Me paro frente al espejo de cuerpo completo de mi vestidor, termino de desliar los tirantes hasta cubrir mis hombros.
Miro a detalle mi apariencia.
Observó detalladamente mi apariencia, empezando desde mi rostro, el maquillaje comúnmente conocido como girl winter. Las pestañas rizadas enaltecidas con el rimel n***o, el delineado de sirena, realzando el color de mis ojos, los pómulos rosados y finalmente los labios pintados de una tonalidad rosada al que finalmente se le agrego gloss. En si me veo diferente con maquillaje.
El cabello me lo recogieron en un moño elegante con dos mechones sueltos al frente, llevo un brazalete blanco en mi muñeca de diamantes y hecho a la medida.
Me sudan las manos, me palpita el corazón más de lo normal.
Estoy nerviosa y no debería
Inhaló hondo intentando alejar la ansiedad y los nervios de mi sistema. Porque para cuando abandone esta habitación debo ser la personificación de la tranquilidad y la soberbia una imagen muy lejana a la realidad.
He allí yace el detalle a nadie le importa mi verdadero yo.
Solo lo que estoy dispuesta a dar o en su defecto obligar.
A esa niña que debe ser sepultada o encerrada en una habitación bajo llave.
Todo el diálogo interno se interrumpe en el preciso momento que escucho el sonido de pies hundiendo la madera, sin hacer ruido alguno me deslizo hasta un costado de la pared apagando las luces esperando paciente a qué quién haya osado entrar sea lo último que haga en su vida.
Diviso la figura de su cuerpo, con agilidad y rapidez me quitó el cuchillo que llevo atado a la pretina del muslo colocándolo sin dudar en el cuello de aquella persona quién ante el ataque gira los ojos en mi dirección, de inmediato reconocí ese brillo azulado malicioso y divertido
—Ksenia —mi nombre abandona sus labios con orgullo. Alejo el arma de su cuello, ella prende las luces con solo aplaudir —¿Estás lista? —inquiere observando mi imagen a detalle deteniéndose en mi cuello sin adorno. Frunce el entrecejo caminando hasta el lugar destinado a los collares tomando uno de color dorado con un diamante n***o en el centro.
Hace un ademán para que me siente frente al aparador, sin dudarlo lo hago, sintiendo como sus manos, aquellas que fueron la causa del cese de la vida de otras personas se deslizan por el contorno de mi cuello con suavidad cerrando el broche detrás.
Era un hermoso collar, fino con un jade sobre la unión de las clavículas.
A través del espejo atisbo sus ojos sobre mi analizando cada rasgo, cada detalle.
—Es hora —afirma colocando las manos en cada hombro. Asiento decidida.
Alessa dirige el camino conmigo detrás, cruzamos el pasillo izquierdo subiendo por la escalera por la entrada secreta que da directamente al balcón.
A unos pasos el sonido de las voces elevadas de las distintas conversaciones, la música que personalmente había elegido para esta ocasión. Mis tacones resonaron contra el suelo.
Dos hombres apostados a cada lado apartan la cortina roja carmín con bordes dorados.
Inhaló.
“Es hora de iniciar con la función”
Pienso cuando me coloco al lado de mi tía con la cabeza en alto, los hombros hacía atrás y la postura erguida.
La imagen del orgullo y la altivez imprimiendo en mis ojos la mirada de una asesina a sangre fría.
Todos aquellos ojos me miraban como una presa dispuesta en un plato para ser comida.
Deslice una sonrisa sardónica provocando aquel sentimiento de cautela en ellos que me regocijaba por dentro y que no dudaba en demostrar en cada facción.
Recorro el lugar identificando a todos los presentes, memorizando sus rostros por si acaso.
Alessa empezó con el discurso que muchas veces había escuchado tras la puerta de su dormitorio como único oidor a Sasha.
—Mi heredera —finalizo con una mano sobre mi hombro en una muestra clara de su total apoyo.
Hubo un silencio pesado antes de que los invitados estallaran en aplausos, no obstante sus ojos demostraban algo más perverso y oscuro.
Al fondo me encuentro con la mirada vacía de uno de los grandes peligros de esta nación burlándome de mi suerte le sostengo la mirada buscando implantar en ella la risa triunfante que no puedo mostrar al público.
Sus ojos ámbar que me provocaron una sensación de conocimiento, como si los hubiera visto en algún lado. Más no los podía recordar.
Ojos ámbar que te atraen, seducen tu alma como un demonio incitándote a cometer pecado, no podías huir, la única opción era lanzarse a los brazos del pecado y disfrutar de este sin importar o pensar en lo que seguiría después.
Ante el primer movimiento que ejecutó con la intención de irme del lado de mi tía confiando plenamente en lo que mi instinto me pide, ella afianzó su agarre en mi hombro con una mirada curiosa, una que pedía una explicación. Sujetando su mano libre entre la mía pienso en una respuesta.
—Volveré en un momento, iré a socializar, estaré bien —dicho esto con una sonrisa empecé a bajar los escalones que me separaban de la fruta prohibida.
Sin embargo al mismo tiempo cada escalón lejos de mi tía y cerca de ese nido de víboras era una horda de murmullos que no se hicieron esperar en el gran salón cuyo candelabro colgaba de una viga del techo.
Todo mi ser era atraído por su presencia
Entonces…
¿Qué se considera justo?
Es una pregunta vaga.
Porque quizás lo que nosotros creamos que es justo para otra persona no lo será y así sucesivamente en una circulo vicioso sin fin ni inicio se crea haciéndonos adictos al mismo.
No existe la justicia. Todo se trata de como percibimos las cosas y a los demás.
En este mundo donde sistema está impregnado en corrupción nada nos asegura la verdad.
Por eso cuando por cuenta propia camino hacia la boca del lobo sabiéndome en tal situación de desventaja no me permito flaquear.
Por una simple razón yo nunca retrocedo.
El hombre de ojos ámbar siguió mis movimientos, con un plan en mente guíe mis pasos hacia una zona apartada del bullicio de los invitados, escuchando detrás como me seguía, abrí la puerta adentrándome, antes de seguir caminando hasta el otro extremo, unos dedos se cerraron alrededor de mi brazo tirando de mi cuerpo hacia la pared cerrando de un golpe la puerta.
Inhale tratando de devolver el aire a mis pulmones que fue expulsado abruptamente.
Su cuerpo se cernió sobre el mío en su espléndida altura, sujetando sin dudar mi cintura, los tacones me daban la altura suficiente para solo necesitar alzar más la barbilla desafiante.
A continuación rodee su cuello con mis brazos atrayendo su cuerpo más al mío, eliminando el espacio inexistente, alejo una mano para deslizar su dedo por el contorno de mi barbilla ascendiendo hasta mis labios delineándolos con cuidado.
—Podría considerarse eso como un movimiento atrevido —comente sonriendo orgullosa cuando una de sus piernas se hizo lugar entre las mías, podía sentir claramente el asunto que lentamente se levantaba entre sus pantalones.
—Que se haga entonces — respondió sin romper el contacto visual, la tensión aumento, y la distancia de nuestros labios para ser un crimen que debía ser remediado con prontitud.
Sin pensarlo, sin atrevernos a dudar más y que ese ruidoso reloj hiciera de las suyas nos abalanzamos a la boca del contrario demandando todo de si.
Se creaba en mis entrañas el deseo puro y corrompido que poco a poco ganaba la batalla de todo aquello que debía hacer.
Ahora mismo necesitaba más.
Deslizando mis manos hasta cerrar los dedos sobre el saco n***o ocre que portaba lo atraje más a mi alzándome sobre las puntas de mis tacones.
“A los ojos del público solo somos una obra que presenciar”