―¿Querés darme por el orto? ―Siempre. Y eso fue lo que hicimos. Abundante lubricante. Milagros en cuatro, yo detrás, y a darle duro. Muy duro. Mila chilló y gimió todo el tiempo, lo hizo sin ningún tipo de pudor. Hizo tanto escándalo que todas las mujeres de la familia se fueron acercando de a una para ver lo que ocurría. Mi mamá se quedó mirando un rato, y luego se fue. Esto me sorprendió. Demuestra que Selene también está aprendiendo a no meterse tanto en lo que hacen los demás. Simplemente nos dejó continuar. Fue una sesión de sexo anal bastante larga, le demostré a Mila que ya tengo más aguante para estas cosas y ella dijo: “Mañana me va a doler mucho el orto; pero seguí… vos dame todo lo que quieras”. Después de unos largos y sudorosos minutos, comencé a cansarme de tanto moverme