La cabaña

1827 Words
Capítulo 2 La cabaña El viaje de dos horas había sido aburrido para Anne, en todo el camino solo contaba las gotas de lluvia que chocaban contra la ventanilla del auto y la recorrían hasta desaparecer. El pueblo de Phemking era un lugar pequeño, el casco central era donde todos iban a hacer compras, ahí había todo lo que supuestamente necesitaban para subsistir. Las tiendas de ropa, panaderías, supermercados, entre otras tiendas que Anne no había podido distinguir nombres, pero eso era lo más interesante de ese sitio, algo que había despertado su curiosidad era que pronto habría una feria en el campo al norte del pueblo. —Y dime Any, ¿Cómo están las cosas en la ciudad?— Empezó su padre para entablar una conversación, y que no hubiera tanto silencio. Anne dejó de mirar por la ventanilla y con poco ánimo respondió. —Lo mismo de siempre, soleado— El padre de Anne, formó una línea con sus labios suspirando. —Ah, comprendo, no crees que vas a extrañar el sol de California— Ella movió su cabeza a los lados. —Sí, hay una cosa que no extrañaré de allá, es el sol— Él sonrió con tristeza. —Tampoco te gusta el frío de Phemking y la lluvia— Anne se limitó a encogerse de hombros. —Soy complicada, considero que lo dejaremos, en que me gusta venirte a visitar... Pero no el lugar donde vives— Volvió a reír rascando su cuello y tomándola decisión de dejar el tema, dejó de hablar. Los silencios largos era algo normal en su hija, por lo tanto, prefería dejarla en "Paz" para que ella no se sintiera presionada. Cuando estuvieron en el área “comercial" algo llamó su atención, tuvo que mirar varias veces para estar segura de que no estaba equivocada, pero era cierto, lo que observaba era tan real como que se llamaba Anne Watts… —¿Papá, que ocurrió ahí?— Su padre giró la cabeza del lado derecho para poder mirar lo que Anne señalaba. —Ah, eso… Bueno, hace dos meses hubo un incendio, fue algo horrible, todos pensamos que se iba a propagar, pero por fortuna los bomberos hicieron su trabajo y lograron extinguir las llamas— Ella se quedó pensativa por varios segundos y volvió a mirar, estaba distraída contemplando la institución mental de Phemking totalmente desolada, dentro se extendía una penumbra y desolación que hacía sentir escalofríos, las paredes teñidas de manchas negras por unas llamas que habían consumido el lugar. También uno que otro vidrio roto y varios gráfitis pintados por algún ocioso que habría pasado por aquel sitio que ahora era aterrador para cualquier niño que pasara por ahí. —¿Sabes cuál fue la causa del incendio?— Se atrevió a preguntar Anne a él, que solamente hizo una mueca negando al tiempo que encogía sus hombros. —Muchos dicen que fue un accidente que empezó en la cocina, pero hay muchas vertientes. —Oh— Expresó con cierto sentimiento de temor. Miró una última vez y preguntó —¿ Y los pacientes de ese lugar, dónde están?. —Fueron trasladados a otra institución mental, está fuera del pueblo, a unas 3 horas de viaje en coche— Mientras el hombre hablaba, ella observaba. Pero notó algo extraño, como si alguien se hubiera asomado desde una de las ventanas del lado derecho. Ella parpadeó varias veces, pero al fijarse otra vez, no había absolutamente nadie. Ignoró ese pequeño evento y se concentró en su padre que hablaba sobre aquel incidente ocurrido dos meses atrás. Según su progenitor, ese tipo de cosas eran muy difíciles de pasar en Phemking, ese lugar era muy tranquilo y eventos como el incendio de la institución mental, eran cosas que pasaban solo cada 400 años (para exagerar la situación) La entrada a la cabaña de Simón, su padre. Era un camino rocoso, a los lados había árboles altos que al anochecer le daban un aire tenebroso al sitio, cuando por fin llegaron al final del sendero, ahí estaba la acogedora cabaña. La fachada era simple, un barandal de madera con tres pilares grandes desde el suelo hasta el techo, una puerta de entrada y a los lados dos ventanales de los cuales salía una gran iluminación. Para poder pasar la entrada se debía ir por el lado derecho, donde se situaban unas pequeñas escaleras. Anne bajó de la camioneta avanzando lento hacia la cabaña, las gotas de lluvia caían sobre su enorme sudadera, apretó el paso para no mojarse, pero al levantar la vista, notó el amplio círculo sobre la cabaña que permitía ver las estrellas, era la única parte que no estaba cubierta por árboles y le parecía hermoso. Pasó las escaleras y luego la puerta principal, afuera su padre se encargó de su equipaje mientras ella contemplaba el interior del sitio, todo lucía igual que siempre, la sala no era muy grande y solo tenía tres pequeños sofás de cuero color marrón. La chimenea, en medio de la sala y la cocina a la izquierda, se asomó y en definitiva seguía igual que hace un año. Una mesada al fondo liza color crema, la cocina empotrada en la pared al igual que el refrigerador y en medio un juego de comedor con cuatro sillas de madera. Aquél hombre era realmente solitario, no tenía a nadie más con quien compartir que no fuera ella. Ni siquiera se había preocupado por quitar el dibujo que le hizo hace dos años, del refrigerador, todo estaba tal y como lo había dejado. Anne a veces se preocupaba por él, no quería que estuviera tan solo, pero si ella le planteaba la idea a su madre, de mudarse a Phemking con su padre, ella iba a enloquecer y luego tendría que internarla y eso era algo con lo que no podría cargar en su conciencia. Su padre entró a la cabaña dejando el equipaje en el suelo, respiró sonriendo para expresar con aire de confianza. —Y bien, ¿Quieres cenar?— Anne intentó no demostrar aburrimiento con la idea de que era lo único que harían durante varios meses de vacaciones. Solo le quedaba la esperanza de ir a la biblioteca para leer, pasear por la plaza de Phemking y también visitar esa feria que había visto en un afiche enorme que avisaba a todo el que pasara por la calle principal del pueblo. —Sí— Terminó respondiendo con una forzada sonrisa. Mientras él preparaba la cena, ella desempacaba arriba en su habitación. Al entrar sintió un poco de nostalgia, miró su cama individual con la misma sabana que había tendido el último día que estuvo ahí, todas sus cosas estaban organizadas en el escritorio donde estaba su computadora, también la cómoda donde ponía los accesorios que tenía un espejo mediano pegado a la pared, poseía las fotos que había tomado a los paisajes del pueblo el año pasado. Porque eso era algo que tenía Phemking, podía ser un lugar pequeño y aburrido, pero sus paisajes eran muy hermosos y dignos de ser admirados. Ella se acercó al closet para abrirlo y empezar a meter su ropa en ganchos, al terminar su padre la llamó desde abajo para que fuera a cenar. Ya en la mesa del comedor ambos cenaban en silencio, ese hombre era muy buen cocinero, siempre fue algo que halagaba la madre de Anne. —Cariño, mañana iré a trabajar temprano, te dejaré todo listo para el desayuno y almuerzo, solo tendrás que meterlo al microondas— Anunció su padre. —Está bien — Siguió comiendo, pero luego se le ocurrió una idea —Papá— Empezó —¿Sí?— Replicó él, metiéndose un bocado del pastel de carne a la boca, al tiempo que levantaba su cabeza para ponerle atención. —¿Crees que pueda ir a la biblioteca en la mañana?, quiero buscar algo para leer— Él se limitó a encogerse de hombros. —No hay problema, quizás hasta conozcas una amiga y así no te aburres tanto estas vacaciones, sé que no soy la persona más animada del mundo— Pronunció con una sonrisa de tristeza, Anne llevó su mano para ponerla sobre la de él mirándolo a los ojos. —No me importa, me gusta venirte a visitar. Ya te lo he dicho, a pesar de que Phemking no es de mi agrado, me gusta verte y si debo ir a Alaska para poder verte, hasta allá tomaré un avión — Terminó con una sonrisa de comprensión. Aquél hombre de sonrisa triste y arrugas en los ojos, cambió esa expresión y para romper el hielo la invitó a ver una película en la televisión de la sala. Ella aceptó para complacerlo y a pesar de que él se quedó dormido a mitad de la película, le pareció un momento agradable para compartir juntos, luego de que la película terminara, Anne lo levantó para que se fuera a la cama. —Vamos, ya es hora de que vayas a dormir. —Aún debo lavar los platos— Respondió soñoliento con un bostezo atravesado. —Tranquilo, yo lo hago, ve y duerme— Él besó la frente de su hija y se fue a su habitación para descansar. Anne caminó a la cocina para recoger todos los platos, puso música en su teléfono y se llevó los auriculares a las orejas. Pasaron 10 minutos mientras arreglaba la cocina, y por alguna razón levantó la vista y frente a ella, había una ventana que le daba visualización hacia el patio trasero y el bosque. De pronto se quedó embelesada mirando los troncos de los árboles, la música se terminó y salió de su ensoñación. Sin embargo, cuando bajó la cabeza para tomar el teléfono de su bolsillo y poner otra canción, volvió a subirla y algo parecido a una sombra que se distinguía estar observándola, pasó tan rápido cerca de la ventana que la hizo retroceder dos pasos… Volvió a asomarse y no había absolutamente nada, es como lo que le había ocurrido al ver la ventana de aquella institución mental. A pesar de que por dentro el miedo a no saber qué acontecía, la inundaba, ella tomó un cuchillo y salió por la puerta principal hacia el patio para investigar que era aquello que había visto. Los grillos se escuchaban como una orquesta sinfónica, al igual que otros insectos y animales que había en ese amplío bosque, el frío traspasaba su sudadera y la lluvia mojaba su cabello n***o que ya no estaba cubierto por la capucha de su sudadera, miró a todos lados, pero no obstante, lo que sea que vieron sus ojos, ya no estaba en ese lugar… Regresó a la cabaña para cerrar bien puertas y ventanas e irse a la cama. Luego de ponerse la pijama se metió bajo las sábanas y cerró los ojos esperando que lo que pasó solo haya sido producto de su imaginación. ***
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