Su Alteza Real no había olvidado lo que Serla le dijera. Insistió en que realizaran un pequeño recorrido incluso antes del almuerzo. El salón chino, del que tanto oyera Serla hablar, era tan fascinante como esperaba. No se lo mencionó al Príncipe, pero recordó a su padre contarle que había enviado un agente a China al objeto de que le adquiriese mobiliario para aquel salón. El costo había sido de casi setenta mil libras esterlinas, y sólo en lámparas se gastaron cuatro mil. Sin embargo, todo era tan bonito, que Seria pensó que valía cada penique empleado. El Marqués no dudo de que su entusiasmo era auténtico. A Serla también le encantó el salón de música. Sin embargo, se emocionó mucho más con el mobiliario francés y la exquisita colección de porcelana de Sévres. Lo que le sorprendió a