Olivia trata de cubrir la herida de su cuello, no pensó que alguien vendría a este lugar, ya que, ella ha estado corriendo tanto como ha podido, lejos de todo, y es que, nadie viene al palacio de la princesa a tan altas horas de la noche, no cuando se está dando una fiesta tan importante como la de máscaras.
Ella recuerda quién, y cómo debe comportarse como lo que era, una princesa. Así, es como vuelve a colocarse su máscara, una que cubre su precioso rostro, nadie imaginaria que es la princesa del reino sur, en cuestión, al menos, alguien que no fuera de allí, no la reconocería.
—Me temo que este es un curioso malentendido. —Olivia responde con rectitud, como si hace unos minutos no estuviera a punto de hacerse daño. —Solo estaba arreglando mi atuendo. —Sin alguna otra explicación, Olivia decide que es momento de irse.
Pero un fuerte agarre en su muñeca la detiene, era aquel extraño, que, ante ella, es un imponente hombre, aquel que viste en un precioso traje de azul rey, su mascara cubre su rostro a medias, dejando su reluciente y arrogante sonrisa a la luz, Olivia siente un ligero puntazo en su pecho, no sabe la razón, pero, a pesar de que estaba a punto de cometer suicidio, aquella sonrisa se le hace atractiva.
—¿Arregla su atuendo sola en medio de la noche? —La voz del hombre frente a ella la hace temblar, es fuerte y segura de sí mismo, se ha quedado sin habla. Ella evita que vean su rostro, y se da la vuelta, pero al hacerlo, su cuello le duele. —Sé lo que mis ojos han visto, señorita. —Murmura él.
—No ha visto nada, señor. —Responde Olivia. —Déjeme ir y esto será solo un recuerdo amargo. —Ella habla con seguridad y se expresa como lo haría una mujer de su clase y posición. —Si sería tan amable de soltarme. —Ante esto, en lugar de soltarla, aquel hombre solo hace su agarre más firme.
—Solo júrame que no hará nada contra su integridad física. —Olivia sonríe, con ironía, sus planes se han visto frustrados y reconoce que ha tenido un arrebato de adrenalina mezclado con otros sentimientos.
—Le aseguro que no haré nada. —Olivia, muy lista no dice específicamente a que se refiere e intenta irse nuevamente, pero, simplemente el hombre no la suelta.
—¿Qué es lo que la llevó a tomar esta decisión tan horrible? —Nuevamente, el hombre pregunta y la paciencia junto con la desesperación de escapar, se forman en Olivia. —La vida es magnífica y bella, ¿Por qué acabar con ella? —Para este hombre, era simplemente imposible imaginar que aquella mujer quería suicidarse, sabe lo que vio, no estaba loco.
—No puedo darle detalles, pero, creo que, si simplemente acabara con mi vida, el mundo seguiría como si nada, el reino de Escalante seguirá como si nada. —Esto último, Olivia lo susurra, y aquel hombre no ha podido escuchar lo que dijo, lo cual lo frustra bastante. —Y solo le diré que, toda mi vida he pasado bajo las órdenes de otros, no me importa si vivo o no, los placeres de la vida no son para alguien como yo. —Esto se ha escapado de Olivia, de hecho, ha hablado sin pensar, pero ¿Qué le importa realmente?
—Puedo demostrarle lo contrario. —Responde el hombre que aún la sostiene. Y en un gentil movimiento, toma su rostro (apartando la máscara que cubría este), y ambos se miran, Olivia puede apreciar el rostro del hombre que no es cubierto por la máscara y el extraño, aquel que ha interrumpido los planes de Olivia al último minuto, ha quedado deleitado con ella, observa cómo sus labios son tan rosados como un dulce, y su piel tan pulcra y aparenta ser suave, no hablemos de su hermoso y largo cabello, uno que es tan rizado como un remolino, por supuesto, sus ojos, azules como un zafiro, él, ha quedado prendado de su apariencia, eso que ni siquiera sabe quién es.
—¿Qué es lo que quiere decir? —Olivia, que pareciera conservar parte de su inocencia, no sabe a que se refiere, placeres son muchos, pero, jamás conoció cuál era el placer que podía experimentar una mujer.
—Le enseñaré a vivir, una mujer como usted, con su cuerpo, debe vivir. ¿Me permitiría hacerlo? —Olivia está dudando ahora mismo, no sabe que responder, ha conocido a este hombre hace menos de unos minutos y le está proponiendo tener un encuentro con él. ¿era lo correcto? ¿irse con un completo extraño?
Olivia que no ha dado respuesta alguna puede sentir su pecho agitarse, primero por el cálido tacto de aquel hombre y segundo porque, está teniendo una idea que cambiaría todo por completo.
Ella decidió que, si acabaría con todo, al menos debería hacerlo a lo grande. Después de todo, ¿Qué pensaría el marqués de Valentino al saber que su futura esposa ya no conservaba su pureza? Y que otro hombre, un extraño, lo había hecho, para cuando ella deje una carta que cuente como todos en el castillo de Escalante se ha puesto de cabeza, quienes sin dudarlo le dieron la espalda y por supuesto, se dejaron envenenar de su prometido un supuesto hombre ejemplar, sumada con las atrocidades acciones del marqués de Valentino, la desgracia caerá sobre todos lo que alguna vez la lastimaron.
La idea le gusta.
—Muéstreme los placeres que no conozco. —Responde Olivia, sorprendiendo al hombre que se encuentra delante de ella, y sonríe, no había nada que él no pudiera hacer. Era una promesa que se encargaría de cumplir.
El cuerpo de Olivia se siente extrañamente aliviado, es como si de alguna manera ella estuviera a salvo, con ese extraño, también, no le importa en lo absoluto si alguien la está buscando, quizás pensarían que fue a dormir o que está con sus damas de compañía, tampoco le importa saber si su futuro esposo la estaba buscando. Podría irse mucho al infierno, es lo que ella piensa y de esta manera, solo se deja llevar por el momento, quería vivir, vivir mucho, antes de buscar su propia muerte.