—¿Crees que alguna vez Egil llegue a amarme como lo hizo con mi hermana? —pregunta Adelaide a Irene con una desazón que no consigue ocultar. —Mi sobrino ya siente algo por ti, querida. Que aún no lo admita es otra cosa, pero no me cabe la menor duda de que hay algo de amor en ese corazón por ti. Una muestra de eso es esa gargantilla que te dio y que era de su madre. Él no se lo daría a nadie a menos que sienta algo especial. Las mujeres se quedan un tiempo largo comentando todo lo que pasó la noche anterior. Irene siente mucha ilusión de que Adelaide al fin pueda darle una familia real a su sobrino. Le encantaría que ella quede embarazada, aunque las posibilidades de que eso ocurra en la primera noche no es al ciento por ciento seguro, todo depende de lo que el destino disponga para ello