Los ojos de Emiliano Beckman le miraban con profundo odio.
—Nunca te vendería a mi mujer, ¡Ni por el mundo entero! Y si le pones un solo dedo encima, tomo una pistola, y te disparo primero entre tus bolas, luego te mato, ¿entendiste?
Lex miró su rostro, no con miedo, ni con desafío, había una sonrisa en su rostro, no era de burla, era de admiración, el hombre rio.
—Está bien, respuesta correcta, querido, si alguien me hiciera esa pregunta, también lo dejaría sin habla, así que, te felicito, era solo una broma, o una prueba.
Emiliano lo soltó porque sintió el agarre de Elon.
—Ahora ya sé quien es Emiliano Beckman, no eres como tu padre.
Emiliano frunció el ceño.
—¿Qué quieres decir?
Él sonrió.
—Que el dinero es nada para ti, eso es bueno; tener en cuenta que el dinero no es impor
