Locas Historias Raras

Ciudad Eta

Poco más de un año había pasado desde que Abril llegó a Ciudad Eta. Al principio fue muy complicado todo, cuando menos su mamá tenía allí una amiga que las recibió, tenían un techo donde dormir y comida diaria asegurada. Su madre, inmediatamente realizó los trámites necesarios, para que Abril llegara sin complicaciones al semestre que había dejado en Ciudad Ni. Aun cuando Abril quería ayudarla trabajando, su madre no se lo permitió. Al pasar por todos esos momentos difíciles para ellas, Abril descubrió una fuerza imponente en su madre. Solía ser ama de casa, pero consiguió un empleo rápido como modista. No usaron las tarjetas que llevaban: "Ese dinero es de tu padre, y te juro que le voy a pagar lo que me gasté en los boletos de avión," le dijo alguna vez. Se empeñó y trabajó arduo, le llevó poco sobresalir en la empresa y se convirtió en Coordinadora; lo cual fue una bendición, porque Abril ya estaba en los primeros semestres de la Universidad. Se mudaron a un apartamento, pequeño, pero era suficiente para ellas dos.

Abril observaba el cambio en su madre, podía ver un brillo diferente en sus ojos, pero cuando mencionaba a su padre le cambiaba el humor. Aún estaba dolida. Fue difícil para ella coordinar llamadas, y más complicado hacer video llamadas.

-Bueno, los dejo, ustedes dos querrán platicar – le dijo su madre a ella y a Augusto. -Voy a aprovechar para ir al supermercado, Abril – agregó y besó su cabeza.

-Está bien mamá – y su madre abandonó la habitación.

-¿Cómo está papá Augusto? –Preguntó Abril.

-Pues sigue buscándolas, y no deja de presionarme para que le diga dónde están. Está muy desesperado - al fondo se escuchó el sonido de una puerta, su madre acababa de salir del apartamento. –Es un milagro que no se lo haya dicho ya. A veces lo encuentro llorando Abril, siempre me dice lo mismo, que ama a mamá, que las extraña y que si fuera un buen hijo, le diría dónde están. Sé que quiere chantajearme, porque yo soy un buen hijo – Augusto usó un tono engreído en la última frase que dijo, y ambos comenzaron a reír. Pero fueron interrumpidos, cuando la puerta de la habitación de Augusto se abrió de improvisto.

-¡Abril! –Ese era su padre, que le rodaron algunas lágrimas por las mejillas.

-¡Hola papá! –Abril habló tranquila pero emocionada, rodándole también algunas lágrimas por sus mejillas. Había pasado mucho tiempo desde la última vez que se vieron, lo extrañaba. Aunque siempre le pedía a Augusto, que de manera disfrazada le dijera que ella lo amaba y extrañaba demasiado, ya que él no podía sospechar, que se comunicaban desde el primer día que ellas llegaron a Ciudad Eta.

-¡¿Dime dónde están?! –Le ordenó.

-No puedo papá. Te amo y te extraño mucho. –Abril le habló con calma.

-¡Yo también, las amo y las extraño mucho, quiero ir por ustedes! –Insistía su padre, haciéndole notar su angustia y honestidad en sus palabras.

-Mamá no quiere verte todavía –Abril sabía que eso le dolería a su padre, trató de decirlo lo más dulce que pudo.

-Tu madre y yo necesitamos arreglar esta situación, no puedes sólo obedecerla a ella señorita, ¡sigo siendo tu padre! ¡¿Dónde están?! – le dijo en tono más severo y desesperado.

-Lo siento, no puedo – al fondo del departamento, Abril escuchó de nuevo la puerta y la voz de su madre.

-Soy yo mi niña, olvidé mi celular, ¿sigues hablando con Augusto? –Los pasos se acercaban y Abril se sintió un poco nerviosa, todos abrieron los ojos con sorpresa y Abril reaccionó.

-¡Los amo! –Inmediatamente ella colgó la llamada. Se preocupó por Augusto, definitivamente recibiría un regaño y hasta un castigo de su padre, por ocultarle que ellos hablaban seguido.

-No mamá, ya colgamos. ¿Quieres que te acompañe? –Abril abrió la puerta antes que su madre.

-Sí, vamos – y ambas salieron del apartamento conversando trivialidades.

Un par de días más adelante, Abril volvió a hacer una video-llamada con Augusto, pero en esa ocasión estaba su padre con él. La conversación fue un poco más tranquila, le preguntó acerca de sus estudios, si necesitaban dinero y cómo estaba su madre.

-Siento que ustedes dos están en complicidad por su madre, ¿y yo qué? –Su padre no pudo evitar escucharse resentido.

-No es así papá, estamos tratando de no estar en medio. Sé que mamá y tú deben arreglar la situación, pero ella no quiere todavía. Yo me moría de ganas de verte, conversar, así como hoy, pero no sabía cómo decirte que no puedo decir nada. Sólo quiero que pienses en esto, si aquel día que mamá dejó la casa se hubiera ido sola, nadie sabría nada de ella, al menos conmigo aquí sabes que ella está bien –Abril vio como su padre entendió lo que ella decía.

-Está bien. ¿Cuándo hablan entre ustedes? Me gustaría estar aquí para verte también – le dijo su padre un poco más resignado.

-Deja que Augusto te diga cuándo, siempre varía. Augusto con la escuela, yo con la Universidad, mamá en el trabajo y tú… -Abril volteó a ver a Augusto, y después a su papá. –¿Habría que coordinarlo por medio de tu secretaria? –Augusto no sabía los detalles del por qué sus padres se habían separado. Su padre miró a Abril impresionado, jamás sospechó que su madre le hubiera dicho algo, y mucho menos que ella tuviera esa actitud comprensiva hacia él.

-No, ya no hay secretarias en la empresa, todo es directo conmigo – respondió totalmente serio.

-¡Eso es perfecto! Entonces sólo deja que Augusto te diga –Abril le contestó sonriendo y satisfecha con el comentario, se despidieron.

Algunos días más pasaron. Abril, sentía que era sólo cuestión de tiempo para que la situación entre sus padres se arreglara, y de esa manera pudieran regresar a Ciudad Ni.

‘Ciudad Ni… Seth’ Pensó, cerró los ojos y la sensación la recorrió. ¿Por qué aún lo recordaba? Estaba en clase, se sacudió y prestó atención al profesor.

Caminando por el pasillo con dirección a la siguiente clase, un cartel en la pizarra de anuncios llamó su atención:

BANDA OMEGA

Presentación: Viernes 10 y Sábado 11 de Octubre

Lugar: T Bar

Hora: 8pm

De nuevo su nombre apareció en su mente, y una sonrisa se dibujó en su rostro -Seth - murmuró.