—3, 2, 1… ¡Paf! El estante emitió un fuerte ruido en el instante en el que tocó el suelo. Cameron soltó un suspiro de alivio, mientras que a su lado, su primo terminaba de empujar el mueble para que calzara a la perfección en el espacio designado. —Que alegría —sonrió ella. Y es que luego de varios días rodeada de tonos pasteles, muebles ornamentados y objetos femeninos, Cameron había conseguido por fin regresar su cuarto a la normalidad… ¡Victoria para la chica tomboy! Albert sonrió, aparentemente conforme con su trabajo. —Bueno, así se quedará hasta la siguiente crisis. —¿Te he dicho que eres el mejor primo del mundo? El chico le dirigió una sonrisa burlesca, mientras hacía a un lado el mechón de cabello castaño que colgaba sobre su rostro. Últimamente había optado por dejars