarios de sus padres. Encontró la fecha de cumpleaños de Raymond. Pero nada sobre eventos importantes. Salvo uno, había un día marcado con las letras “LPLV”. Una hora y una dirección. Fuera lo que fuera eso, sería en dos días. Tal vez si asistía descubriría más cosas sobre sí mismo. Decidiendo que ya era suficiente por ese día. Guardó todo con cuidado y volvió a colocar la caja en su lugar. Después de comprobar que todo estaba en orden. Decidió buscar algo que hacer. No quería regresar a la cama. Tal vez si consiguiera un libro podría distraer a su aturdido cerebro por un rato. Al lado del dormitorio principal había un estudio. Evidentemente, el sitio en el que Raymond trabajaba. Aunque el apartamento en general le había parecido elegante y para nada cómodo para él. El estudio sin duda sacaba a relucir el estilo de Raymond. Los muebles eran grandes y masculinos. Con estanterías llenas de libros y un gran escritorio de caoba. Se detuvo explorando en la estantería, buscando algo que le gustara. Cuando encontró un título que le llamo suficiente, la atención lo tomó. Antes de salir, un portarretrato encima del estante cerca de su escritorio llamo su atención. Se aproximó e intentó que la desilusión no lo embriagara, pensó que era una foto de ellos juntos. Pero no, se había equivocado. Era una imagen donde mostraba a un joven Raymond vestido con una toga y birrete de graduación. Suponía que era cuando él se graduó de la universidad iba a tomar el delicado cuadro en sus manos cuando la voz furiosa de Raymond lo sobresalto. —¿Qué haces aquí? Girándose lo vio en el quicio de la puerta —¡Me asustaste! Exclamó sorprendido. —Te he preguntado qué estás haciendo. Repitió él, con expresión furiosa. —Viene a buscar algo que leer. Contestó él mostrándole el libro que sujetaba con su brazo enyesado. >>— Pensé que no te importaría que tomara alguno… Raymond lo miraba con tal expresión de ira, que lo hizo detener su explicación ¿Por qué sentía que había hecho algo malo? >>—Lo siento. Solo estaba intentando distraer mi cerebro con algo, pero no volveré a tocar tus cosas, no te preocupes. Consiguió decir, caminando con piernas temblorosas, dejo el libro sobre su escritorio, lo acomodaría en su lugar. Pero lo cierto era que lo único que necesitaba era escapar y Raymond estaba a medio camino hacia la estantería. No quería ir ahí, así que camino hacia la puerta e intentó no acercarse demasiado a Raymond ¿Por qué estaba tan enojado? No lo comprendía y no quería pensar en ello, así que mejor salió del estudio para que él no lo viera llorar. Raymond masculló una palabrota. Estaba furioso consigo mismo. Había reaccionado como un estúpido. Pero verlo en su despacho lo había puesto en guardia inmediatamente. Apoyando los codos en el escritorio. Enterró la cara entre las manos. Estaba tan estresado. Tal vez Vicent tenía razón, simplemente debería de mandarlo con su familia y lavarse las manos, ya ni siquiera estaba seguro si quería desquitarse de él y de Andrew. Debería pasar página y que ellos hicieran lo que quisieran con sus vidas. Raymond tenía que seguir adelante, en honor a la verdad, estos días había tenido tiempo para reflexionar. Tratar de aprovecharse de la condición de Gavin ahora que no podía siquiera defenderse o excusarse por sus acciones no le parecía honorable, lo había estado observando, lo sentía tan perdido, asustado y vulnerable. Estaba contando las horas para poderse retirarse a la casa en los suburbios. Estar al aire libre durante algunos días le sentaría bien. Por eso estaba trabajando tanto para dejar todo listo, había muchas cosas que preparar antes poder viajar, todavía tenía infinidad de llamadas que realizar, pero aun mientras lo pensaba estaba levantándose para pedirle disculpas a Gavin.
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