Meses después...
Los policías habían puesto un vaso de agua frente a mí, era lo más amable que habían hecho desde que me encontraron en la playa con la ropa completamente mojada y pegada a mi cuerpo. Sin embargo después de tanto tiempo huyendo de ellos sabía que no era un acto de amabilidad, por eso aunque aún tenía el sabor salado del mar en mi garganta, me negué a tomar del vaso de agua sobre la mesa que nos separaba. El detective Aberman no dejaba de mirarme con suspicacia como si pudiera encontrar respuestas en mi falta de expresión, mientras que yo solamente quería aferrarme a la manta que me habían dado los rescatistas para que no me congelara. Nadie realmente se preocupó por mí, porque para todos yo era la principal sospechosa.
—¿Entonces no recuerda exactamente porque fueron a ese lugar? —me preguntó el hombre con incredulidad y yo asentí sin muchas ganas.
Me había golpeado la cabeza con piedras cuando caí dentro del agua, y había justificado mi falta de memoria con ese incidente. Aunque eso no fue lo que ocurrió realmente, lo había tenido que inventar rápidamente cuando escuché las sirenas de la policía demasiado cerca.
—Tenemos tres testigos que dicen haber escuchado un disparo —me dijo —, ¿qué es lo que sabes al respecto?
—No lo recuerdo.
—Algunos vieron un bote —aseguró.
—No lo sé.
—¿Qué es lo que recuerda entonces? —preguntó el policía malhumorado.
Me quedé en silencio porque aún no decidía cuánto podía decir, estaba segura que lo mejor era esperar por mi abogado. Confiaba en que mi tía podría ayudarme de algún modo, pese a que había roto mi promesa sobre no meterme en problemas. No es que no lo hubiera intentado, porque desde el primer momento intenté mantener un perfil bajo para no atraer problemas. Todo mi plan había sido elaborado de acuerdo a lo pensado, si no fuera porque él había insistido en ser parte de mi vida.
—¿Por qué no empezamos con lo primero? ¿cómo se conocieron? —preguntó el policía con la esperanza de obtener algunas respuestas. En ese momento empecé a recordar el día en que intercambiamos palabras por primera vez, y por un momento sentí el calor del sol que entraba por la ventana, y recordé que la noche anterior a ese día había movido las cortinas, y olvidé ponerlas en su lugar antes de ir a dormir, pero al menos me había ayudado a despertar a tiempo porque la alarma de mi teléfono murió con la bateria. Así que cuando vi la hora en el reloj de pared me apresuré a cambiarme de ropa y lavar mi cara, a mi madre no le gustaría esa nueva costumbre que había adquirido, siempre me obligaba a tomar un baño en las mañanas para mantener una buena costumbre de limpieza, lo había intentado muchas veces hasta que empecé a trabajar, y el tiempo extra para dormir se volvió sagrado.
Para ese momento llevaba dos meses trabajando en una tienda de recuerdos en el muelle de la ciudad principal del condado, Mags había hablado con unos amigos y me dieron el puesto por ser su sobrina, finalmente las relaciones familiares daban sus frutos en algo bueno. Mi único problema es que la gente era demasiado amable y alegre, probablemente porque habían crecido en una ciudad de playa, o esa era la única razón sin sentido que se me ocurría. Al principio no me acostumbraba a ver a todos caminando con sus tablas de surf de un lado a otro, la mayoría de los chicos de mi edad tenían su piel bronceada de tanto ir a la playa, mientras que yo me escondía del sol para que mi piel no se oscureciera tanto. Siempre intenté mantener conversaciones cortas, fui lo más profesional posible o al menos imité lo que Laurie hacia, la chica que trabajaba conmigo en ese entonces.
Sin embargo, ese día habría un cambio en mi vida y cada vez que pensará en mi tiempo en ese lugar, siempre volvería a recordar la escena con detalle como si fuera parte de una película. Lo primero que recordaría era el sonido de las campanillas en la puerta, de esa forma sabías que un nuevo cliente había entrado a la tienda. En ese momento estaba organizando la zona de la caja registradora, habían productos apilados alrededor detrás del escritorio, en un lugar donde los clientes no podrían notar el desorden. No me preocupé porque alguien me pudiera robar, ya que consideraba que era un lugar muy seguro. Entonces, cuando separé algunas cosas para organizar me levanté, en ese momento vi al chico rubio caminando de lado a lado y mirando los llaveros y los magnéticos para neveras.
La tienda tenía muchos recuerdos de la ciudad playera con nombres, obviamente tenían en su mayoría los nombres más comunes en diferentes formas. Al principio me pareció bastante interesante, hasta que vi mi nombre en una placa para perros. En fin, el chico seguía buscando y me sorprendió que no pudiera encontrar su nombre, después de todo siempre pensé que los chicos blancos tenían los mismos nombres. Cuando se rindió lo vi dar media vuelta para dirigirse a mi, y en ese momento noté la forma en que movía sus manos y supe que estaba nervioso, aunque no sabía por qué exactamente. Intenté mostrarme poco interesada en él, pero algo en el aura que lo rodeaba me mantenía consciente de su presencia, poco sabía que ese sería uno de los momentos que más recordaría y repetiría en mi cabeza una y otra vez, ese era el momento en que nuestra historia comenzaba. Él se detuvo frente a mí e hizo algunos sonidos con su garganta para llamar mi atención porque yo me había puesto a digitar cosas sin sentido en la computadora, quería parecer ocupada para que no me molestara, por supuesto eso no me ayudaría, ya que solamente yo estaba allí y mi compañera se encontraba en el callejón que quedaba afuera en su pequeño descanso.
—Disculpa, me pregunto si... —, lo miré de reojo y dejé que hablara, aunque no se veía muy seguro sobre lo que iba a decir, y se encontraba intimidado porque le di una simple mirada de reojo —, estoy buscando un recuerdo con mi nombre y no lo encuentro, lo he visto antes pero hoy no está... Supongo que somos más de lo que pensé —explicó su situación y se rió de forma nerviosa, así que tuve que dar media vuelta para poder darle mi atención y actuar como una buena trabajadora.
—¿Cuál es el nombre que estás buscando?
—Owen, mi nombre es Owen —dijo como si se presentara y no como si estuviera buscando lo que decía, incluso puso una mano sobre su pecho para hacerlo más evidente.
—¿Qué clase de recuerdo buscas?
—No tengo una preferencia, solamente quiero que lleve mi nombre.
Asentí a lo que dijo y le hice saber que iba a buscar en las cajas que tenía detrás de mí, no estaba segura de haber visto el nombre porque nunca prestaba atención, siempre me sucedía como cuando debes leer un gran libro pero no quieres, y lo miras de reojo saltando partes de poco interés, eso era lo que siempre hacía en el trabajo. Entonces, me di la vuelta y empecé a buscar en aquellas cajas mientras sentía como me observaba, no puedo asegurar que haya desviado la mirada en algún momento, pero me sentí como si nunca lo hubiera hecho. Luego, encontré una placa falsa con el nombre de Owen y de la ciudad, ese fue el que él aceptó comprar sin prestar mucha atención en los detalles.
—Tu cabello es muy bonito —me dijo mientras trabajaba en la caja registradora para darle su cambio, y volví la mirada para analizar su expresión, ya me había acostumbrado a que la gente hiciera cumplidos de la nada, y de la forma más amable e inesperada, supongo que esa era la cultura californiana o eso es lo que quería pensar.
—Gracias, linda camisa —respondí sin siquiera haber mirado la camisa, simplemente era algo que solía decir como respuesta a menos que llevara un vestido quien me diera el cumplido. Él se dio cuenta de ello porque no pareció complacido, en su lugar parecía preguntarse qué era lo que había hecho mal.
—¿Quiere su recibo?
—Sí, ¿Rossy es tu nombre? —respondió y luego hizo una pregunta señalando la etiqueta que había en mi camisa.
—Sí.
—¿Desde hace cuánto vives en este lugar?
—No vivo aquí —respondí de inmediato esperando a que se imprimiera su recibo.
—Yo tampoco, vivo en Aptos.
—Que bueno —comenté con poco interés.
—¿Te gusta surfear?
—Nunca lo he intentado —dije y me apresuré a entregarle el recibo recién impreso junto a una pequeña bolsa con su compra —. Que tenga un buen día —me despedí y él me miró avergonzado, se notaba que quería decir más, pero no le había alcanzado el tiempo y yo no deseaba que tuviera más tiempo.
—Gracias, tu también.
Lo vi salir con la cabeza gacha y un poco triste, luego por la ventana lo vi reunirse con su pequeño grupo de amigos que esperaban para preguntarle cómo le había ido conmigo, la respuesta que les dio pareció desalentadora, pero probablemente ellos le dijeron que habría una próxima vez. Nadie se volvió a verme porque seguramente sabían que los estaba observando y no querían quedar en evidencia, o eso es lo que yo quería pensar.
—Creo que le gustas —me dijo Laurie de repente, ni siquiera había notado el momento en que había entrado por la puerta trasera, y por eso me asusté cuando escuché su voz —. Tranquila no soy ningún tipo de asesino en serie o lo que sea que hayas pensado —agregó a modo de broma y se dispuso a organizar algunas cajas para renovar mercancía.
—Simplemente no te escuché entrar —comenté.
—Por supuesto que no, porque estabas concentrada mirando los ojos de aquel chico, tiene un color bastante impresionante y toda su aura de chico surfista atrae bastante la atención, deberías salir con él y divertirte, eres demasiado joven para estar aquí encerrada todos los días. ¿Qué haces después del trabajo o en los fines de semana? ¿tienes tiempo para salir a divertirte o debería cubrirte de vez en cuando? —me preguntó con una sonrisa y me di cuenta que lo decía en serio, podía decir que tenía buenas intenciones y solamente deseaba que pudiera vivir mi juventud.
—Apuesto que me dices todo esto por experiencia, ¿eras una chica fiestera en tus años de colegio?
—Yo no lo llamaría así, simplemente salía con amigos y disfrutaba del tiempo con ellos, este es un lugar donde puedes vivir una vida tranquila mientras te pierdes en las olas del mar... Así que déjame saber cuando quieras tomar un respiro.
Cuando había hecho la entrevista para ese lugar me habían preguntado muchas cosas, les había dicho que mis padres viajaban mucho por trabajo y nunca había podido permanecer en un mismo lugar, y por eso había tenido que dejar el colegio por un tiempo y ahora me encontraba estudiando para pasar el examen, que me podría brindar mi título de graduada. Ella también había estado ahí en la entrevista, y se mostró muy emocionada por mi tenacidad como ella misma había dicho. Yo simplemente dije todo aquello para quedar bien y mostrar una fachada de chica estudiosa y no como una chica problemática, ellos se lo habían creído todo y no dejaban de ofrecerme ayuda, y preguntarme si necesitaba algunos días para estudiar. Mags se había encargado de encontrar un tutor para mí así que iba a la biblioteca casi todos los días para encontrarme con un chico que cursaba su último año en el colegio, no estaba segura cómo lo había encontrado, solamente podía atribuirle que había sido una muy buena elección.
—Voy a sacar la basura —le dije a mi compañera de trabajo y ella me miró extraño porque ya se había encargado de ello, sin embargo había una bolsa en la zona administrativa que había olvidado poner afuera.
Entonces salí al pequeño callejón de afuera y tomé un profundo respiro, ciertamente se sentía bien el olor del mar que entraba por mi nariz, me hacía creer que hacía parte de un mundo extraño y fantástico. No es como si fuera del todo mentira, porque aquel lugar me parecía que pertenecía a un mundo diferente. Con eso en mente regresé y continué con mi horario laboral, hasta que llegó el final de la jornada y Laurie me dió un aventón a la estación de buses, porque ella vivía hacia la dirección contraria a la mía. Nosotras compartíamos el turno de la mañana de vez en cuando, pero a veces la hija del jefe trabajaba con nosotras para aprender a ser independiente o eso decía su padre. En fin, en mis viajes en bus me gustaba escuchar podcasts de todo tipo o a veces intentaba aprender alguna lengua, por eso sabía palabras de todos lados, pero nunca lo terminaba de aprender todo. Esa era mi vida aburrida y tranquila, algunas veces iba directo a la biblioteca a estudiar y otras veces llegaba directo a casa sin llamar la atención de nadie. Pero, los miércoles en la mañana salía temprano a caminar, era uno de los pocos días en que trabajaba en la tarde o no trabajaba en absoluto. De modo que ese día llegué a casa y fui a ver el atardecer antes de volver a casa.
Para ver el atardecer me gustaba ir a lo más alto de la montaña, o a la pendiente que daba con el mar no muy lejos de mi casa. Mi tía solía decir que me gustaba mucho el deporte ya que no dudaba en caminar todo ese trayecto a lo más alto como si no fuera nada, ella no sabía que se equivocaba en todos los aspectos porque nunca me gustó hacer ejercicio, pero tenía mis razones para contemplar la belleza del cielo. Así que antes de perder la luz del sol caminé por casi una hora, lo hice en un paso lento que no me supusiera mucho problema o cansancio. El camino era solitario a esa hora del día, aunque de vez en cuando vi pasar automóviles que se dirigían al estacionamiento del parque natural o a las pocas casas que quedaban por allí.
Cuando finalmente llegué a mi destino, calculé cuántas personas podrían encontrarse allí a partir de los automóviles estacionados. Luego de ello ingresé al frondoso bosque y seguí los caminos que me llevaban hacia el río, los sonidos del viento, los pájaros y las hojas moviéndose me acompañaron hasta que me encontré en la cima y observé con cuidado como el cielo se teñía de color naranja. Tuve que bajar caminando en la oscuridad para regresar a casa, iluminada con la luz de la luna y algunas casas alrededor.
Después de recordar todo eso simplemente le dije a la policía la verdad, les dije que lo había conocido porque era un cliente regular de la tienda de regalos, entonces ellos continuaron haciendo preguntas y yo les conté todo lo que pasó después.