Por el tono que empleó mi madre, comencé a sospechar que ella sabía que esa “amiga” era Milagros… o tal vez fue solo mi paranoia. ―No, no pasó nada más. ―¿Segura? Mirá que me podés contar lo que sea. ―Sí, mamá, lo sé; y te agradezco un montón por eso. Pero no hubo nada más. ―¿Ninguna le… chupó la concha a la otra? ―Quiso saber Selene. Lo preguntó como si la cosa le importara poco. ―No, nada de eso. Y si mi amiga me lo hubiera pedido… no lo hubiera hecho. ―¿Por qué no? ―Le preguntó mi madre. ―Porque las mujeres no me gustan de esa forma. ―Ah, como pensé que querías experimentar… ―Sí, por supuesto. Me encantaría tener más experiencias sexuales; pero prefiero que sean con hombres. No te voy a decir que me vuelvo loca por la v***a… ―Pero te gusta más que una concha ―Selene completó