La cena no fue tan tensa como me lo había imaginado. Por supuesto, no pude dejar de pensar que Brenda tenía las mejillas rojas porque acababa de coger con mi hermana. Y me atrevo a decir que no fui el único que pensó eso durante la comida. La única que no estuvo presente en la mesa fue Jessica, y me alegro por eso. Esa chica llegó a un punto de irritabilidad tan alto que ya nadie en la casa la soporta. Ni siquiera su propia madre. Brenda agradeció una y otra vez que le hayamos brindado, de tan buena manera, el privilegio de quedarse unos días en nuestra casa y aseguró que en cuanto las cosas con su madre mejoraran, se iría. Camila le dijo, bien clarito, que podía quedarse todo el tiempo que le diera la gana, al fin y al cabo se lo debíamos. Sé leer entre líneas. Ella se refería a todos lo