Capitulo 7

993 Words
Después de estar unas horas viendo a los deportistas meter la pata y caerse, nos aburrimos y decidimos ir al pueblo. No había mucho recorrido, bajamos un poco de monte y ya estábamos. Era un pueblo muy bonito y acogedor, era un pueblo pesquero por lo que gran parte de este era mar, un plan perfecto para cuando el verano comenzaba, bañarse en el mar. El pueblo era pequeño, tenía pocas tiendas, un cine, y dos bares, las casas eran de colores llamativos, según me explicaron era para que los marineros identificaran cuál era su casa. Paseamos por el centro comercial del pueblo, entramos a las tiendas y miramos las cosas, pero no compramos nada, no era una cosa que hiciéramos mucho, solíamos comprar cosas de normal pero no era plan de hoy, el plan de hoy era pasar el día, por lo que al final terminamos yendo al cine para ver una reposición de Grease, —Amo esta película—comentó Laura haciéndome reír. Creo que habíamos visto la película mil veces, en el cine ponían muchas películas, nuevas y antiguas pero nosotros siempre terminamos viendo las mismas tres. —Es una gran película aunque creo que mi favorita es Dirty Dancing—comentó y mi amiga me miró sorprendida. —No puedo creer que elijas una película de baile antes, el arte de los amores que te hacen cambiar—se quejó. —No creo que un amor deba hacerte cambiar—avise. —¿Al menos podemos coincidir cual es la mejor película de amor p*******o?—me pregunto y la mire. —Sé que quieres oír West Side Story pero amo Romeo y Julieta—avise. Mi amiga se desesperó caminando lejos de mi para no soportar mis comentarios, me reí, me gustaba demasiado verla estresada por cualquier cosa, era demasiado divertido que se volviera loca por cualquier cosa y que siempre se quejara. —¿Qué hora es?—pregunté. Luis se paró para mirar su reloj. —La hora de cenar—comentó mi amigo riendo. —¿Nos da tiempo?—le pregunté. Matt se acercó a mí y me abrazó por los hombros. —Te está afectando demasiado convivir con Isabella, ¿Que importa llegar tarde? Un castigo no nos va afectar—me dijo Matt. Le mire impresionada, no era que me molestara, no me gustaba demasiado los castigos del colegio, sobre todo porque la mayoría implican limpiezas extremas, por ejemplo ordenar una sala entera, cosa que me molestaba demasiado, había gente que se encargaba de limpiar, y estábamos quitandolos trabajando, no me importa que nos castiguen ha hacer un trabajo o leer cinco libros pero limpiar es algo que me da demasiada pereza, encima que cuando nos castigaban así, parecía que hacía dos meses que no se limpiaba ese lugar. —Cállate—le ordené riendo. Matt rió. Sin decir nada más caminamos por el pueblo para llegar a nuestra hamburguesería favorita, A4. Era un bar familiar, llevaba varias generaciones ahí, era casi tan antiguo como el colegio por no decir que más, estaba situado en el puerto, era un bar que abría 24 horas, todos los días del año, era bastante lógico, un marinero no tiene hora o fecha de llegada, lo hace cuando no hay más pescado o cuando hay un problema, además que hay muchas personas con insomnio que necesitan estar con personas. El bar es enorme, tiene una zona de lectura, no dan alcohol en ningún momento del día, comida y té si, cafés todos los que quieran pero nunca dan alcohol. La comida que preparaban era deliciosa, lo hacía la madre de la familia, mientras el padre se encargaba de la barra y de un huerto con el que alimentaban a la gente y los dos hijos, atendían a la gente. Entramos al bar que era clásico pero estaba bien mantenido, tenía un estilo de los años ochenta, que seguramente sería la última vez que reformaron el bar, pero aun siendo un estilo antiguo era un bar perfecto. —Hola—saludé a la hija de la familia que limpiaba una mesa. Era una joven de veinte años que estudiaba en la universidad, era muy amable y agradable, siempre sonreía y ayudaba a todo el mundo. —Hola chicos ¿Vuestra mesa de siempre?—nos preguntó y asentí. En una esquina del bar pude ver a Isabella con sus amigos. —Un momento—comente y me acerque a la mesa de Isabella, cuando ella me vio se levantó acercándose a mi. —Hola, qué coincidencia—comento y la mire. —¿Desde cuando las chicas perfectas comen hamburguesas?—le pregunté muy sorprendida. Ella río. —Desde que probamos las hamburguesas de A4—dejó claro. Esta vez me reí yo porque era verdad que eran las mejores hamburguesas del mundo. —¿Vais a comer juntos?—nos preguntó la hija de la familia. Mire a Isabella que no parecía dar mucha importancia, parecía no importarle que comiéramos juntos, como si fuera la cosa más normal del mundo pero no es que fuéramos un grupo unido, aunque podríamos serlo. —Acabamos de pedir por lo que no tengo problema de unir mesas—explicó Isabella. La mire. —Por mi perfecto—comente. Matt se acercó a nosotras y nos miró. —Sentémonos donde queráis pero comamos ya—comentó mi amigo. Terminamos sentandonos juntos, los dos grupos y comiendo hamburguesas mientras reíamos, pasando una buena noche de risas y bromas, como si fuéramos mejores amigos de toda la vida, aunque no lo éramos, nos acabamos de hacer amigos, por mucho que compartimos años en el mismo internado, en las mismas clases, compartiendo espacios, pero a pesar de todo no hablamos, nunca estuvimos en un mismo espacio por más del tiempo necesario, pero ahora, estábamos juntos, en una mesa del restaurante favorito, comenzando una historia, una nueva historia que estaba demasiado interesada en descubrir.
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