Dejó el delantal sobre la mesa de la cocina y salió. Entró a la estancia despacio, tratando de tranquilizar su corazón desbocado, no lo había visto desde que llevo al niño el día de la primera audiencia, las ocasiones posteriores, siempre era Mario quien se llevaba y regresaba al niño. Estaba de espaldas observando la pecera, llevaba el pelo muy corto y vestía muy formal, pero incluso así, era el mismo hombre de espíritu libre y apasionado, de carácter fuerte y el objeto de su deseo, de su amor. __ ¿Qué estás haciendo aquí? —se volvió para mirarla y algo en su expresión le dijo que no eran buenas noticias, que no iba en son de paz— ¿Qué sucede? __ No temas Helena,