¡Vaya! Se sorprendió a sí mismo, se proyectó demasiado en el futuro. Helena ya le había trastornado una vez la vida y ahora lo estaba volviendo un lunático, un tonto sentimental. La deseaba y la había deseado durante los últimos seis años, como un idiota enamorado, solo que ahora era peor. Deseaba enormemente ser el padre de su hijo y tenerlos a ambos bajo su techo, a ella en su cama para disfrutarla noche con noche y a él, en la habitación de al lado para verlo crecer, para protegerlo y educarlo. __ ¿Está molesto conmigo? —lo sorprendió la vocecilla tímida del niño, estaba sentado en el sofá del salón principal, con los pies colgando por la orilla. __ Claro que no, ¿