Lisa se apartó tan rápido como pudo de sus labios, de pronto sintió que no podía contener lo que él provocaba en su piel, eso le dio miedo, nunca se sintió tan fuera de su control.
Él sonrió, pudo ver algo en esas pupilas oscuras engrandecidas, ¿tal vez era placer, deseo? Pero, también tuvo miedo, Emiliano no quería hacerse falsas esperanzas, para luego ser lanzado contra el suelo como muchas veces Lisa solía hacerle.
Llegaron a la conclusión de que era muy tarde, las personas del planetario les ofrecieron las tiendas de acampar.
Thiago estaba emocionado.
—Sí, papi, seremos como los del viejo oeste, con fogatas, y caballos.
Emiliano sonrió, se alejó un poco a donde había señal, llamó a su padre.
—Mi hermana ya está conmigo.
—¡¿Por qué iba a escapar?! Dile que cuando la vea…
—¡Ya ba
