¿Qué pasaría si yo muriera? Era una pregunta que me había hecho cuando caí al agua, había mucho por hacer, promesas por cumplir. Descubrí que no quería morir porque temía decepcionar a alguien que ni siquiera estaba vivo, porque el verano había pasado demasiado rápido para mí. Había perdido el rumbo, dejé a un lado mis objetivos y me permití ser alguien más, o solamente me permití ser yo misma por primera vez. Recuerdo haber pensado en ello cuando íbamos en el auto de vuelta de nuestra excursión en el acuario, había abierto la ventana y saqué mi mano para sentir el viento. La autopista estaba vacía y todo estaba muy oscuro, el tiempo había transcurrido más rápido de lo que pensaba y pronto serían las diez de la noche. El viento me golpeó la cara y sentí como si hubiera despertado de un largo sueño, solo que no había sido un sueño sino simplemente mi vida.
Owen dejó la radio encendida y me dejó disfrutar del momento sin preguntas extrañas o conversaciones que me hicieran dudar sobre mí mismo y mis decisiones, sin embargo seguía confundida por el beso que habíamos compartido y las sensaciones que había dejado dentro de mí. El camino se sintió más rápido cuando regresábamos que cuando partíamos, y por un momento desee quedarme allí por siempre para disfrutar de la tranquilidad de la autopista uno sumida en la oscuridad. El olor del mar se inmiscuidad en toda la costa, y aquella sensación también perduró en mí incluso cuando me fui de California. Así que cerré mis ojos por gran parte del camino para guardarlo en mi memoria y no olvidar que en algún momento me permití soñar, y porque quería regresar a ese momento una y otra vez.
—Ya estamos aquí —me dijo Owen cuando llegamos, probablemente creía que estaba durmiendo porque mis ojos estaban cerrados.
—Gracias por esta noche —le dije cuando abrí los ojos y me preparé para bajar del auto, entonces él se apresuró a bajar primero que yo para poder abrir mi puerta, y no pude evitar sonreír por su insistencia en mostrarse como un caballero —. Tengo manos, ¿lo sabes? —dije en modo de broma sin intención de ser mala con él, porque empezaba a temer que él pudiera recordarme como una mala persona en el futuro.
—Yo también —dijo y me mostró sus manos luego de abrir la puerta, luego me ofreció una de sus manos para que pudiera bajarme del Jeep, y no me negué porque ciertamente el auto era bastante alto para mí. No podía dejar de pensar que sería mucho más vergonzoso tropezar al bajar que aceptar su ayuda, por lo que era mejor evitar tal situación y permitir que el chico se acercara más a mí.
—Nos veremos otro día —le dije y él sonrió de inmediato.
—Podemos volver al acuario cuando quieras —prometió, y yo simplemente sentí sin decir mucho más.
Él se quedó allí hasta que yo entrara, aunque primero me dirigía a recoger el correo porque Mags siempre lo olvidaba. De modo que el chico esperó pacientemente a que realizara mi deber, y para que el silencio no fuera tan incómodo o aburridor le comenté que mi tía siempre dejaba acumular el correo, y por eso cada que tenía la oportunidad lo hacía por ella. Ciertamente, encontré una pila de sobres panfletos comunicativos recibos cartas y basura comercial, lo revisé todo rápidamente y entonces el sobre de una carta llamó mi atención. En pocos segundos intenté ocultarla debajo de todos los papeles, e intenté actuar como si nada hubiera pasado para que Owen no detectara nada extraño.
—Maneja con cuidado —le dije mientras empezaba mi camino hacia la puerta de la casa, no estaba segura porque actuaba de forma tan nerviosa. mis manos se movieron un tanto torpes y perdí el agarre de todo el correo, y todo terminó sobre el suelo a nuestro alrededor.
Me agaché para recoger las cosas rápidamente, Owen también fue a mi rescate y recogió todo lo que pudo. Me dijo que simplemente era demasiado y a él le había pasado muchas veces, no quería hacerme sentir mal ni avergonzada, pero ese era el menor de mis problemas en ese momento. Mis ojos estaban en búsqueda de una carta especial, había sido mi afán de esconderla lo que en realidad había causado aquel incidente. Esa fue la primera vez que o envió algo que yo no quería que nadie viera, porque él fue el primero en encontrar la carta.
—Aquí está —me dijo al entregarme lo que él había recolectado, y sobre todos los papeles se encontraba la carta que había sido enviada desde una prisión. Sus ojos me miraron con curiosidad pero él no realizó ninguna pregunta, por lo que simplemente agradecí y me apresuré a entrar a la casa con todo el correo —. Ten una buena noche —dijo antes de que cerrara la puerta, así que me volví para darle una última mirada y decir...
—Tú también.
Esa noche no pude dormir bien porque no podía dejar de pensar en las cosas que el chico surfista podría imaginar, sin embargo pronto aprendería a darme cuenta que Owen era más discreto de lo que parecía. Pero, eso nunca me brindó tranquilidad, porque entre más se acercaba a mí más cosas descubría. Durante los siguientes días intenté evitarlo por esa misma razón, empecé a salir del trabajo más temprano de lo normal con la excusa de ir a tomar mis clases de tutoría en la biblioteca, aunque muchas veces simplemente fui a caminar en el bosque para pensar.
—Hoy te veo desconcentrada...
Carl estaba preocupado por mi falta de atención, me avergonzaba hacerle perder tiempo de ese modo, pero quería seguir un cronograma exacto y sin retrasos. Todo debía estar en orden para que las piezas del rompecabezas se ajustaran bien, así nadie notaría las piezas falsas.
—Estoy un poco nerviosa —le dije, y él asintió pensando que se trataba sobre la fecha del exámen, dado que lo había programado para dentro de dos semanas.
—Podríamos posponerlo —dijo para darme calma.
—No, necesito ver el resultado.
—¿Qué piensas hacer luego de presentar el exámen? —me preguntó con curiosidad.
—Iniciar una carrera profesional —le dije.
—¿Harás otro exámen o piensas aplicar con...?
—No lo sé, después de ver mis resultados voy a decidir, ya que ese será mi diploma. Pero, no nos preocupemos por eso en este momento.
Él dejó el tema a un lado porque se lo pedí, pero era evidente que quería preguntar algo.
—Estuve mirando universidades en Colorado —le dije de repente, quería llevar su mente a otro asunto.
—¿Colorado? —preguntó con interés.
—Sí, parece un lugar muy natural —, dio una breve explicación —, tomé tu consejo sobre expandir mis opciones.
—Entonces, Stanford...
—No es el lugar para mí —le aseguré, y él pareció estar de acuerdo, no pedí una explicación porque tenía que la conversación se dirigiera a temas que no deseaba tocar —. Además, Mags planea visitar a una amiga en Denver, lo que será un buen momento para descubrir el lugar y lo que puede ofrecer para mí.
—Una buena idea... Lo único que no me queda claro es... ¿Cuando tienes pensado aplicar?
Me estaba tomando mi tiempo con el examen para obtener mi diploma, esa era la meta principal que me había planteado a mi misma por el momento. Mi futuro estaba lleno de incógnitas, porque aún estaba esperando por lo que el destino me estaba preparando. Había cosas que debía hacer y otras por las cuales estaba esperando, era a partir de todo ello que tomaría una decisión sobre mis siguientes pasos.
—Cuando sea el momento indicado —le dije.
Mi respuesta lo dejó pensativo por varios minutos mientras me veía continuar con las actividades que había puesto a mi disposición, di respuestas claves en el apartado de historia y sociedad. Carl estaba intentando cubrir todas las bases para que pudiera responder cualquier tipo de preguntas, no sabía cuánto exactamente le pagaba Mags, pero él chico s estaba esforzando bastante conmigo.
—¿Recuerdas el tipo extraño del otro día? —me preguntó mientras inspecciona a un libro, su rostro estaba totalmente cubierto detrás de las páginas, me sentí desubicada sin poder ver su expresión —. El otro día lo ví en el muelle, estaba hablando con un grupo de hombres muy sospechosos, no parecían ser sus amigos.
No dije nada.
—¿Estás en problemas? —, añadió otra pregunta.
—No.
—Si en algún momento necesitas ayuda, estaré ahí para tí —me dijo, y puso el libro a un lado para demostrar la veracidad de sus palabras a través de sus ojos.
—¿Por qué? —le pregunté confundida.
—Porque somos amigos —dijo —, no te juzgo y nunca lo haré, yo también he cometido errores en el pasado, y tuve un largo camino hasta aquí.
—Tampoco irás a Stanford —dije en clave.
—No, iré a un lugar lejos, dónde mis errores se sientan distantes.
—No es bueno huir Carl, el pasado siempre te alcanza, pero no está mal empezar de nuevo y encontrar tu propio camino —dije con calma —. Haré lo que pueda para no meterme en problemas —prometí, y luego le entregué la hoja de papel con mis respuestas para su corrección.
Él leyó cada una de mis respuestas con mucho detalle y escribió anotaciones en todas, era un chico bastante dedicado. Tuve ganas de preguntar muchas cosas en ese momento, a medida que pasaba el tiempo crecía la necesidad en mi de hablar con alguien. Me plantée la situación durante unos minutos, y me pregunté cuál podría ser su reacción, no sabía si valía la pena tomar el riesgo.
—Habia un chico, en el colegio al que solía asistir... —comencé mi historia, y él levantó la mirada de la hoja de papel —, era un chico malo, un idiota que se creía invencible. Le gustaba molestar a las chicas, actuaba como un acosador y un pervertido, pero nadie le decía nada. Un día me volví su objetivo, y nadie dijo nada —, su expresión se oscureció un poco —. Sus acciones me llevaron al límite, y a la semana siguiente cobré mi venganza, le rompí la nariz y le causé una contusión, ni siquiera yo sabía que podía hacer tanto daño con mis manos.
—Rossy...
—Ese es mi historial criminal —confesé todo lo ocurrido, porque era evidente que él había escuchado parte de aquella conversación —, estuve un tiempo en la correccional de menores.
—Lo siento mucho.
Su respuesta me sorprendió y lo miré confundida, así que dejé que continuará hablando.
—Debieron haberte protegido y apoyarte, no fue culpa tuya.
—Está bien, lo entiendo, así es la sociedad a veces, por eso debemos hacernos fuertes para pelear nuestras propias batallas cuando llegue el momento.
Él asintió y regresó su atención a la hoja de papel por un momento, luego me la regresó para que viera sus anotaciones y consejos.
—Tuve un accidente de auto y le arruiné la vida a alguien, yo estaba borracho y él nunca podrá volver a caminar —dijo rápidamente, como si pagara un secreto con otro secreto —, él chico vive al final de la calle donde vivo, lo veo todos los días y lo recuerdo todo una y otra vez.
—Por eso quieres irte, para no verlo más —dije pensativa.
—Voy a buscar material de lectura —dijo él de repente, y se levantó de su asiento rápidamente para buscar libros. Yo sabía muy bien que se trataba de una excusa para alejarse, se notaba que le afectaba hablar de ese incidente. Así que cuando regresó no volvimos a hablar de ello, pero nuestra relación creció y se transformó en una amistad que permanecería por muchos años.
Ese día para regresar a casa tomé el autobús de nuevo, me senté en la parte de atrás como siempre solía hacerlo. Me puse los audífonos y elegí la primera canción que ví en Spotify, últimamente estaba escuchando de forma regular a una cantante llamada Aurora, su música era bastante relajante y llena de significado. Quería cerrar mis ojos y perderme en mis pensamientos, pero en la siguiente estación de bus alguien se sentó a mi lado y con su dedo índice tocó mi hombro. Así que di un vistazo a mi izquierda y me quité los audífonos lentamente mientras miraba al chico, él no estaba dispuesto a dejarme en paz aún.
—Es una coincidencia —insistió —, es porque estamos destinados a ser amigos como nuestros padres. Dime, ¿tienes planes? —sonrió de forma amable, y supe que no podría evitarlo. Ese día no fui a caminar al bosque, y tampoco llegué temprano a casa