La neblina no daba tregua impedía que los rayos del sol iluminen la habitación, Noemí así se sentía opacada y sin luz. Si bien, las palabras de Samantha sirvieron para reconfortarla todavía en su interior habían dudas y un nuevo sentimiento: temor.
Sabía que no podía permanecer toda su vida escondida en su recámara, debía afrontar sus sentimientos y sobre todo hablar con Richard, quién le debía una explicación y era justo que se la dé. Medito unos cuantos minutos antes de bajar, ese día se puso un vestido ligero porque pretendía pasar el resto del día en el jardín; cuando estuvo en el comedor Cristian y Lord Derby sonrieron ya que estuvieron muy preocupados por su repentino decaimiento.
—Papá.... Cristian no se levanten—al sentir como las sillas recorrían.
Lord Derby no dijo palabra, conocía a su hija y sabía que ella hablaría cuando estuviere preparada.
Cristian por su parte le tenía una sorpresa.
—Noe, iremos al hospicio ¿Qué te parece?
Noemí esbozó una sonrisa —Me parece espléndido — con tono nostálgico — ¿Cuándo iremos?
—Dentro de dos días— respondió Cristian.
—Muy bien— tratando de sonar animada.
El desayuno pasó sin altibajos, los mismos temas, las mismas discusiones aparentemente todo seguía igual. Noemí comprendió que ella había cambiado y la perspectiva de la vida que tenía hasta ese momento ya no era la misma. Tenia que trazarse nuevas metas, no quería seguir bajo las faldas de su padre. Un primer paso, sería ir al Hospicio y rodearse de personas con la misma condición, el segundo aunque fuera imprudente hablar con Richard y de ser necesario lo iría a buscar, ya no quería seguir con ese sentimiento de inseguridad a causa de las palabras de Lady Sarah. Noemí terminó de desayunar y se fue hacia los jardines, necesitaba aire y pasar tiempo con Sansón.
Olía la hierba, escuchaba a los pájaros todo eso la nutría de felicidad, no era justo esconderse de ese privilegio que le daba la naturaleza; por un momento imaginó que Richard aparecía y se sentaba junto a ella para robarle unos cuantos besos. Sin embargo, se llevó una desilusión al percatarse de que era Anthony quién se aproximaba.
—Noemi, ¿Cómo estás? — sentándose a su lado.
—Mucho mejor— sonriendo.
— Tu hermano me avisó que irían al Hospicio, quiero acompañarlos.
— Muchas gracias— Noemí buscaba las manos de Anthony para tomarlas, cuando lo hizo el ojiazul tuvo un atisbo de felicidad al sentir la piel de la dama sobre él. Pero también la observó con melancolía, ese roce era sólo de amigos, le disgustaba que ella no pudiere corresponderle, pero en el corazón no se manda . Frunció el ceño, pensando en Richard y lo canalla que se estaba comportando, si quería a la dama debía insistir, pero por el contrario optó por desaparecer.
Richard, no quiso ver a Noemí porque no sabía que sentía por ella y verla era como darle ilusiones, esas que tal vez no estaba dispuesto a dar. Prefirió beber antes de afrontar las consecuencias, una noche encerrado en su despacho llamaron a la puerta: era George, el mayordomo, que anunciaba la llegada de una dama y que ésta lo esperaba en la sala.
Richard arqueó una ceja y se levantó estaba muy borracho por lo que le costó mantenerse de pie. Una vez en la sala, la mujer pidió a su doncella que salga, y la muchacha bajo la mirada no quedándole más remedio que salir.
—Richard ¿Porqué no me has buscado?
Richard, no prestó mucha atención hasta que sus ojos se abrieron como platos, se trataba de Lady Sarah «Pero que hacía esa mujer allí» pensó.
—Creí que las cosas estaban claras entre los dos— agarrándose la frente.
—Oh Richard, no seas insensato, sé que me necesitas, además no me importa que veas a la ciega, digo a Lady Blow— echando una risita.
—Te dije que no me interesa, seguir contigo.
—Vamos Richard, yo se que me deseas— y se le colgó del cuello dándole un beso, aún principio el ojiazul se mostró renuente y frío, pero pronto sucumbió a la pasión y la hizo suya en aquella sala. Cuando despertó se encontró medio desnudo, no supo dar explicación a lo que había sucedido, pero pronto las imágenes y las caricias volvieron a su memoria, se apretó la frente, dándose cuenta que había vuelto a caer en las garras de Sarah.
Salió cómo una bestia enfurecida de la sala y se fue directo a su recámara no sin antes solicitar un baño, le urgía buscar una solución, porque se había prometido ir a ver a Noemí.
Entre tanto, Anthony fue a buscar a Richard de ser necesario lo forzaría para que responda a Noemí, aquella dama lo esperaba con ansias y éste lo único que hacía era beber.
George, recibió a Anthony y lo condujo hacia el despacho, mientras Richard pedía a su ayudante de cámara que aliste su ropa; una vez listo e informado sobre la visita de Lord Meldrum fue al encuentro.
—Oh amigo— con voz socarrona — Es un gusto tenerte en mi humilde morada.
—Basta de juegos — tomando aire— te advertí que no jugarás con los sentimientos de Noemí.
Una gota fría cayó de la mejilla de Richard « ¿Me descubrió?» pensó y antes de que pudiera pronunciar palabra. Anthony habló.
—No se lo que ocultas, pero ahora mismo iremos a la residencia del Conde y te comportarás como el caballero que eres.
Richard asintió seguido de una sensación de alivio; pidió a George que el carruaje este disponible, porque partirían inmediatamente.