III

1110 Words
El ruido y los murmuros se hicieron estremecedores, Noemí comenzó a sentirse inquieta, por lo que considero que lo mejor era llenar de música la habitación, mientras los presentes seguían hablando. Noemí se puso de pie ante la mirada del Vizconde. —Si me disculpa, quisiera ir hacia el piano Lord Richard, la guío con dirección al instrumento, Noemí conocía muy bien la sala así que se abrió paso con ayuda de su bastón; al llegar al instrumento pidió al caballero que la ayudase a sentarse, y así lo hizo. Pretendía tocar una melodía que Eidel le enseñó. Richard, se asombro de la seguridad con la que Noemí se desenvolvía nadie pensaría que es ciega— se dijo asimismo. Cristian, veía a sus invitados y escuchaba atentamente lo que tenían que decir, no permitiría que nadie humillara a Noe. No obstante, tuvo que escuchar por segunda vez el comentario de Lady Elliot que definitivamente tenía una lengua viperina. —¿Una ciega puede tocar?— En tono mordaz seguido de una risa burlona. Definitivamente esa mujer era insufrible, algo que Cristian no estaba dispuesto a tolerar. —Lady Elliot, mi hermana es prodigiosa con el piano, no conocerá a otra persona que toque tan bien.... Al menos en esta sala. Ésta refunfuñó, y cerró la boca porque a decir verdad, ella jamás había sido una virtuosa en cuanto a interpretar instrumentos se refería. Cristian, se acercó a Noemí mientras que ésta se acomodaba para tocar el piano. —¿Qué tocarás hermanita? —Es una sorpresa Cris, no te haré quedar mal—sonriendo. La interpretación de Noemí fue brillante, el ritmo, la melodía todo acorde con el desenvolvimiento de la intérprete, cuando termino la interpretación varios caballeros y unas cuantas damas se acercaron a felicitarla incluyendo a Lord Anthony Scott, Marqués de Meldrum, quién toda la noche no se había inmutado, e incluso prefirió ver unos óleos que estar hablando con las damas presentes. —Lady Blow déjeme felicitarle—dándole un beso en la mano--su interpretación fue magnífica, el sentimiento puesto en ella sensacional Noemí, levantó la cabeza, y trato de buscar el rostro del caballero, lamentablemente sólo veía manchas y se aventuró a decirle. —Disculpe, mi Lord será que puedo tocar su rostro—con un tono avergonzado —Sera un placer—acercando su rostro a las manos de Noemí. —Gracias, ahora podré imaginarme cómo es usted. Mientras tanto, Richard observaba la escena con recelo, él la había visto primero y le pareció injusto que le haya pedido a Anthony tocarle el rostro, siendo que fue él, el primero en brindarle atenciones. —Pero ¿Por qué me preocupo? Sí no me interesa, yo mismo dije que sería una carga— en tono pensativo Lady Elliot, apretó los dientes por la rabia que la embargaba, quiso lanzar un grito al observar como Richard, brindaba atenciones a otra mujer y por supuesto no era ella. Anthony, ayudó a Noemí a incorporarse, la sujetó del brazo y la condujo hasta una butaca cercana, los movimientos de la ojiazul, generaron admiración en el joven Marqués, haciendo que sus ojos brillaran al observar la delicadeza de su andar. Eidel, vio con agrado las atenciones del joven Marqués, pero evito dar algún comentario; lo haría cuando acompañase a Noemí a su habitación. La velada, terminó y todos se retiraron a excepción de dos caballeros Lord Meldrum y Lord Lancaster ambos muy buenos amigos de Cristian, quienes al unísono solicitaron llevar de paseo a Lady Blow. Cristian abrió los ojos como platos y echó tremenda carcajada, sin embargo, después de un momento se tornó serio y taciturno. —Caballeros, recuerden que es mi hermana, con la que están solicitando realizar el paseo; no es cualquier mujer, así que mucho cuidado con sus pretensiones y más por su condición. Richard se aventuró a decir— No te preocupes, sólo es un paseo, además a tu hermana no le vendría mal tener una amistad como la nuestra—luego quedó en silencio y nuevamente los pensamientos hacia Lady Blow lo invadieron—porque que quería salir con la dama, si era ciega—dando un prolongado suspiro. En cambio Anthony, sólo expresó lo necesario, quería conocer a la dama y compartir tiempo con ella. Además por un breve minuto sintió que podía comprenderla. ------------- —Eidel, ¿Qué tal me comporte? Fui muy elocuente verdad?- buscando su mano. —Sí mi niña, lo hiciste muy bien y no tropezaste ni una vez— con una sonrisa en el rostro. —Conte muy bien los pasos, además pude distinguir a las personas por su olor—haciendo una mueca de burla— los dos caballeros que se acercaron olían muy bien, a jabón con crema de afeitar— haciendo una pausa—sin embargo, había una dama que lanzó unos comentarios mordaces, olía a rosas pero ese olor no le hacía honor debió de oler a hierba mala. Eidel soltó una carcajada —Noe, Qué son esos comentarios— cepillándole el cabello. —Es la verdad, sentí desdén en su forma de expresarse—encogiendo los hombros — para ser una dama, se expresa como una víbora, espero que Cristian no la invite—echando un suspiro— Eidel, necesito que me digas si crees que estuve muy bonita esta noche? —Eras la dama más bella del salón, me alegro tanto tu andar, tu seguridad, en fin muchas emociones para una noche, ahora duerme que mañana espera un gran día— acompañándola a la cama. Cristian, entre tanto se sentía inquieto, quiso ir a buscar a su padre y comentarle lo acaecido esa noche. Sin embargo, por la hora prefirió dejarlo descansar, ya mañana conversaría con él. Al día siguiente, cuando Cristian entró al comedor observo a su padre más recuperado y eso lo lleno de alegría esperaría que sirviesen el desayuno, y le comunicaría decirle noche anterior. —Padre, tengo que comunicarle algo— muy serio —Dime Cristian, que te inquieta. —Lancaster y Meldrum, quieren ir de paseo con Noe. —Ya veo, no tengo objeción, pero tú debes acompañarlos... tu hermana puede ser una mujer determinada en varios aspectos pero aún es ingenua e inexperta, no quisiera que se ilusione— tomando aire—ambos sabemos que es poco probable que llegué a casarse con su condición y el prejuicio de la sociedad—hizo una pausa y prosiguió—por más que tenga una considerable dote siempre se la considerara una discapacitada y por otro lado, debemos de protegerla de aquellos que quieran aprovecharse. —Entiendo padre, cuidaré de Noemí— y se levantó de la mesa.
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