Ángela caminó rápido, sentía su cuerpo caliente de la furia que la trastocaba, de pronto sintió unas manos que la halaron hasta un hombro, la llevaba cargada, gritó y pataleó, luchó, escuchando el siseo y las risas de Ryan, hasta que la metió al carro. Quiso escapar más no pudo, estaba rabiosa, observó a Ryan afuera del auto, como recuperando el aliento, sin entrar, ella tomó el claxon, asustándolo, Ryan se sobresaltó y volvió a reír «¡Es una loca, o tal vez me vuelve loco!» pensó divertido, pero le gustó sentirse de esa forma, tan entretenido, subió al auto —Voy a llevarte a tu casa, porque no quiero que te pase algo malo. Ella no dijo nada, cruzó los brazos, se giró al lado contrario y el trayecto se volvió silencioso, solo desvanecido por la música de Ryan, Ángela lo miró de reojo c