—¡Agente Alejandro!— era el chico policía que llamaba desde el otro lado de la playa.
Alejandro ahogó un suspiro y se acercó a él.
—¿Qué es eso?— señaló las manos del oficial.
—Es una barra de hierro, señor— el niño respiraba con dificultad y parecía que era Navidad o algo así— El detector de metales lo detectó en la maleza justo dentro del sendero— señaló hacia donde Valeria y él habían salido por primera vez hacia la playa— ¿Crees que podría ser el arma homicida?
Alejandro se encogió de hombros
—No lo sé. Empácalo y procésalo y veremos si encaja una vez que el cuerpo esté fuera
Solo un poco desinflado, el joven asintió
—Podría ser, ¿verdad?
—Mira chico, si hay algo que he aprendido sobre trabajar con los nerds es que no debes sacar conclusiones precipitadas hasta que tengas el cu
