Capítulo 5: Confusión.

1420 Words
Tres días después, Gavin se encontraba sentado en una silla de ruedas. Sujetaba la manta que su madre le había colocado sobre sus piernas. Raymond estaba a su lado. Escuchando atentamente las instrucciones del médico. Todo había sido muy raro y muy rápido para su gusto, sus padres y uno de sus hermanos se presentaron en el hospital. Pero su memoria seguía sin recordar nada, estaba comenzando a ahogarse en sí mismo. Su madre le enseño infinidad de fotos de él, de su familia, de su casa. Pero no supieron arrojar luz en cuanto su relación con Raymond, ¿Por qué no le había contado eso a sus padres? Al parecer, toda su familia pensaba que él seguía trabajando como asistente en la constructora de Griffin y Asociados. Para ellos fue una sorpresa enterarse de que no era así, que hacía meses que había dejado su trabajo y mantenía una relación con su exjefe. Nada de esto tenía sentido. Por las fotos que ellos le mostraron, se dio cuenta de que mantenía una relación muy estrecha con su familia. ¿Por qué los había dejado fuera? ¿Por qué ocultarles algo tan importante como su relación? Ellos no se sorprendieron de que su prometido fuera un hombre. Desde los dieciocho sabían de su inclinación s****l y lo apoyaban plenamente. Esa era otra de las razones por la cual se sentía culpable, ¿Por qué mantenerlo en secreto? Todo esto estaba comenzando a producirle migraña. Raymond empujó la silla de ruedas hacia la entrada del hospital y, cuando salieron a la calle, Gavin parpadeó, cegado por el sol. Había una limusina aparcada en la puerta, levantó la vista para mirar a sus padres, sus ojos se llenaron de lágrimas. Esta era la despedida, no era como si no volvería a verlos, pero no estaba listo para decirles adiós. —Mi niño hermoso. Su madre lo abrazó. >>—No estés triste mi corazón, tu novio ha prometido llevarte al rancho. Ella disimuladamente le dedico una mirada a Raymond. Aunque ella trató durante este tiempo mostrarse cortes y amable, era obvio para todos que él no le gustaba para nada. —Los extrañaré. Dijo él abrazando a su Padre. >>—Tengo tantas preguntas más que hacerles. Él había querido saberlo todo sobre su vida, pero el médico les aconsejo no sobrecargarlo con tanta información. —Estamos seguros de que, en el rancho G, podrías recuperarte del todo. ¿Seguro que no quieres venir con nosotros? Su padre insistió, Gavin levanto la vista. Raymond tenía una mirada ilegible, pero por la forma en que apretaba la mandíbula, le indicaba que no le parecía para nada la insistencia de sus padres de llevárselo. Había sido una larga discusión. Sin embargo, al final Gavin decidió quedarse en Nueva York. Después de todo, aquí había sido su vida durante los últimos años. Tal vez si volvía a su rutina diaria lograría recuperar la memoria. —En cuanto esté recuperado de sus lesiones, los visitaremos. Dijo Ray tajante. Después de la despedida, Raymond lo ayudó a subir a la limusina. Unos minutos después. El lujoso coche se deslizaba por las calles de Nueva York, la ciudad le resultaba familiar, podía recordar algunas tiendas, algunos edificios. Pero lo que faltaba era la idea de que aquel era su hogar, su sitio. ¿No había dicho Raymond que vivían allí? Se sentía como un artista frente a un lienzo en blanco, pero sin la habilidad de pintar retrato alguno. Minutos después, la limusina se detuvo frente a un moderno y lujoso rascacielos que no despertó en él ningún recuerdo. Pero cuando se abrieron las puertas del ascensor, durante un momento brevísimo fue como si estuviera a punto de recordar. A punto de rasgar el velo oscuro que lo apartaba de su pasado… —¿Te encuentras bien? Te has puesto pálido. Raymond lo sujetó de un brazo, como evitando que cayera al piso. —Ya he estado aquí. Susurró con voz temblorosa. —¿Has recordado? Preguntó Ray, Gavin negó con la cabeza. —No; sin embargo, me resulta familiar. —Aquí es donde vivimos… Es natural que lo recuerdes. Afirmó Ray. Gavin arrugó el ceño. Se daba cuenta de que allí pasaba algo raro. Pero no quería preguntar, lo haría en otro momento, cuando se sintiera más seguro, aunque no sabía si algún día sucediera eso. Al entrar en el lujoso apartamento fueron recibidos por una mujer joven y atractiva, rubia que puso una mano en el brazo de Raymond en un gesto que a Gavin le resultó demasiado familiar. —Bienvenido a casa, señor Griffin. He dejado todos los contratos que necesitan su firma sobre el escritorio del estudio y también me he tomado la libertad de pedir la cena. Después de decir eso miró a Gavin de arriba abajo. Una mirada que lo hizo sentir pequeño e insignificante. —Gracias, pero no deberías haberte molestado, además esos contratos podría haberlos firmado mi hermano, yo estoy tomando unos días libres. La voz de Raymond fue dura, pero no fue grosero, miró hacia él. >>—Gavin, te presento a Alissa Bell, mi asistente. Supo inmediatamente que ella había sido su remplazo después de que él dejara el puesto. Podría ser gay, pero eso no impedía admirar la belleza femenina. Y la señorita Bell era una mujer despampanante. Si no fuera porque sabía que Raymond era gay. Podría llegar a sentir celos. —Encantada de volver a verlo, señor Hill ¿Por qué el tono de ella era desdeñoso? >>—Imagino que tendrán muchas cosas que contarse, así que me voy. Dijo ella con una sonrisa muy falsa. >>—Llámeme si necesitas algo y vendré enseguida. —Gracias. Dijo Ray. La rubia se alejó. Sus elegantes tacones repiquetearon sobre el suelo de mármol. Raymond se giró hacia Gavin. >>—Deberías irte a la cama. —No, por favor, estoy cansado de estar acostado, me siento bien. La escayola y el golpe en la cabeza estaban sanando bien. En unos días le quitarían los puntos. Y con el yeso duraría un par de semanas más. —Entonces deberías tumbarte en el sofá. Te llevaré una bandeja con algo de comer. El tono de voz de Ray era tan… Frío e impersonal, pero, aun así, lo dejó que lo llevara al sofá y lo cubriese con una manta. Estos días se había mostrado reservado, casi distante. Pero imaginó que, si fuera al revés, si él lo hubiese olvidado, tampoco sabría bien qué hacer. Raymond salió de la habitación y volvió unos minutos después con una bandeja. >>—Estaré en mi estudio tengo que trabajar un rato, debo dejar todo listo antes irnos de la ciudad, no dudes en llamarse si necesitas algo. —¿Iremos a Wyoming? Preguntó ilusionado, deseaba más que nada conocer el rancho donde había crecido, tenía la esperanza que ahí recuperaría su memoria. —No era ese el destino que había pensado para nosotros. Explicó Raymond, Gavin enarcó una ceja. —No entiendo. —Había supuesto que nos quedásemos aquí unos días, pero creo que nos vendrá bien un poco de calma. Tengo una casa fuera de la ciudad, será perfecto pasar una temporada ahí. No puedo hacer un viaje largo en este momento, la casa en los suburbios nos dará algo de paz y tranquilidad, y me permitirá estar al pendiente de la oficina si hace falta. Gavin intentó ocultar su decepción. Pero no podía ser egoísta, Ray necesitaba trabajar. Bastante había hecho el hombre con cuidarlo estos días en el hospital —¿Cuándo nos vamos? Preguntó, Gavin miró alrededor, entonces cayó en cuenta de que no había notado tanto lujo. >>—¿Eres… millonario? ¿Por qué no se había dado cuenta antes? Los caros trajes, la limusina, el edificio… —Mi familia posee una empresa constructora, no debería de extrañarte. —¿Y cómo…? ¿Cómo nos conocimos tú y yo? La pregunta le pareció tonta, ya le habían contado que él había sido su asistente personal. >>—Quiero decir, ¿Cómo fue que pase de ser tu asistente a tu novio? —Descansa ahora. Murmuró Raymond. >>—Ya habrá tiempo para hablar, duerme un poco. Nuevamente, la sensación de que algo no estaba bien lo asalto. Pero decidió que por ahora dejaría el tema, pensar, le dolía demasiado, iría poco a poco, el mundo no se hizo en un día, y una vida de veinticinco años no sería contada en una hora.
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