Capitulo 8

927 Words
El domingo me desperté antes de lo que esperaba, cuando lo hice Isabella seguía dormida. Me pareció extraño levantarme antes que ella pero supongo que ella no era tan desastre como yo, y tenía todos los deberes hechos. Me desperté, y me senté en el escritorio para comenzar a hacer los deberes que tenía pendientes. No llevábamos ni una semana en clases y ya habían comenzado a volvernos locos con las clases, los profesores no entendían eso de tomarse las cosas con calma y cuando vuelves de unas vacaciones, las clases no debe empezar con todo, deberían empezar haciendo deberes en clase, y poco a poco mandar deberes subiendo de media hora, a más tiempo y no todo al mismo tiempo. —¿Qué haces?—me preguntó Isabella. Me gire para verla sentada en la cama. —Deberes—le dije y me miró. —¿Sin haber desayunado?—me pregunto y le enseñe un café en mi mesa—No me apetece ir al comedor pero si quieres te traigo algo—comentó. Me levanté y caminé a mi armario para abrir una pequeña nevera que escondía ahí, le lancé un café de esos ya hechos y unas galletas que tenía en el cajón. Siempre tenía comida en la habitación si como hoy, no me apetecía salir o me entraba hambre a la noche. —Gracias—me dijo empezando a desayunar. Me senté en la silla para volver a mis ejercicios de matemáticas, si podía, mataría a Chiqui por mandarnos tantos ejercicios. —¿No lo haces en clase?—me pregunto y la mire. —¿El que?—pregunte sin entender nada. —Los deberes—me respondió y la mire dejando las ecuaciones. Ella me miró sin entender mi pregunta y como si la respuesta fuera obvia. —¿Cómo haces eso?—le pregunté. Isabela se hizo una coleta. —En los momentos que no hacemos nada, adelantas tiempo—comentó. La mire. —Creo que estoy demasiado distraída con las bromas de Matt—comente y ella rió. —Es muy gracioso—comentó—Aunque no parece tomarse nada en serio—. Era verdad. —Cuando lo conozcas, sabrás que no es verdad—comente y ella asintió. —¿Así que pretendes que nos conozcamos más?—pregunto. Me quedé unos segundos en silencio pensando en lo que me preguntaba. Quería ser amiga de Isabella, me caía demasiado bien, era divertida y demasiado lista, era buena amiga, siempre ayudaba a todo el mundo, y no puedo negar que cuando me defendió, me ganó mucho más. —¿No quieres?—le pregunté. Se quedó en silencio, pensando. —Quiero ser tu amiga—me dijo. —Y yo la tuya—añadió para dejar claro que no era solo ella. Rio. —Aunque no creo que podamos obligar a nuestros amigos a estar juntos—añadió. La mire. —Verdad—comente —Aunque creo que mis amigos te adoran, no hemos hablado de ello pero no creo que nadie pueda odiarte tras defenderme—explique. Sabía muy bien que a Laura le caía bien, y aunque con los demás no había hablado de Isabella, sabía que no les caía mal, a nadie le cae mal Isabella. Todo el colegio la ama por su solidaridad, siempre ayuda a todos, jamás te da una mala respuesta y siempre te regala una sonrisa. Ayuda a los más nuevos a adaptarse, se comunica con los profesores si hay problemas, es delegada y por dios, es Isabella, es un amor de persona. —Solo he hablado con Aiden de ti, le caes bien aunque Aiden no odia a nadie—comentó. Tenía ganas de preguntarle por él, quería saber de su relación, como puede ser que tan joven lleve tanto tiempo con un chico. No niego que es encantador y divertido, siempre está pendiente de todo, de que a nadie le falte de nada y es muy caballeroso, pero no creo que eso sea lo único que necesite alguien en una pareja. —Gracias por lo que me toca—comente divertida. —No quería que sonara mal—dijo nerviosa y la mire divertida pero estaba claro que la pobre no entendía que era broma— Eres muy maja y divertida, por lo que no es complicado cogerle, cariño y Aiden tiene demasiada paciencia, no le molesta casi nada—explicó. —Creo que veremos su paciencia agotada con Matt como compañero—comente. Isabella río. —Deberíamos juntar a nuestros grupos, creo que se llevarían bien—comente y ella me miró—Vosotros sois listos y nosotros atrevidos, tenemos la química perfecta para revolucionar este colegio, y quizás no os haga gracia saltaros normas, pero nos podemos divertir sin ser ilegales—. No quería que se sintiera incómoda, pero por dios, se veía tan seria en ocasiones que parecía más mi madre que una chica de mi edad, necesitaba olvidarse de su madre, necesitaba liberarse de la presión de ser perfecta. Y se que no me tocaba a mi, ayudarla en eso, pero cuando veo a Isabella veo una parte de mi que apague hace tiempo, una parte que siempre quise salvar. —No niego que divertirme un poco sería de agradecer—habló tras unos segundos en silencio. —Prometo que no te van a expulsar—avise. Ella se levantó y se acercó a mí. —Deja que te ayude y así podemos salir antes a pasear—comentó sentándose a mi lado.
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