Alejandro se paró frente a la puerta de su novia y vaciló. Eran las seis y media de la mañana y aunque le había prometido que vendría a desayunar, no estaba seguro de qué tan temprano lo esperaba. En hora y media tenían que estar en el laboratorio y no quería que llegaran tarde. Al mismo tiempo, no se oía ningún ruido procedente del interior del apartamento. Trató de tocar suavemente pero no hubo respuesta y dudaba en tocar el timbre. Siguiendo una corazonada, intentó abrir la puerta. Estaba abierto, sacudió la cabeza y entró. El apartamento estaba tan silencioso como una tumba y podía ver las cajas vacías que quedaron de la visita de Angela. Sin pensarlo, comenzó a recoger la basura y tirarla. Hecho esto, miró el reloj. Vlaeria necesitaba levantarse ahora para que tuvieran tiempo para qu