Adriano baja del auto frente a una mansión blanca de estilo rococo de tonalidades blancas con un gran portón n***o alto con rejas que terminaban en pintas de lanza, acomodando su saco de vestir n***o italiano empieza su recorrido al interior de la mansión, sus ojos ámbar reflejando las centellantes luces provenientes del interior de la mansión de los Kutzenova.
Sin retraso alguno, revisando el rolex en su muñeca asegurandose que llega puntual al evento tan jodidamente molesto sube las escaleras, los hombres en trajes negros que pertenecen a la seguridad de la casa se encuentran apostados a cada lado, abren la puerta de roble doble dejando para ese momento que el ruido de las conversaciones, la música, y los utensilios escape del interior provocándole un incipiente dolor de cabeza y molestia.
Frunce el entrecejo, adentrándose detrás el ruido es detenido por las puertas.
El ceño se acentúa aún más cuando vislumbra con más atención el interior.
A pesar de ser un evento elegante, no todo cumplía con ese requisito, pues parecía más una fiesta juvenil que una presentación en sociedad de la próxima heredera de la mafia.
Pero a fin cuentas ¿Quién era el para juzgar?
Las mesas estaban cubiertas por manteles blancos con un florero cuyas flores de rojo oscuro casi llegando al n***o junto con algunas amarilla aún permanecían frescas, su aroma dulzón elevándose en el aire, el aroma es desagradable provocándole arcadas, las sillas poseían un color n***o que contrastaba con el poluto blanco de los pisos y las paredes. Había serpentinas cayendo por el lateral del balcón, globos y la comida parecía sacada de algún basurero de la cuidad.
En una tarima lejana un dj toca con música estruendosa y de muy mal gusto. A un costado se encontraba una pila enorme de regalos de distintos tamaños y colores. Mientras que los invitados bailaban en la predispuesta pista de baila.
El escenario en si me produce arcadas.
Un patética fiesta creada por esta facción. No podía estar mas bajo. A fin de cuentas solo me encontraba aquí por protocolo nada más allá del ínfimo sentimiento de cumplir con un deber que poco o nada me importaba cumplir
Un dependiente que va pasando me ofrece una copa de champagne, sin dudarlo tomo una copa llevando el líquido hacia mis labios, deleitándome con el sabor. Pues a pesar de mis expectativas la champagne si era de calidad, no comparado con la mierda que sigo viendo.
Me permito dar rienda suelta a mis pensamientos preguntándome ¿Cómo había sobrevivido todo este tiempo aquella niña? Seguramente Alessa la había preparado en uno de sus centros de enteramientos dónde llevaban a todos aquellos cuyo talento sobresalía del resto. Preparándolos minusiosamente para cualquier situación.
Era obvio que alguien la había protegido, interviniendo como un peón para evitar la muerte definitiva del linaje más antiguo de nuestra organización. Esa niña debió haber muerto junto a toda su estirpe, pero aquí sigue como una piedra interponiéndose en el camino de los demás, pese a que Alessa había nombrado hace algún tiempo ya a quien tomaría el mando si el atentando hubiera funcionado.
Volviendo al presente.
—Capo Di Marco, que maravilloso encuentro—pronuncia una joven de entre unos veinte y tantos años mientras se acerca a mi persona, pese a su postura erguida noto el leve hundimiento de sus hombros con cada paso. Elevo la mirada hasta posarlo en sus iris encontrando unos ojos cautelosos cubiertos de miedo —¿Qué lo trae por aquí? Es bien conocido lo mucho que odia los eventos de este tipo.
—Señorita Miller, buenas noches —las palabras que abandonan mis labios pese a sonar afables están lejos de ese trasfondo— Bueno, sabrá bien que es más por formalidad. ¿Cómo se encuentran su salud?
Una distracción es lo que busco.
Pero antes que de su boca salga algún coneto de palabras nuestra atención se ve captada por la mujer en el balcón que golpea una pequeña cucharita contra el vidrio de su copa. La reconozco de inmediato.
Alessa Kutzenova.
De acuerdo a mis conocimientos, mi familia y la de ella han tenido una tensa relación, pues fue mi madre quien le provocó aquella cicatriz que cruza su rostro.
Que para nosotros los italianos llevar una cicatriz en el rostro era una muestra de debilidad, porque significaba que no estabas a la altura de tu oponente.
La música se detiene, las conversaciones mueren.
Y como un detonante las palabras se precipitan.
A su lado una mujer más joven la acompaña envuelta en un vestido rojo ceñido a sus pechos y caderas, sobre unos tacones de punta negros cuyos lazos se elevan hasta envolver sus pantorrillas
Mi corazón parece detenerse un segundo ante el reconocimiento de aquella joven.
¿Era posible…?
¿Podría ser?
No.
Freno las dudas de inmediato.
No había posibilidades de que la sobrina de Alessa podría ser la misma chica que se cruzó en la calle hace años.
La misma que hace había chocado con mi auto para próximamente acompañarla hasta el hospital.
Con una mirada fría y orgullosa altiva sabiéndose impune Ksenia Kutzenova se alzaba imponente en toda su altura, como si ese siempre hubiera sido el papel que desempeñaba dentro de la organización, captando la atención de todos, distintas miradas se deslizaban como serpientes atentas a su presa.
Esperando el momento adecuado para atacar.
—¡Bienvenidos a todos! —empezó Alessia con un tono de voz modulado su discurso al que poco o nada le preste atención. Solo su última parte me hizo volver al presente —Mi heredera.
Las felicitaciones abarcaron el lugar, lleno de aplausos y palabras de dicha, que no eran más que una máscara para las verdaderas intenciones ocultas.
Todos los jefes y próximos herederos de las distintas mafias del mundo tenían en su mira a la heredera rusa.
Solo tenía que sentarme a observar como la despedazaban.
Los ojos de la heredera se deslizaron por todo el lugar hasta que se encontraron con los míos que la observaban fijamente en el lugar más apartado.
Reconocimiento.
Es lo que su mirada gritaba.
Altivo, le sonreí elevando mi copa apenas.
El movimiento se había efectuado.
Ksenia.
Ahora debía llamarla de esa manera, sepultando ese encontró en el pasado junto a los miles de cadáveres a mi paso.
Se acerco a su tía comunicándole algo al oido en voz baja, los ojos de Alessia se digirieron a los míos cuya atención para ese momento había fingido observar el interior de mi copa.
Ksenia bajo los escalones de uno en uno siendo detenida por los cartagenos y los mexicanos en su intento de venir a mi encuentro.
Mi Consigliere se acercó cauteloso como siempre en estos eventos, hasta afirmarse a mi lado con un copa igual que la mía.
Sus ojos siguiendo la trayectoria de los míos.
—¿Todo listo? —indague dejando sobre una mesa la dichosa copa cuyo regusto me sabía amarga y ácida.
—Por supuesto mi señor —afirmo con ese brillo malicioso en sus iris, ocultando la sonrisa malvada detrás del filo de la copa.
Dirigí mi atención a la joven rubia a mi lado.
—Ha de discúlparme señorita Miller, ha surgido algo
—No se puede evitar, no le quitó más su tiempo Capo Si Marco— deslizo una sonrisa condescendiente y luego se giró para perderse entre la multitud de personas, pronto fue abarcada por los hijos jóvenes de varias familias importantes.
Este era la clase de sitios donde varias cosas podían salir y efectuarse.
Un lugar que buscaba estrechar relaciones y unir familias o en su defecto desaparecer linajes enteros, como había sucedido en el pasado.
Me lo habían contado más bien, mi nana antes de que desapareciera por completo.
Cada paso dentro de ese lugar, cada puerta al ser abierta desprendía el inconfundible olor a muerte. Algún día bambino sabrás de lo que hablo es inevitable
Todos los miembros de la familia muerto tomados por sorpresa, sin embargo la hija pequeña desapareció.
Aquella cuyo destino era más grande que todos ellos>>
—Capofamiglia — su voz entonada en los acordes correctos el título mobiliario que me define dentro de la organización, pero aquella voz que no sabía que necesitaba volver a escuchar hasta que sucedió.
Desvió mis ojos ámbar hasta volverlos a posar en los suyos, negros como una noche sin estrellas. Un abismo que parece no tener fin.
Nial se mantuvo a mi lado atento a cualquier movimiento o situación.
—Pakhan —pronuncie perfectamente. Esa sería la manera en que sería conocida en nuestro mundo de sangre y muerte.