—Tranquila, nunca le di el gusto. Ay… así… dale tranquilo, ya está entrando bien. Moví mi cadera rítmicamente. Mi v***a ya se movía con soltura al entrar y al salir. Priscila me estaba dando unas buenas lamidas en las bolas que me ayudaban mucho a mantener el m*****o bien erecto. —¿Y qué es lo peor que llegaste a confesarle? —Preguntó Pao. —Sin duda… ah… ah… mmm… qué rico… —junto con Priscila estábamos haciendo un gran esfuerzo por brindarle placer y eso se estaba notando en su forma de hablar y de respirar—. Sin duda lo peor fue cuando le conté que había experimentado la doble penetración. Mientras él daba vueltas para todos lados, como un tigre enjaulado, y se tiraba de los pelos, yo le conté que primero le di una buena chupada de pija a los dos tipos, al mismo tiempo. Después me llev