Las semanas pasaron y se volvió normal ver a Lancaster y Meldrum por la mansión de los Derby. Sin embargo, esa noticia no fue bien recibida por Lady Elliot que estaba determinada a alejar a Lancaster de Noemí.
Meldrum, cumplió su promesa trajo a un viejo conocido de su padre, que era instructor en el ejército, lo cierto es que tenía más experiencia en caballos que en perros, pero decidió echar una mano. Lord Derby, recibió a los caballeros y explicó al General Park la situación, éste asintió y se puso feliz de poder ayudar, era un hombre un poco rígido pero Noemí no tardó en ganárselo.
Comenzaron los entrenamientos y Sansón era muy indisciplinado, prefería los mimos a las órdenes. Noemí pensó que sería una tarea un tanto complicada, pero con el pasar de las semanas Sansón respondió a los estímulos por lo que su adiestramiento se hizo de forma exitosa, para alegría de todos. Sansón sería un apoyo incondicional, los ojos de Noemí ; si bien, era un perro joven la devoción que sentía sobre su ama era evidente.
El viejo General, incluso se ofreció a enseñar Geografía a Noemí con un método que se había ideado justamente para soldados que habían perdido la vista en alguna contienda bélica.
Por otra parte, Meldrum mostraba su alegría y satisfacción, el ser de ayuda y ver la sonrisa de Noemí lo hizo muy feliz. Sin embargo, sentía que no podía confesarle sus sentimientos, de alguna forma le tenía miedo al rechazo.
En cuanto, a Lord Derby y Cristian, éstos decidieron brindar ayuda a uno de los Hospicios que albergaba personas ciegas, era lo menos que podían hacer después de tener una hija con la misma condición.
Una noche, Lancaster, Derby y Meldrum asistieron a una velada. Sin embargo, Meldrum se sentía sofocado y no quitaba sus pensamientos de Noemí. No obstante, esa noche el chisme versaba sobre la situación de Lady Blow y las atenciones de dos caballeros de los cuales se desconocían sus nombres. Esto fue a parar a oídos de Cristian que tuvo que aguantar a más de una dama impertinente preguntar por la situación de su hermana.
Lancaster, particularmente esa noche estaba algo abstraído, le gustaba la idea de estar junto a Noemí, pero había un hecho que le daba vueltas la cabeza y no podía terminar de aceptar, que Noemí fuera ciega. Tomó una copa y se dirigió a los balcones, necesitaba aire y pensar en su próximo movimiento. Sin embargo, estuvo sólo poco tiempo debido a que Lady Elliot le seguía los pasos, una vez cerca de él lo jaló hacia una de las salas que estaba vacía, desapareciendo de la vista de todos.
—Acaso ya no me extrañas—colgándosele del cuello.
—No digas tonterías y la besó—pero rápidamente la apartó, si alguien los viera estarían en una situación poco conveniente y un compromiso sería inminente, cosa que le disgustaba en demasía.
—Ve a mi casa de soltero— acariciando su barbilla—márchate tú primero, yo te seguiré después— tal como se planeó, primero salió Lady Elliot quién simulaba que se arreglaba su tocado, para luego ser seguida por Lancaster.
Momentos después, Lancaster se reunió con sus amigos en el salón.
—Estas un poco extraño— dijo Cristian —Pasa algo—seguido de Meldrum.
—La verdad, no me siento bien, tengo un fuerte dolor de cabeza y prefiero retirarme.
—Actúas como una dama—bufo Cristian
—En está ocasión lo seré— y se despidió.
Meldrum, no veía con agrado lo que pasaba, conocía tan bien a su amigo, que juraría que algo escondía y lo más probable es que se tratase de un lío de faldas, Cristian no se inmutó porque había visto una joven muy hermosa y estaba esperando su turno para sacarla a bailar.
Lancaster, subió a su carruaje, con dirección a su casa de soltero, necesitaba las caricias de una mujer, porque pensar en Noemí lo estaba volviendo loco.
Cuando entró, el servicio ya sabía que hacer, Lady Elliot lo esperaba en la alcoba en una posición bastante seductora. Lancaster la miró, acercándose hasta que sus labios pudieran rozarse y comenzó a besarla muy apasionadamente, e hicieron el amor hasta casi el alba. Tal vez, de esa forma apartaría sus pensamientos de cierta dama.
Cuando despertó, quiso imaginar que era Noemí a la que tenía en a su lecho, pero era Lady Elliot quién se vestía muy apresuradamente y le dijo —Me molesta las atenciones que le brindas a esa ciega—refunfuñando.
—Son atenciones, simplemente... No pretenderás que este interesado en ella—con una mueca irónica.
—y porque hasta ahora no me has propuesto matrimonio— un tanto agitada
—Todavía es muy pronto, pero no dudes que lo haré—tocándole la barbilla, tal gesto puso muy feliz a Sarah.
—Debes marcharte, no es prudente que te vean aquí.
—No te preocupes, esperaré con ansias, nuestro próximo encuentro— guiñándole el ojo a su amante.
Lancaster, observó como se marchaba y exhaló, Sarah sólo le servía para calentar su lecho, lejos estaba de ser una mujer a la que pudiera amar; ella era todo lo contrario a la joven de ojos azules que se apoderaba de sus pensamientos.
Cristian, disfrutó tanto la noche anterior, que ansiaba ver aquella joven pelinegra de ojos oscuros que fue tan afable con él. Noemí, quién estaba al final del pasillo, se aproximó donde estaba su hermano quién estaba contemplando una pintura y lo agarró del hombro
—Cristian, ¿que haces?— éste abrió como platos sus ojos.
—Cada día me sorprendes más, como te diste cuenta que estaba aqui
—Por tu olor, Hermanito—sonriendo.
—Papá, me dijo que como la temporada llega a su fin nos marchamos a Wind fall— con cierta melancolía.
—Veo que te ha gustado mucho Londres— replicó Cristian.
—Así es, el ruido, el movimiento, el trino de las aves, la risa de la gente, todo es excitante—suspiro —además de que hice muy buenas amistades.
—Creo que padre olvidó mencionar un pequeño detalle, invitó a Lancaster, Meldrum, al General Park y a su esposa—con un brillo especial en sus ojos —a Lady Samantha Bell hija del Barón Straford— tomando aire.
—Presiento que tienes cierto interés en esa dama.
—No lo puedo negar, es muy delicada y bella.
—Cuanto me alegra escuchar eso—dando un suspiro —Sigo mi camino hoy es la clase de geografía y el General Park ha traído un globo terráqueo— tomo aire—vamos Sansón— y ambos se perdieron de la vista de Cristian.