VIII

1295 Words
Llegada la cena, Meldrum se acercó a Noemí, pregunto como seguía el tobillo, ésta respondió que se hallaba totalmente recuperada. De pronto apareció Cristian —¿Anthony? —Estoy aquí— poniéndose de pie —Necesito hablar contigo, por favor acompáñame al despacho— el marqués se paro y siguió a su amigo como le había solicitado. Noemí fue a uno de los balcones y se mantuvo apoyada pensando en los sucesos de días anteriores, todas esas emociones que experimentaba eran totalmente nuevas. Sin embargo, le preocupaba la reacción de su padre y hermano, así como si el cortejo era real o simplemente un pasaje momentáneo en su vida. Mientras olía el aroma que desprendían las flores por la noche, percibió unos pasos hasta que desaparecieron, sintiendo como unas manos rodeaban su cintura. —Todo el día, pensé en tí—aspirando el olor del cabello de Noemí. La peli castaña, no se movió, disfrutó aquel susurro que le daba el hombre que amaba, pensó que estaba en un sueño del cual no quería despertar por miedo a volver a la realidad y ser consciente de su situación. —Alguien, puede vernos—sin girar para sentir el aliento de aquel hombre que se volvió dueño de su corazón. A pesar de que Richard tenía sentimientos por Noemí, era incapaz de dejar de lado sus prejuicios y estos parecían​ que emergían como oleadas hubo días que no pudo pensar en otra cosa. Cristian y Anthony volvían y Richard inmediatamente tuvo que apartarse, colocándose a un lado de la dama. Eidel al poco tiempo también apareció junto con Sansón. —Noemi, tu padre me pide que bajemos a la sala de música quiere deleitar a sus invitados con tu interpretación. Noemí asintió la cabeza y la acompaño seguido de Cristian, fue en ese momento que Anthony agarró del brazo a Richard. —Mucho cuidado con lo que haces —No estoy haciendo nada, acaso no puedo brindar atenciones a una dama—zafándose de su agarré. —Tu sabes que no es cualquier dama. —No tienes que recalcarlo a cada minuto. Al estar en la sala de música, Lady Samantha se acercó a Richard. —Ayer, fui su cómplice al no decir nada, pero espero que las intenciones con mi amiga sean serias. —Lo son— dando unos pasos en el salón. Cristian miraba con recelo la escena, desde hace días, su amigo estaba raro y al verlo hablar con la mujer que le interesaba no podía contener su curiosidad. «Que es lo que no veo» pensó. Noemí, se colocó en el piano, cada tecla que tocaba era melodiosa, Anthony no hallaba la forma de transmitirle sus sentimientos, pensó que después de su interpretación podría hablar con ella porque cada minuto que pasaba se convertía en una intensa agonía. Al finalizar su interpretación, Anthony se aproximó pero antes de que pudiera dirigir palabra, Richard ya tomaba del brazo a Noemí quién estaba totalmente ruborizada. La acompañó a sentarse y no se aparto de ella en toda la velada. Para desilusión de Meldrum. Al irse todos a sus habitaciones, Richard caminaba de un lado al otro, necesitaba sentir la piel de aquella mujer, era una imprudencia lo que iba hacer pero salió con dirección al cuarto de la dama, llamó a la puerta y sin que Noemí pudiera responder se adentró. Sansón gruñó pero se calmó rápidamente al olfatear al individuo. Noemí estaba parada cerca a la ventana escuchando el silencio, Richard contempló aquella imagen que le pareció de lo más hermosa. Noemí llevaba una camisola de seda que dejaba entrever los atributos que poseía, más el cabello ondulado y suelto parecía toda una Diosa Venus. Su corazón latía tan fuerte que su pecho subía y bajaba, Noemí por otra parte, sentía que un calor recorría su piel, haciendo que su respiración se acelere. Richard dió unos pasos y aprisionó la cintura de esa mujer que lo estaba volviendo loco, luego empezó a propinarle unos cuantos besos en el cuello y a recorrer su piel de forma muy delicada. Para Noemí aquello era nuevo, pero delicioso quería seguir probando esas sensaciones prohibidas de las que Eidel nunca habló. La excitación de Richard era tal que la tomó en brazos y la tumbo a la cama, tratando de no apartar sus besos sobre esa delicada piel. Noemí sintió curiosidad y empezó a recorrer el pecho descubierto de su amado, cuando estaban inmersos en la pasión de esas caricias. Richard se detuvo, recordó las palabras de Anthony y Cristian «No es cualquier mujer» era cierto, ella era diferente y poseerla la arruinaría porque por él momento al no le interesaba el matrimonio, y no estaba seguro de sus sentimientos. —No puedo hacerlo—haciéndose a un lado. —No importa, porque​ se que me amas—Noemi tocando el rostro de Richard. Se hizo un silencio abrumador en la habitación, Richard dió una respuesta esquiva —Es muy tarde—le dió un beso en la frente—descansa y salio de la habitación. Noemí se tocó los labios y sonrió, por unos breves minutos se preocupó por la reacción de Richard, pero al ser como era rápidamente se disiparon y se dijo así misma «Se preocupa tanto por mí, que no quiere hacerme daño» colocando su cabeza sobre la almohada. Richard se agarró la cabeza «Estoy loco... Pero no pudo evitar pensar en tí Noemí, te deseo» entrando en su habitación. Los últimos días en Windfall más de uno se percató de la conexión entre Richard y Noemí. Anthony, quién paseaba por el jardín observó a Noemí rodeada de artefactos, se acercó con curiosidad. —Lady Noemí ¿Qué es lo que hace? —Estoy conociendo nuevos objetos—mientras los palpaba e investigaba. Anthony notó un brillo distinto en las facciones de la dama. —Te ves distinta— mirándola fijamente. Eidel se había alejado unos cuantos pasos. —Puedo contarle algo su excelencia—tomando aire— sé que es un buen amigo y lo ha demostrado todo este tiempo— manifestó Noemí con una sonrisa. Aquellas palabras ocasionaban un dolor en el pecho de Anthony, respiró — Claro cuentas conmigo. —Estoy enamorada—ruborizándose. Anthony bajo la mirada, lo estaban apuñalando, porque tuvo que escuchar esas palabras «¡Porque!» pensó. —¿Quién es el afortunado? Si gusta decírmelo— raspando su garganta. —Se trata de Lord Lancaster— con una sonrisa. Anthony apretó el puño «lo sabía» pensó —Pasa algo— preguntó Noemí con cierta incredulidad. —No nada, si me disculpa recordé que debo arreglar un asunto. Permiso— Eidel miró extrañada a Lord Meldrum quien se alejaba como si hubiera visto al demonio. —¿Paso algo Noemí? —Nada— siguiendo con sus objetos. Anthony fue en busca de Richard, quién se hallaba en las caballerizas, lo agarró de la solapa de la chaqueta. —Maldito —Que es lo que te pasa— dando un jalón a la mano que lo sostenía. —La sedujiste, ¿verdad?— frunciendo el ceño. —No hice, nada de eso— estoy interesado en ella y por lo visto no era el único— echando una mirada fulminante a Meldrum. —No te atrevas hacerle daño— dijo Meldrum. —No lo haré, y no interfieras en mis asuntos... Y si te preocupa Cristian y el Conde, hablaré con ellos a su tiempo— se subió al caballo y dejo parado a Meldrum, quién no se quedó conforme con esas palabras, Richard podía ser su amigo pero era bien sabido lo mujeriego que podía llegar a ser, y existía otro asunto que no dejaba de darle vueltas.. Lady Elliot.
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