Ryan Kareman estaba de pie, afuera de su mansión, admirando sus preciosos jardines y mirando el horizonte, quería sentirse estable, pero su corazón latía como condenado a muerte, respiraba agitado, conteniendo toda su ansiedad con inutilidad, el reloj marcaba media hora después del mediodía y Ángela no aparecía. Sus dudas trastocaban su alma, pensando miles de cosas; quizás ella se había marchado con su jefe —el señor Sullivan—, o simplemente se había arrepentido de casarse con él. Cuando alzó la vista pudo divisarla a lo lejos, Ángela caminaba con paciencia, había demorado mucho porque deshacerse de la declaración de amor del señor Sullivan, tras su renuncia, había sido agotador, pero al fin estaba aquí, Ryan la miró con severidad cuando la tuvo enfrente, luego miró el reloj, haciéndole v
