Alejandro rodeó el otro lado de la camioneta y le ofreció su codo. Ella aceptó con una pequeña sonrisa y caminaron hasta la puerta de su casa. Por alguna razón, sintió un ligero nerviosismo cuando abrió la puerta y la dejó entrar. Casi todo el tiempo que pasaban juntos lo pasaban en su apartamento o en su oficina. Fuera de ella irrumpiendo en él después de su "muerte", no podía pensar en un momento en que ella había estado en su casa. De alguna manera, reflexionó mientras encendía las luces y conducía a Valeria de regreso a la sala de estar, él era tan reservado como ella, si no más. Sabía que si realmente quería que esta relación durara algún tiempo, había ciertos problemas que tendría que compartir con ella, cosas que una vez había jurado que ocultaría a todos. —¿Es esta tu familia?— p