VII

1480 Words
Llegó la hora de la partida, cuando el lacayo abrió el carruaje, Sansón saltó y se adentró, todos echaron una risa luego entro Noemí, Eidel y Lord Derby. En otro carruaje viajarían Lancaster, Meldrum y Cristian. Sin embargo, Lancaster, estaba más serio que de costumbre, sus compañeros notaron un comportamiento extraño días atrás, pero consideraron inoportuno preguntar que era lo que pasaba. Éste ojiazul, estaba más exasperante que de costumbre, comenzaba a pensar en Sarah como un fastidio y sentía que se sofocaba cada vez que la tenía cerca, la única que le traía paz era Noemí con su simpleza y su personalidad.  Cuando llegaron a Wind Fall, Noemí se llenó de alegría, no creía que sería posible extrañar tanto un lugar. Eidel, observaba con detenimiento a su pupila y tuvo nostalgia de la noche a la mañana se había convertido en toda una mujer, y más de uno quería su compañía; dirigiendo su mirada hacia Meldrum y Lancaster. Por otro lado, Cristian estaba ansioso esperando el arribo del Barón Straford y de su hija. Parecía que cada uno estaba esperando que su sueño se haga realidad. Durante su estadía en Windfall, los invitados recorrieron el lugar, Lord Derby se encargó de mostrar las mejoras que hizo en sus tierras para el trabajo de los agricultores. Los caballeros por su parte hicieron diversas actividades entre juegos de azar y cabalgatas . Naturalmente Noemí no participo, sólo se limitó a pasear por los jardines. Una tarde, cuando estaba sentada cerca de un arroyo, decidió meter los pies dentro de este. —Sanson, vigila bien el lugar—dando una caricia al lomo de su fiel compañero, cuando de pronto percibió los pasos de un caballo, se asustó porque su padre le dijo que no fuera muy lejos, temiendo que sea él o su hermano trato de incorporarse, pero cayó hacía atrás torciéndose el tobillo. Seguido de un grito de dolor. Lancaster se percató de lo sucedido y bajo apresuradamente del caballo con dirección a la dama. Antes de que pudiera decir algo. Noemí con un temblor en la voz le dijo. —Excelencia, debe tener más cuidado. —Este Lady Blo.....Como supo que era yo— preguntó el caballero arqueando una ceja. —por su aroma y ahora que me contesta...Su voz — mientras se tocaba el tobillo. —Que hace aquí, estamos muy lejos de la casa —Pues verá, desde niña me encanta venir aquí—tomando aire— por favor, no le diga a nadie que me vio en este lugar —Sera nuestro secreto, pero con una condición —¿Cuál su excelencia? —Llámame Richard, por favor—con una amplia sonrisa. —Esta bien, su excelencia digo Richard este... pues...bueno... tu también puedes llamarme Noemí—ruborizándose— se hizo un silencio incomodo y luego ambos rieron— debo decirte algo... se avecina una tormenta, debemos darnos prisa, pero necesito tu ayuda para ponerme en pie. —Claro— respondió éste y la levanto como si fuera una pluma y la puso en el regazo del caballo «Es tan ligera y frágil »pensó. Ordenó a Sansón que los siguiese, toda esa escena era de lo más indecorosa, pero no importaba con tal de poner a salvo a Noemí, espoleó el caballo yendo en dirección a Wind Fall, mientras galopeaba Richard se sintió extasiado con el aroma de Noemí, olía a Jazmines y puso su nariz delicadamente sobre el cabello de ésta. Noemí giró de golpe y Richard detuvo el caballo, sus rostros estaban a un respingo de tocarse, no pudo contenerse más y la besó, cuando parecía que Noemí respondería a tal toque, Richard sintió una gota sobre su nariz, se apartó y siguió la marcha, no se dijeron mas nada. Eidel, tenía cara de preocupación, porque no encontraba por ningún lado a Noemí, hasta que finalmente entró cojeando seguida de Richard. Antes de que Eidel pudiera decir una palabra —No te preocupes, me torcí el tobillo no es nada serio—tomo aire—si no hubiera sido por Rich... Su excelencia, tal vez hubiera estado allí mucho más tiempo. — ¡Ay Dios Santo! Ven, te llevó a tu habitación—Eidel tomó del brazo a Noemí y se fueron con dirección a su recámara. Richard, no podía creer lo que había hecho, le robó su primer beso, a ese ser sublime y angelical aunque le costaba reconocer, albergaba sentimientos muy fuertes. —Richard, que te pasa— era Meldrum quién entró. —No nada, me quedé un poco preocupado por Lady Blow. —Que es lo que pasó—con tono preocupado, ahora él también. —Se torció el tobillo, y si no hubiera estado allí, seguramente no hubiera habido quien la auxiliara. —Entonces es una bendición que estuvieses allí—dándole una palmada en el hombro. Pero lo que Lancaster, no le dijo a su amigo es que la había besado, y que era una de las cosas más sublimes que había probado. Ya en su habitación, Noemí se recostó y espero que Eidel salga, mientras iba a buscar unas vendas y agua caliente para tratar la lesión. —Me beso—mordiéndose el labio —Mi primer beso... soy tan feliz— estrujando la almohada.   Por su parte, Richard estuvo ausente de la conversación con sus amigos «¿Por qué la había besado?», «¿Que significaba todo aquello» frotándose la cabeza —Desde que volviste de tu paseo, andas extraño— era Meldrum arqueando una ceja. —Impresiones tuyas—tomando un sorbo de brandy. Cristian, estaba más que embelesado con la hija del Barón Straford y los murmuros se hicieron presentes, aún no se la presentó a su hermana, estaba buscando la ocasión porque pensó que podrían hacerse buenas amigas. Durante la cena, Noemí bajo con cierto dolor, pero gracias a Eidel la hinchazón no trascendio a mayores. Richard quién se encontraba al frente de la mesa, miraba con detenimiento a Noemí, para disgusto de Meldrum, quién estaba convencido de que  pasó algo y al estar ausente unos cuantos días posiblemente se incrementaron lazos entre esos dos. Poco antes de la cena, Cristian presentó a Lady Bell, quién tuvo una conexión casi inmediata con Noemí, sabía que aquéllas damas podrían ser grandes amigas e incluso confidentes. Pasada la cena, cada uno de los presentes se retiró a su habitación. Sin embargo, Richard no pudo pegar el ojo en toda la noche, necesitaba sentir los labios de Noemí nuevamente, por lo que al día siguiente buscaría la forma de estar a solas con ella. Aquella mañana, el sol estaba radiante, Samantha tenía muchas ganas de conversar con Noemí por lo que ambas fueron con dirección al arroyo y se pusieron a chapuzar, mientras Sansón vigilaba el lugar. aquel noble animal, pese a su juventud era un leal compañero. —Noemi, te agradezco que quisieras caminar conmigo, debo confesar que nunca he podido hacer amigas...—suspirando. —Yo sólo tengo a Eidel, pero estoy muy contenta de que podamos ser amigas—sonriendo. —Sabes, admiro cómo eres, siempre tan risueña, pese a que no puedes ver. —La vista sólo es un sentido, no lo extraño porque jamás lo tuve. Pero soy feliz de poder escuchar, palpar e imaginar, me encantaría ir a un baile—Aspirando aire— posiblemente jamás lo haga. —Tonterías— le agarró de la mano—Mi cumpleaños está muy cerca, serás mi invitada especial— mientras la observaba toda sonriente. Aceptada la invitación siguieron conversando un poco más, pasado un momento escucharon pasos de caballo y Sansón subió las orejas, se trataba de Richard quién buscaba a Noemí y al no encontrarla en la mansión supuso que estaría en el arroyo y no se equivocó, para su desilusión no estaba sola, Lady Bell estaba con ella, sin embargo, aquella joven era muy perspicaz y rápidamente se dió cuenta que esos dos, necesitaban un momento. Por lo que se incorporó alisándose la falda. —Ahora vuelvo—le dijo a Noemí y asintió la cabeza para que Richard pudiera hablar dio unos cuantos pasos, pero no muy lejos, definitivamente era una imprudencia, pero era una romántica empedernida. —Richard, que haces aquí. —Te estaba buscando—mirando la delicadeza de su figura. Noemí, se sonrojo y bajo la cabeza, no sabía cómo reaccionar. —Creo que tenemos un asunto pendiente—suspirando. —Si? No recuerdo — con tono tímido. Noemí se incorporó muy apresuradamente, pese al dolor de su tobillo, porque sentía que la conversación se desviaba, además de que la respiración de Richard estaba demasiado cerca, cuando quiso dar un paso atrás éste la tomó por la cintura y la volvió a besar, perdía su voluntad con aquella dama; esta vez los labios de Noemí respondieron al movimiento y se perdió en ellos.
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