Nada más bajar del jeep corrió a la cerca que se extendía a un costado de los establos donde algunos sementales pastaban intranquilos, jugueteando entre ellos. El niño estaba absorto por la escena de los caballos trotando, era un niño hermoso, sano, feliz, tenía la piel aceitunada de la madre, unas facciones suaves, las mejillas arreboladas y regordetas, un rostro totalmente infantil. No entendía qué era lo que quería encontrar en esa inspección profunda a la que lo sometía cada vez que lo tenía cerca desde el día que lo conoció. Bueno su madre y él estuvieron juntos antes que ella huyera del pueblo y había estado haciendo cuentas, cavilando, sospechando y una idea se le meti