Ella comenzó a reír y yo también me uní a su risa. —¿Me estás hablando enserio? —le pregunté. —Muy enserio —dijo divertida —Yo tenía que fingir. — ¿Le fingías? —Sí —dijo y tomó un poco más de vodka para volver a hablar —Sino el pobre iba a sentirse muy mal. —Ni para darle placer a una mujer es bueno el infeliz —hablé entre risas. Ella dejó de reír y me miró fijo. Volvió a tomar de la botella, y luego miró la hora en un reloj. —Son las 3 de la mañana Ricci, creo que es hora de que te vayas —se puso de pie, pero al instante se tambaleó y cayó sobre mí. Comenzó a reír divertida. —Creo que no puedes pararte —le dije divertido. Se incorporó y se sentó derecha sobre mi regazo. — ¿Estas insinuando que estoy ebria? —me preguntó. —No lo sé, tú dime. —Lo que yo te digo es que... No pude