CAPÍTULO VI A la hora del almuerzo los niños volvieron a casa. Después de que Minerva les Sir viese lo que era en realidad una comida muy frugal, volvieron con sus respectivos maestros, a continuar con sus clases. David continuaba hablando de caballos. Minerva sabía que, si el Conde se quedaba por mucho tiempo, sería difícil evitar que fuera a las caballerizas. Generalmente, los niños se comportaban muy obedientemente. Pero la excitación por lo que estaba sucediendo en el Castillo hacía difícil que comprendieran muchas cosas. Debido a que el Castillo había estado vacío durante tanto tiempo, crecieron acostumbrados a poder recorrerlo a su gusto cuando querían. Los cuidadores les recibían de buena gana, porque estaban haciéndose demasiado viejos como para caminar hasta el pueblo a vi