Anthony se apartó lentamente de Noemí, puesto que minutos antes la ojiazul había roto el beso.
—No puedo hacer esto—contesto— muy a pesar de lo que pasa con Richard, mis sentimientos hacia él son sinceros y usted es su amigo— respiró— no debimos... no pudimos— ocultando el rostro.
Anthony, sentía como un puñal le atravesaba el corazón, la dama lo había rechazado una vez más. Cuando de pronto se escuchó una voz.
—Veo que cuidas muy bien mis intereses—era Richard quién veía con una mueca de disgusto lo que estaba sucediendo, se había puesto sulfúrico y tenía toda la intención de agarrarse a golpes con Anthony. No pudo contenerse y sujetó de la chaqueta a su amigo apartándolo de Noemí, quien no entendía que estaba pasando.
Anthony se zafo del agarre dando un tirón para atrás.
—Que es lo que te pasa— con tono colérico
Richard respondió— Estoy cansado de verte cerca de ella, siempre allí tan dispuesto. ¡Acaso no te quedó claro la primera vez! Ella tiene sentimientos por mí y yo por ella.
Noemí se quedó petrificada, por aquella discusión, sin embargo, se mantuvo en silencio porque aún estaba asimilando lo que pasaba a su alrededor, no podía simplemente marcharse debido a que su vestido estaba destrozado y aparecer en el salón de esa forma, no sólo generaría un escándalo también arruinaría el compromiso de su hermano. Tímidamente esbozó unas palabras para tratar de calmar a los caballeros porque de seguir así pronto serían escuchados por los invitados.
Antes de que Noemí aclarara su voz, Anthony se adelantó
—No es momento de pelear, estamos armando un escándalo sin razón, más bien deberíamos tratar de ponernos de acuerdo en algo—respirando— te sugiero que dejemos por un momento nuestras diferencias y ayudemos a Noemi a volver a la Mansión su traje está destrozado y si alguien lo nota, será un escándalo y se verá dañada su reputación — El pecho de Richard subía y bajaba por la rabia, pero Anthony tenía razón si era el caballero que proclamaba ser, debía de ayudar a la castaña y evitar habladurías ya habrá tiempo de arreglar las cosas— susurró.
Ambos se dirigieron a la Mansión y Richard fue por Samantha a la cual le susurró algo, ésta se disculpó con los invitados que conversaba y se alejó junto con Richard. Noemí y Anthony esperaban en una de las salas, ninguno dijo nada, rápidamente el Marqués sopeso la idea de rendirse y hacerse a un lado; no podía seguir permaneciendo allí, lo mejor sería salir de viaje y tal vez la distancia debilitaría lazos.
Noemí, ahora estaba más confundida que antes y más decepcionada de las personas, no quería ser una carga por lo que debía buscar la forma de valerse por sí misma.
Samantha abrió la puerta y sus ojos se pusieron en blanco al ver el vestido de Noemí.
—Noe que fue lo que pasó— con tono preocupado.
—Me caí al querer buscar el jardín— con tono tembloroso, sabía que mentir era lo mejor, porque luego vendrían las preguntas y por ende respuestas que no estaba dispuesta a dar.
—Vamos a mi recámara, llamaré a una doncella para que nos ayude— tomando el brazo de Noemí.
—Caballeros, gracias—volteando el rostro con dirección a Richard y Anthony.
Entretanto, Anthony también abandonaba la sala, sin embargo Richard no dejaría que se marchará sin darle una explicación.
—¿A dónde crees que vas?— dijo Richard.
—A disfrutar lo que queda de la velada— respondió Anthony.
—Tenemos todavía mucho que hablar.
Anthony puso los ojos en blanco, ya estaba cansado de ser el tercero en discordia y después del rechazo, sabía que retirarse era de caballeros.
—No hay nada de que hablar, no pasó nada. Noemí te ama y lo único que puedo desearte es que sean muy felices—respiro— no me interpondré más— abandonó la habitación dejando parado a Richard en el umbral.
Samantha, sacaba un vestido de mangas largas de su armario para entregárselo a Noemí era la única forma de cubrir sus rasguños, no estaba segura de lo que había pasando, pero seguramente tenia que ver con Richard a quien ya no veía como una buena influencia, consideraba que era hombre muy volátil que no tenía claro sus sentimientos y de ser así haría sufrir mucho a su amiga, era todo lo contrario a Anthony quien se mostraba constante y seguro.
No podía entrometerse y esperaba que su amiga más temprano que tarde se percatara que era un error estar enamorada de Richard, aunque ella misma había apoyado esos encuentros. Poco después de que Noemí bajó, Anthony se retiraba de la velada argumentado que tenía unos asuntos pendientes y debían tratarse con premura.
Richard se mantuvo al lado de Noemí para disgusto del Conde Lancaster que ahora más que nunca debía conseguir una mujer para su hijo. Cristian y Samantha recibían felicitaciones por su compromiso, decidieron casarse lo más rápido posible porque no hallaban sentido de permanecer separados por más tiempo.
Anthony mientras llegaba a su mansión no pudo evitar pensar en todo lo que pasó y decidió encerrarse en la biblioteca, caminó de un lado al otro hasta detenerse, tomó entre sus dedos un libro que trajo de uno de sus viajes para Noemí, contenía un método innovador para el aprendizaje de ciegos, que le sería de gran utilidad por esa hambre voraz de la castaña por seguir aprendiendo. Sin embargo, con lo sucedido esa noche estimaba que ya no habría oportunidad de entregarlo; lo devolvió a la mesa de la cual lo levantó. Se dirigió rumbo a la vitrina y sacó una botella de whisky, lo único que quería era beber, traía mal de amores y era de lo más frustrante «¿Qué tenía Richard, porque ella lo amaba tanto?» Mientras más pensaba, más colérico se ponía. Necesitaba, irse de viaje no tenia un destino fijo, pero mientras más lejos fuera mejor.