“Las encrucijadas no ayudan a decidir, sino más bien a arrepentirse.”
Andrea Mucciolo
Marcos estaba distraído y pensativo camino al aeropuerto. Ese día se había convertido en un tobogán de emociones su vida; acababa de vivir el momento más maravilloso junto a aquella hermosa chica y justo llega de viaje su esposa para hacerlo volver a su dura realidad. Pudiendo ser una persona libre y con una vida por disfrutar, se encontraba atado a un matrimonio por conveniencia justo en el momento que aún no podía creer, que apenas aquel primer beso desatara en él todo una revolución interna. Un encuentro con una desconocida pero que por una extraña razón parecía conocerla desde siempre. Nunca pensó que el encuentro con una extraña, significará tanto para él. Sonrió, aquello era una sorpresa del destino.
Llegó al aeropuerto, estacionó su auto para entrar y recibir a su esposa, caminaba distraído hasta que oyó la voz aguda que se acercabas a él para saludarlo.
—Hola esposo mío, espero me hayas extrañado como yo lo hice. —se enlazó a su cuello y dio un beso escueto en sus labios.
—Por supuesto que sí ¿Cómo fue tu viaje? —respondió un tanto incómodo, aún así debía guardar las apariencias.
—Algo cansada y con deseo de volver a casa ¿Me contarás lo que hiciste en mi ausencia? —pregunta ella con una leve sonrisa. —El cambio de clima es bastante notable, extrañé el ambiente cálido de Madrid. Ahora vamos necesito un baño relajante y la sensación de estar en casa.
Marcos sigue pensativo no sabía cómo sacar a aquella mujer de su cabeza; eso le hacía aún más difícil el tener que lidiar con su situación actual; suben a su auto y él conduce el auto sumergido en sus pensamientos. Marcos nunca imaginó que aquel contrato se convirtiera ahora en el más grande error de su vida.
Un año atrás...
Macarena entró a la habitación de su hijo, se acercó a él y comenzó a caminar de un lado a otro, mientras hablaba:
—Como te has estado quejando de que todos los bienes de Francesco le pertenecen a su única hija, he hablado con él y tiene una propuesta de negocio para ti en una cena especial a la que deberás asistir esta noche.
—Sin tantas vueltas al asunto mamá ¿dime de qué trata? —dijo sin dejar de revisar su móvil.
—No siempre dices que eres suficientemente independiente para ir tras tu futuro y pelear por él; sólo tienes que asistir al lugar de la cena, Francesco te dirá lo que debes hacer —ella le dejó la ubicación de la reunión y luego regresó a su habitación.
Marcos estaba algo impaciente, pero sabía que todo lo que viniera de parte de su madre y Francesco no podía salir mal. Después de mirar varias veces su celular decidió arreglarse para asistir a la cena, aunque estaba un poco dudoso al comienzo, sabía perfectamente que no podía faltar.
—Buenas noches hijo —lo recibió Francesco a su entrada de aquel lugar tan prestigioso, a los que sólo asistían la elite madrileña.
—Mi madre no me dio muchos detalle sobre la cena, sólo mencionó que fui invitado por usted, y aquí estoy.
—He hablado con tu madre, y después de la conversación, te quiero presentar a una amiga, pero aparte de presentártela a ella, también quiero presentarte una propuesta tentadora. Mi amiga está necesitando un esposo, ella está dispuesta a hacer un contrato matrimonial ya que es una de la cláusulas para recobor el resto de su herencia, que aún con su edad no ha podido cumplir.
—¿Dice usted qué será un matrimonio por conveniencia?
—Lo estuve hablando con tu madre, ambos pensamos que es beneficioso tanto para ti como para mi amiga. Ella necesita un esposo y tú necesita el oportunidad para avanzar. ¡Ah por cierto, ahí viene! —Marcos volteó para ver a su futura esposa. Martina se acercó y saludó a todos, la elegancia y belleza de aquella mujer era innegable, capaz de robarse todas las miradas, incluso las de Marcos, que era diez años menor que ella.
—Marcos, ella es Martina —los presenta. Él besa su mano caballerosamente.
Ella no puede negar su asombro al mirar a aquel hombre tan atractivo, elegante, de buen porte, algo más joven que ella, pero que no le he quitaba lo interesante.
Marcos sonrió al verla, no la imaginó de esa forma en el momento que se la describió Francesco, inclusive vio más que un matrimonio por conveniencia, una gran oportunidad de demostrarse a sí mismo que podía avanzar.
—¿Le has explicado sobre mis necesidades? No deseo hacer mucho rodeo, debo ir al punto ya que mi tiempo es poco.
—De hecho estábamos teniendo esta conversación en este momento.
—Si aceptas, podemos comenzar con el contrato de inmediato, yo necesito estar casada por dos años.
—Bien, ¿cuál sería la segunda parte del trato, y cuáles son las cláusulas?
—Necesito estar casada durante dos años. Durante ese tiempo no podrás tener ningún tipo de relación estable con ninguna otra mujer. No te pido exclusividad pero sí, respeto. Vivimos juntos, gozas de mis privilegios, y al final te podría dejar encargado de una de mis empresas y por supuesto mucho dinero en tu cuenta bancaria. ¡Ah! Y dependiendo de que tan bien te portes conmigo, pues quizás me provoque regalarte algo más durante nuestro matrimonio.
Él, más que darle una respuesta, se mostró interessado por ella. Martina sintió que no sólo con lo material sería feliz durante ese período, sino que también tendría un apuesto esposo, dispuesto a devolverle todo el colágeno y vigor que su cuerpo estaba pidiendo.
***
—¿Qué te tiene tan distraído? Espero no te hayas entusiasmado demasiado con una de tus mujercitas, a las que sueles frecuentar —lo despierta un gran reclamo de su esposa.
—Esto se ha vuelto un poco tedioso, si queremos de verdad llevar la fiesta en paz durante nuestro matrimonio, debemos empezar por respeto mutuo.
—¿Acaso estoy equivocada? Desde que me recogiste está bastante distraído y sólo tu cuerpo esta en este lugar.
—¡Joder! No estoy distraído, solo trato de ir en silencio para no provocar un gran escándalo como el que estás iniciando en este momento.
—Cuando una persona está dispuesta a exigir respeto, primero debe de brindarlo. —Martina tiene intenciones de seguir con aquella discusión, pero a favor de él sonó su teléfono y por un momento, ella se distrajo en aquella llamada.
Marcos se sentía aplastado ante la circunstancia. La mujer elegante, de clase, distinguida y respetuosa, resultó ser una mujer muy molesta. Su mal carácter y su forma de actuar hacían que cada día de ese matrimonio fuera una condena, en ocasiones prefería trabajar demás, sólo por no estar en la casa en compañía de Martina.
Nuevamente llegó a su mente, la mujer de tez blanca de cabello oscuro, labios exquisitos y maravillosa con la que hizo el amor horas atrás. “¿Que sucede Marcos?” Pensó. “Esa mujer ha llegado y se te ha tatuado en la piel, esto parece ser irreal no puedo creer que en tan poco tiempo y por primera vez, una mujer haya calado tan profundamente y controle tus pensamientos. El destino es algo traidor, a pesar de ello no me quejo, he tenido todo lo que he querido”.
Marcos sigue conduciendo, aprovechando que aquella llamada entretuvo a Martina. Sólo así podía evitar sus reclamos y discusiones. Finalmente, llegaron a la mansión. Bajan del auto, entran, suben hasta su habitación. Ella se dispone a ducharse. Él, en tanto, no deja de ver su teléfono con la esperanza de recibir una llamada o un mensaje que le diera aquella sensación de plenitud y también de placer que comenzaba a extrañar. Una llama se había encendido de la nada, lo estaba quemando por dentro. Aún así sonríe, jamás se había visto actuando de esa forma, haciendo el papel de bobo como él, solía atribuirle a su amigo Paulo.
Repentinamente, la voz frente a él, lo jaló de regreso a la realidad.
—Estas invitado a tomar este baño conmigo, así mi cuerpo se relaja más rápido.
—Puedes adelantarte, yo espero una llamada importante.
Ella se marchó a la ducha, mientras él, se sirvió un trago de whisky, continuó pensando en aquella chica, en su silueta perfecta, sus labios deliciosos y esa fragancia que se quedó impregnada en su piel; de sólo pensarla su cuerpo reaccionaba deseando más. No se había percatado el tiempo que pasó, sólo salió de sus pensamientos, cuando por segunda ocasión, Martina se detuvo frente a él con su bata de baño y mirada perversa, mas él lo último que deseaba en aquel momento, era tocarla. Mucho menos después de una noche de ensueño.
—¿Tan temprano y con un trago em la mano? —ella camina en dirección hacia donde él se encuentra tratando de seducirlo, saborea sus labios y toma de su trago.
—¡Ahora no! —la desprecia casi de inmediato y se coloca de pie —Tengo algunos pendientes y debo salir. —se acomoda la camisa frente al espejo intentando ignorarla.
—Tu mayor pendiente debe ser tu esposa, acabo de llegar y quiero estar com mi pertenencia, hoy no acepto desprecios, eso sí que no Marcos. —ella exige atención y muestra un cambio de actitud notable.
—¿Yo soy una pertenencia Martina? Ya estoy cansado de tus malos tratos y de su humillaciones, piensas que con esas palabras y las discusiones que mantenemos a diario tengo deseos de tocarte.
—Pues déjame decirte que no estás cumpliendo con nada, tienes que mantenerme satisfecha y feliz, tú me perteneces, tu cuerpo me pertenece.
—Estoy cumpliendo mi parte del contrato y en ningún lugar leí ser tu pertenecía.
Ella se siente herida con su desprecio, como una desquicada, comienza a lanzar las cosas que tiene a su alcance, mientras grita:
—Eres un malnacido. Soy tu mujer y harás lo que me venga en gana. —Marcos intenta calmarla, pero ella lo golpea con sus manos en el pecho.— ¡Te odio Marcos, te odio!
Luego de aquel ataque de ira, Martina termina su actuación, haciéndose la víctima como solía hacerlo cada vez que no lograba cumplir con alguno de sus caprichos.