Alejandro miró a Valeria, quien tenía una sonrisa tonta plasmada en su rostro y parecía estar sumida en sus pensamientos
—Entonces, ¿qué vamos a decir cuando lleguemos allí?
—¿Qué?— ella salió de su ensoñación y lo miró como si lo viera por primera vez.
—Cuando lleguemos al laboratorio— señaló por la ventana— ¿Cómo quieres manejar las cosas una vez que lleguemos allí?
—Bueno, sin duda Angela me abordará en cuanto me vea y me exigirá saber cómo fue la cita. Podría mentirle y decirle que fue un fracaso...
—Que ella nunca comprará porque estas muy feliz— intervino Alejandro.
—¿De verdad?— Valeria lo miró con curiosidad— No me di cuenta de eso
—Has estado sonriendo como una colegiala desde que salimos de tu apartamento. No es que me importe ni nada— sonrió— pero ambos sabemos que no haces eso a menos que estés delirantemente feliz.
—Y si eres capaz de determinar eso, Angela seguramente lo sabrá— dijo.
—Sí, así que mejor no le mientas
—¿Crees que debería decirle con quién salí, entonces?
—Eso depende de ti— se encogió de hombros— pero al menos le diría que la pasaste muy bien. Sin embargo, dejaré que te encargues de eso.
—¿Tomar el punto?— ella arqueó una ceja.
—Sí, eso significa que una vez que entremos en el laboratorio, tú tomas las decisiones y yo te seguiré
—Odio las metáforas deportivas— se quejó entre dientes.
Alejandro se detuvo en su espacio de estacionamiento habitual y apagó el motor
—Bueno, Valeria, es hora del espectáculo
—Empecemos entonces— dijo, saliendo de la camioneta.
Entraron juntos como lo habían hecho un millón de veces antes. Alejandro saludó al oficial de seguridad, quien sonrió y les indicó que pasaran. Inmediatamente, Valeria se fue a su oficina y decidió darle algo de espacio.
—Hola, gran hombre— Frank lo saludó con la mano— ¿Cómo estuvo tu fin de semana?
Alejandro se encogió de hombros
—Bastante bien. ¿Y el tuyo?
—¡Fue genial! Conseguí este nuevo...— Alejandro se desconectó cuando el hombre comenzó un discurso de tecno-parloteo sobre un nuevo artilugio que había adquirido y que sin duda costaba más de lo que él hizo en un año.
Observó cómo los nerds a su alrededor cumplían con sus deberes como lo hacían cada vez que estaba aquí. Era como ver algún tipo de baile extraño mientras todos se movían por la habitación en sus diversas tareas. A veces todavía se preguntaba dónde se suponía que un tipo intuitivo como él encajaba en toda su lógica fría y dura, pero lo había estado haciendo durante tanto tiempo que no cuestionaba exactamente cómo funcionaban las cosas; simplemente apreciaba que lo hicieran.
Recordó una época en la que se había sentido tan cómodo aquí como un klingon en una convención de Star Wars. Parecía que él y Valeria no habían hecho nada más que chocar cabezas en cada esquina en esos primeros días. Pero poco a poco habían aprendido a trabajar juntos y a apreciar lo que cada uno aportaba al proceso de resolución de crímenes. Todavía no entendía cómo funcionaba su mente y ella todavía se frustraba cuando él podía intuir cosas que nunca se le habían ocurrido. Pero se había quedado con él todos estos años y lo habían hecho funcionar.
Decidiendo que era hora de rescatar a su novia de Angela, se disculpó con Franky se dirigió a su oficina. Efectivamente, Angela la estaba acribillando a preguntas, mientras Valeria se movía recogiendo su equipo.
—Alejandro— Angela sonrió con picardía— Justo la persona que estaba buscando
Él la miró dudoso, dejándose caer en el sofá.
—Nuestra pequeña genio aquí tuvo lo que parece haber sido una gran cita anoche, pero se niega a decirme con quién fue
—Como dije antes, Ángela— Valeria se volvió hacia su amiga, metiendo las últimas cosas en su bolso— Deseo ser más discreta con mis relaciones personales
—¿Fuiste a una cita anoche, Vale?— bromeó, decidiendo aliviar la presión sobre ella y esperando que se diera cuenta.
Ella lo entendió a la perfección
—Por increíble que te parezca, Alejandro— le sonrió— Sí, lo hice.
—Apuesto a que era feo— dijo Alejandro en un susurro teatral a Angela.
—Tal vez— Ángela no parecía convencida— ¿Era feo, Vale?
—No. Era bastante guapo en realidad
—¿Un espectador entonces?— Ángela insistió.
—No estoy segura de lo que eso significa, aunque era bastante estimulante visualmente.
—Un gran cumplido— dijo Alejandro secamente.
—Bueno, lo era— Valeria estaba cerca de hacer un puchero y podía decir que necesitaban terminar la conversación y salir de ella antes de que se enfadara de verdad.
—Por muy fascinante que sea hablar de tu vida amorosa, Brown— Alejandro se puso de pie y comenzó a cargarle las maletas al hombro— Tenemos una cita con un c*****r en Maryland.
—Está bien— Angela levantó los brazos— Bien. Vayan a hacer su cosa de súper detectives ustedes dos. Pero cariño— miró deliberadamente a Valeria— Me gustaría saber su nombre eventualmente.
—Ella te enviará una invitación a la boda— disparó Alejandro mientras tomaba a su pareja por los hombros y la conducía fuera de la habitación.
Se despidieron apresuradamente de los demás y Valeria le aseguró a Sonia que la mantendría informada de la situación a medida que se desarrollara.
Después de cargar su equipo en la parte trasera de la camioneta, ambos tomaron asiento y Alejandro se preparó para una explosión verbal. No tuvo que esperar mucho.
—¿Hay algo que deba saber, Alejandro Vitale?— ella escupió
—Yo duermo en boxers pero a veces lo hago sin nada— bromeó, manteniendo su tono ligero y esperando que eso la calmara.
—No— ella le lanzó una mirada de disgusto y él salió del espacio de estacionamiento y se metió en el tráfico antes de que ella decidiera pisotearlo.
—¿Qué pasa?
—Tu comentario. 'Ella te enviará una invitación a la boda'— dijo furiosa
—Eso era desviar su atención de ti. Y funcionó muy bien, debo agregar.
—No nos vamos a casar, Alejandro— dijo con vehemencia.
—Nunca dije que lo hicieramos
—Lo insinuaste
—No, sugerí que tú y tu cita fingida que estabas escondiendo de Angela lo harian. Además, ella te conoce mejor que eso.
—Todavía no me divierte— resopló, cruzando los brazos y mirando por la ventana del lado del pasajero.
Alejandro se rió entre dientes
—Vale, hemos tenido una cita. ¿De verdad pensaste que te estaba proponiendo matrimonio?
—No lo sé— murmuró ella primero, luego lo miró— supongo que no
—Tú eres la que no le está diciendo la verdad a Ángela. Sabes que ella puede ser como un pitbull cuando se trata de descubrir la verdad
—Lo sé, pero no es tan simple
—¿Cómo es eso?
Valeria respiró hondo y suspiró
—Si sigo escondiendo tu identidad de Angela, ella me presionará y me suplicará que le diga todo el tiempo los detalles, deleitándose con el misterio del escenario. Pasará horas interminables investigando mis actividades y paradero y, si tengo éxito, concluira que no eres más que un producto de mi imaginación destinado a evitar que me moleste para que "salga" más a menudo. Sin embargo, si te revelo como mi 'cita misteriosa', no solo gritará a un volumen muy alto durante un tiempo incalculable, sino que también se volverá imposible. Deseará saber cada detalle de nuestros compromisos, así como nuestros planes de relaciones sexuales. Sin duda, ella también deseará explorar mis sentimientos sobre el tema y, como no puedo determinarlos por mí misma en este momento, no sabré cómo responderle
—¿Así que no quieres decírselo porque no estás segura de cómo te sientes acerca de todo el asunto?— preguntó suavemente.
—Creo que acabo de decir eso, sí
—Tal vez ella pueda ayudarte a resolver las cosas— sugirió.
—No, en este momento, simplemente deseo poder resolver mis sentimientos por mí misma
—Yo también estoy aquí si me necesitas— ofreció.
Ella asintió,
—Lo sé, Alejandro. Gracias.
—¿Cómo te sientes ahora?
—Un poco eufórica— admitió, sonrojándose levemente— Las últimas cuarenta y ocho horas han sido increíblemente placenteras y realmente he disfrutado de tu compañía
—¿Así que soy lo suficientemente estimulante intelectual y físicamente?— bromeó, recordando su doble fiasco de citas.
—Así es— ella le devolvió la sonrisa.
Movió su mano libre sobre su muslo y le dio un apretón alentador.
—¿Algún otro sentimiento, Vale?— quería que ella supiera que se preocupaba por ella.
—Emoción, supongo— ella sonrió, cubriendo su mano con la suya.
Se sentaron en silencio durante varios minutos, Alejandro concentrándose en conducir y Valeria perdida en sus pensamientos otra vez, aunque todavía sostenía su mano.
—Temor— dijo de repente cuando se detuvieron en un restaurante para almorzar.
—¿Qué?— Él la miró, apagando el auto.
—Siento una gran cantidad de inquietud cuando se trata de nuestra relación de noviazgo— las palabras salieron tan rápido como si estuviera apurada en una confesión— En este momento somos buenos socios y buenos amigos. Hemos compartido una cita increíble y obviamente disfrutamos mucho de la compañía del otro. Hay una atracción física que es innegable, sin embargo, me pregunto si todo eso se desvanecerá una vez que...— se detuvo, incapaz de continuar.
—¿Hagamos el amor?— terminó por ella.
Ella asintió, luego sacudió la cabeza con frustración
—Esto es ridículo, lo sé
—Oye— la llamó en voz baja, levantando la barbilla de ella para mirarlo— Yo también estoy nervioso, ¿sabes?
—¿De verdad estas nervioso?— preguntó mansamente.
—Sí— asintió, dejándola leer la verdad en sus ojos— Lo estoy. No quiero estropear las cosas entre nosotros más que tú.
Ella asintió, soltando un suspiro. Él sonrió y plantó un suave beso en sus labios.
—Vamos a conseguir algo de comida, ¿eh Vale?— inclinó la cabeza hacia el restaurante.
Su estómago gruñó en respuesta y se rieron, dirigiéndose al restaurante tomados de la mano.