Nora prepara un té relajante para darle de tomar a Nadia antes de aplicarle una inyección. Le advierte que el proceso que le hará será doloroso, por lo que tendrá que dormirla para que no sienta nada. Nadia acepta y deja que la anciana proceda. Después de aproximadamente doce horas durmiendo, finalmente ella despierta, pálida y adolorida. Nora le advierte que aún no puede levantarse y la ayuda a ponerse cómoda para alimentarla y recuperar fuerzas. —¿Logró quitarlo? —pregunta ella con la mirada perdida y la voz lánguida—. ¿Consiguió arrancarlo de mi vientre? —Ya está todo hecho, ahora solo debes recuperarte y no pensar en nada. Este proceso es muy delicado y no dejaré que te muevas de la cama por al menos una semana hasta que esté segura de que todo va bien. Las cosas se complicaron y p