Eso hice. Selene me miró como si me dijera: “Tendrías que haberte esforzado para detener esto”. El problema era que yo no quería detenerlo. Me daba un poco de vergüenza que mis hermanas me chuparan la pija frente a todas las demás, pero era una pequeña cuota a pagar por veintiún minutos de placer extremo… bueno, veintiún minutos suponiendo que todas quieran participar. Con quince me conformo. Paola se puso de rodillas frente a mí. ―¿Esto arranca cuando él tenga la v***a dura? Porque sino ahí sí voy con desventaja… ―Bueno, está bien, podés tocarlo hasta que se le pare ―dijo Mila―. Pero cuando la tenga dura empieza a correr el tiempo. ―Pao… por favor ―dijo mi mamá, haciendo un último intento para que alguien la escuchara. ―Mamá, no estás en la mejor posición del mundo para discutir conm