Pronto llego el viernes, Effie estaba en el cementerio, esa tarde sería la boda, ante la tumba de Emma se quebró en un buen llanto, no podía comprender porque ocurría eso
—¡Ella no lo merece! ¡Nunca será como tú! Mi tierna hija, eras mi hija, no de sangre, pero de mi corazón, no puedo vivir si no estás aquí, ¡Regresa! Debes volver y acabar con esta pesadilla, ¡No puedo vivir sin ti! Pero, por lo menos, en lo que me resta de vida, no haré salvo recuperar tu recuerdo, lo juro, tus hijas y tu esposo, nunca te olvidarán, y esa pequeña malcriada se arrepentirá de haber aparecido en nuestras vidas —sentenció con el corazón pesado, y el odio envenenándola.
Albert estaba en la habitación de Ryan, el hombre se acomodaba su moño, llevaba un traje blanco, se veía pulcro, elegante, perfecto
—¿Cómo
