Esposa digna.

1016 Words
Mónaco, días después… Él príncipe ha vuelto de estar pasando algunos días de vacaciones con su amante, aunque en realidad estuvo refugiado en su casa pasando agradables momentos en sus brazos, pero ha llegado el momento de volver a su hogar, necesita ponerse al día con todas sus obligaciones, intenta no pensar en nada que no sea su labor como heredero de la corona pero se le dificulta al tener que ver de nuevo a una de sus “malvadas” niñeras de la infancia. La semana para él es normal y sigue con sus funciones dándose cuenta de lo que le gustaría hacer cuando sea rey. —Sabes que a tu madre no le gusta verte tan disperso —interviene el príncipe Guillermo, padre de William —supe que se filtraron fotos de tus vacaciones. —Desgraciadamente, esa no fue mi culpa —se acomoda la corbata —yo solo hice lo que me dijiste, me fui con Ana Rose un tiempo antes de ser llamado por la reina para cumplir con mi deber dentro de la familia. —No has cambiado nada, como siempre haces las cosas mal —resopla —te dije que te fueras con ella sin que nadie se enterara y ahora hasta tu abuela está al tanto de juergas, sabes en qué posición nos pone todo esto y no es una que yo pueda controlar.Tu madre empieza a comportarse cada vez más como una reina autoritaria y cabezota y ahora se le ocurrió que necesitas más que ser solo un duque. —Pero… —resopla —con el ducado no me queda tiempo de nada, la gente espera que comparta con ellos, pero entre eso y mis cosas no tengo tiempo para nada más, ni siquiera duermo y ahora solo puedo pensar en cuál será la nueva ocurrencia de mi madre. Tres años después… La conversación entre el príncipe y su madre fue un completo misterio, nadie sabe a ciencia cierta de qué hablaron, lo único que se sabe es que desde ese momento William cambió de nuevo y se volvió más introvertido y una máquina del trabajo. Tuvo que empezar a poner distancia en su relación con Ana Rose puesto que es evidente que ella empezaba a querer ponerle un nombre a su relación además de esa vez en que insinuó que quería casarse las cosas se limitaron a salir en las penumbras esquivando a los paparazzi. —Su majestad, —lo saca de su ensoñación —la reina Victoria lo atenderá en unos momentos —él asiente viendo aparecer a su padre. —¿Sabes de qué trata todo esto? —él duque niega con la cabeza —¿tiene que ver con el ultimátum de mi madre de hace tres años?. —Pueden entrar —aparece el mismo empleado de su madre quien parece dispuesto a tomar nota de lo que va a pasar en la reunión. —Madre —entra unos momentos después, y le hace una reverencia tal como dicta el protocolo real —aquí estoy conforme lo solicitaste. —Bien, siéntate —le habla con formalidad y gran frialdad, algo a lo que William está más que acostumbrado pues nunca ha habido intimidad entre ellos como madre e hijo. —Su majestad —saluda el duque con formalismo —hijo —asienten mientras el secretario de la reina empieza a tomar apuntes. —Les convoque porque ya estás —mira a su hijo —en edad de contraer matrimonio, tienes 26 años y es momento de que hagas parte de manera más activa en la corona —él asiente nervioso —; William tienes dos opciones —la escucha atento —la primera es ciertamente benevolente de mi parte, puedes elegir ¿tienes alguna novia y candidata para esposa? o la segunda te busco una esposa. Hay una lista de señoritas ilustres que podrían dar con la talla para ser reina en un futuro. —Madre yo... —habla en voz trémula —Ana Rose, creo que ella cumple con las características de lo que pide la corona de una —se pone nervioso pues en el fondo sabe que Ana Rose no es la persona indicada pero es la única con quien siente confianza para casarse pues no se ve iniciando a una virgen. —No te atrevas a decirlo —se muestra disgustada y su esposo mantiene el silencio —no tiene la educación que se requiere y apuesto a que ya la llevaste a la cama ¿o me equivoco? —William guarda silencio —esa joven no puede y nunca, óyeme bien William de Mónaco nunca será tu esposa y menos mi sucesora —frunce el ceño colocando rígida. —Podría ser Olivia —propone nervioso barajando su segunda posibilidad y resignado a que no será Ana Rose. —Es la hija de un aristócrata y tengo entendido que va a recibir un título nobiliario. —Menos, no cumple con los estándares que requiere —resopla —es... —mueve la cabeza —no puedo creer que te guste para esposa una mujer sin virtud alguna —suspira —, además es bien conocido que no tiene la educación que se necesita para una señorita y menos ser la princesa que necesitamos, recuerda que la reina consorte debe cumplir con ciertos estándares —él traga saliva, desde que era un infante no se sentía tan indeciso —necesitas a una esposa que cumpla con ciertos estándares, una señorita decente y preferentemente virgen. —William hijo —interviene el duque —debe haber alguna muchacha que cumpla con las características para ser tu esposa y además te sientas identificado en algo con ella... entiendo que eres muy joven, pero la carga de la corona empieza a ser pesada para tu madre y no puedes renunciar a tu derecho de nacimiento, sabes que eres el indicado para ser rey, es tu deber con el pueblo. No abandones, estoy seguro de que hay alguna jovencita sin pasado tortuoso con quien te puedas casar… —sentencia viendo que su hijo se ha quedado pálido.
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