CAPÍTULO XIII Lynke pasó una noche de insomnio. A medida que pasaban las horas sentía más inquietud, hasta que por fin se levantó de la cama y empezó a caminar de un lado a otro de la habitación. Por primera vez en su vida se sentía frustrado hasta un punto que estaba más allá de la furia y la irritación, y que lo desesperaba. ¿Cómo y dónde podía encontrar a Victoria? En su mente había recorrido todas las posibilidades: salir a buscarla él mismo, recurrir al Rey, volver a San Sebastián. Por momentos la maldecía porque su nota no había sido más explícita. Debo irme porque es más conveniente asi para su propia seguridad y la mía había escrito. Nunca antes había visto su letra y, de algún modo, su escritura de trazos delicados lo hizo pensar en su carita puntiaguda y en sus grandes ojos