Discusión

1328 Words
*** Adriano *** —¿Qué se te ofrece Nial? —inquiero, frunciendo el ceño. —Tu madre necesita verte en su oficina —comenta, mirándome de forma fija. Suelto un suspiro de exasperación, esperaba que no fuese por retornar el compromiso con la hija de los Kiev, porque eso sería el colmo. Me levanto, ignorando a Nial, para dirigirme a la oficina de mi madre. ¿Por qué tengo un mal presentimiento? Cuando llego a su despacho, me aclaro la garganta, mostrando un semblante hosco. —¿Me necesitabas? —pregunto, sin una pizca de indulgencia. Sus ojos se torna más brillantes. —Siéntate, tenemos que hablar. —Me señala la silla frente a ella. —Te escucho. —Tomo asiento, dedicándole una mirada de interés. —He decidido que retornan la boda —acota, acomodándose un mechón de cabello—, pero esta vez no será con la hija de los Kiev. Frunzo el entrecejo, supuse que mi madre andaba estableciendo alianzas con otros clanes, luego del ataque que le hicimos a los rusos. Sin embargo, ahora sé qué debo encargarme de despacharla, así tal cual hice con esa niña mimada de los Kiev. —¿Supongo qué pertenece a La Organización? —deduzco, colocando un dedo en mis labios. —¿Lo dudas? —Mi madre me observa de manera despectiva—. Por supuesto que pertenece a la organización. Ella siempre ha sido de las personas que se reservan algo, por lo que no es simple sacarle información sobre algún tema en particular. Tengo que estar indagando para obtener lo que quiero saber. —Sé que será un buen partido para ti —murmura, con un gesto de satisfacción. Suspiro. —¿A qué no adivinas quién decidió hacer alianzas con nosotros? —Suelta una carcajada, rodando los ojos—. Los rusos. La noticia me toma por sorpresa. —Los españoles le han estado jodiendo el negocio —aclara, entrelazando sus manos—. Por lo que la mismísima Alessia me ha pedido que establezcamos lazos de amnistía. ¿Qué te parece? De ninguna manera haría alianzas con esas artimañas. —¿Qué les dijiste? —cuestiono, fingiendo estar atento—. ¿Me supongo qué te negaste? Ella niega con la cabeza. —Te casarás con Ksenia Kuznetsova, la sobrina de Alessia. —Mis ojos se expanden, aguantando las ganas de soltar una serie de maldiciones. ¿Acaso se ha vuelto loca? Esa niña ni siquiera sabe amansar un imperio. Una cobarde que solo usa a su tía para hacer el trabajo sucio. Y ni siquiera, se sabe defender por su cuenta. Cuando deseo que por fin voten en su contra para ser desterrada del cargo. —¡¿Qué?! —espeto, conteniendo la furia—. ¿No pudiste conseguir a alguien mejor? Y supongo qué querrás hacer lo mismo que con los Kiev. —añado—. Apresurar la boda. Estoy seguro que esto se trata de un mal chiste. De ninguna manera, me casaré con ella. Puedo ver qué mi madre se deleita con mi humillación, coloco los codos sobre el escritorio, sabiendo lo mal que me haría sentir esta situación. —Los españoles se están convirtiendo en una amenaza —recalca, sacudiendo la cabeza—. ¿Quieres qué nos pase lo mismo que a los rusos? Debemos detenerlos antes de que se apoderen de lo nuestro. Tiene razón, aunque eso solo es un pretexto. —¿No existe otra solución? —pregunto, esperando una respuesta favorable—. ¡Porque no me casaré con esa niña! Mi madre se sorprende cuando le alzo el tono, nunca le había llevado la contraria ni tampoco hablarle de esa manera, pero este asunto se está volviendo incómodo. No obstante, a ella no le parece una respuesta agradable. —No tienes otro remedio, te casarás con la hija de los Kuznetsov —decreta, golpeando la mesa—. Yo me encargaré de los preparativos de la boda que se realizará en unas semanas. Y te agradezco que no trates de interferir. Deduzco que tiene la sospecha sobre la interrupción espontánea de mi compromiso anterior. —¿Ella está al tanto de está situación? —indago, aunque no me interesa lo que piense. —No, Alessia se lo ha reservado por el momento —responde—. Se lo dirá el día de la reunión para que se conozcan. Seremos los anfitriones, así que ve preparándote para conocer a tu futura esposa. Cada vez me sorprende más, haciendo cosas sin contar mi opinión. —Volveremos a hablar sobre lo que vamos a hacer. —Toma su teléfono para hacer una llamada—. Y te lo repito, espero que no estés planeando algo para deshacerte de la chica, como lo hiciste con la hija de los Kiev. Asiento sin rechistar, retirándome de la oficina. Nial espera por mí, en las afueras de la oficina. A juzgar por la expresión en el rostro de miedo, creyó que pagaría las consecuencias de los actos con él. Una sensación de impotencia me consume de forma lenta. Siento la necesidad de tomar un arma y asesinar en este instante a alguien. Camino hasta mi oficina, necesito con urgencia un trago, o siento que me consumirá la angustia. —Por lo visto la conversación no fue muy agradable —dice Nial, siguiéndome los pasos. Le dedico una mirada de odio. —¿Te parece agradable qué me case con el enemigo? —siseo—. Quiere obligarme a casarme con la sobrina de Alessia. Nial resopla. —Dannazione! Discúlpame, pero creo que tu madre ha perdido la noción —esclarece—. Bueno, hay que hacer un buen trabajo, como se hizo con ya sabes... (Maldición) Detesto su humor de payaso. Me dirijo hacia el gabinete, extrayendo una botella de más fino whisky, necesito quitarme esa sensación amarga de mi boca. Me sirvo un trago, y me lo tomo de golpe. Puedo sentir la sensación de como se desliza por mi garganta. Sintiéndome más aliviado. Le ofrezco un trago a Nial. Decidiendo olvidar el mal rato que me ha hecho pasar mi madre. —¿Por qué mierdas te casarás con ella? —Nial saca un cigarrillo de su bolsillo y lo enciende—. Además, esa gente tiene sus artimañas, por lo que seguro aprovecharán a esa niña para quitarte el poder. —Sé que no puedo confiarme, ni siquiera sé qué está planeando mi madre. —Entonces, ¿qué harás? —Me mira con un semblante de preocupación. —No lo sé. —Me encojo de hombros—. Algo se me tiene que ocurrir, no puedo volver a implementar lo que hice con los Kiev, ella sospecha. Debe ser otra estrategia. —Ella es muy intuitiva —realza Nial—. Piensa bien, lo que harás. —Lo que te puedo asegurar que no habrá boda. —Le muestro una sonrisa cargada de maldad. —¿La has visto antes? —pregunta Nial—. Deberías conocerla antes, no vaya a ser que después te espantes por "belleza". El Consigliere se carcajea. —No pedí tu opinión —gruño, mientras lo fulmino con la mirada—. Ahórrate tus malditos comentarios innecesarios. —Solo decía.—Levanta las manos en señal de rendición—. Si quieres puedo conseguir información sobre tu futura esposa. Lo que consideres necesario para conocerla y no te lleves una sorpresa. Niego con la cabeza. —Mejor esperaré hasta el día de la reunión —contesto—. Ya después de eso veré qué hago. Pero, no le daré el gusto a mi madre. A no ser que sea por negocios. —Bien, cuentas conmigo para lo que necesites, Capo —se ofrece Nial. —Gracias. —Te dejo para que lo pienses mejor. —Se despide, saliendo de la habitación dejándolo a solas. Tengo que pensar en algo lo antes posible. Porque no quiero que después haya consecuencias.
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