La semana transcurrió y todo estuvo muy tranquilo para Valeria, sin encontrarse con Adrien, sin pensar en él, pero tenía que mantener su mente ocupada para no pensar en lo cerca que estaba de su esposo y que ambos ni se dirigían la palabra. Muchas veces se quedaba en su oficina refugiada, para evitar las preguntas de los curiosos que querían saber cómo iba su matrimonio con el CEO. Aunque no debía, guardaba las esperanzas sobre que su matrimonio en algún momento iba a funcionar, quizás era absurdo, pero no tanto como sonaba, sobre todo después de ese sábado en la noche. Miró la hora cuando escuchó un ruido en la entrada de su casa, eran las dos de la madrugada, se asomó a la ventana después de ponerse el camisón, ya que para mas comodidad solo dormía desnuda, últimamente le molestaba do