Tamara y Milagros se perdieron en el pasillo y las escuché entrar en el cuarto de Camila, por suerte mi hermana mayor no las echó a patadas. Quizás todo se iba a tranquilizar. ―¿Ya terminaron con la telenovela? ―Preguntó Jessica―. Si ninguna se manda, lo voy a hacer yo. La miramos sorprendidos. Hablaba en serio, a ella le importaba muy poco lo que había pasado con Camila. Sin esperar a que le dieran ninguna orden, se arrodilló frente a mí y empezó a chuparme la pija con entusiasmo, tal y como lo había hecho Pao minutos antes. Me sentí culpable. Yo debería estar preocupado por Camila, en cambio me quedé allí, sentado en el sofá, disfrutando de lo que mi prima podía hacer con su boca. La muy desgraciada es muy buena, mucho mejor que Pao. Se nota que tiene experiencia en el asunto. No quis