XX

1185 Words
La obra estaba apunto de concluir, Anthony estuvo disperso durante toda la velada, el Almirante hizo uno que otro comentario, sin lograr que el ojiazul prestara atención a sus palabras, ya que sus ojos seguían puestos en Noemí y el caballero. Finalmente, la obra terminó seguida de una gran ovación, la impaciencia de Anthony estaba por acabar y antes de que el Almirante pudiera decirle algo, el Marqués se levantó con dirección a los pasillos, buscaba con desesperación a Noemí, quería hablar con ella, sus ansias lo impulsaban hacerlo. Abriéndose paso entre la multitud, echó un suspiro y con un andar acelerado llegó hasta donde se encontraba ella. Sabía que no era una buena forma de presentarse así de repente, cuando arribó a Francia dudó muchísimo en ir a verla, pese a que Cristian lo había alentado una vez más; pero después de observarla esa noche y sentir como la sangre le hervía de celos, hizo que cambiase de opinión y olvidase todo lo que pensó con anterioridad, apretando los puños y tratando de mantenerse calmado pronunció las primeras palabras. —Buenas noches, Noemí— dijo con voz grave. Noemí, giró lentamente esbozando una sonrisa. —Oh! Anthony tanto tiempo sin saber de ti, qué alegría escucharte— extendiendo su mano enguantada. Rápidamente el ojiazul le propinó un beso en el dorso de la muñeca para disgusto de Thomas. —Veo que no tengo el gusto— dijo Anthony, mientras posesionaba sus ojos en el rostro del caballero. —Disculpen— suspirando —El Doctor Thomas Richardson— quién hizo una leve inclinación con la cabeza — y Lord Anthony Scott, Marqués de Meldrum— quién también hizo una leve reverencia. Sin embargo, no le hizo mucha gracia conocer al caballero. —Un gusto— dijo Thomas estrechando la mano del Marqués. —Un americano— dando un suspiro—¿Qué lo trae por Francia?— dijo Anthony con un tono gruñón. —Estoy haciendo unas investigaciones sobre casos de ceguera en el Instituto Real para ciegos— con una sonrisa en los labios. — Espléndido— replicó Anthony, sin embargo, no podía ocultar su malestar y menos como el hombre seguía tomando el brazo de Noemí. —¿Por qué no me mandaste una nota, para avisarme que habías arribado a París?— replicó Noemí, al percibir el silencio abrumador que se hacía entre los dos caballeros. —Discúlpame, lo que pasa es que atendía unos negocios— tomando aire. Cuando estaba por proseguir su explicación, apareció el Almirante seguido de su esposa. —Lord Meldrum ¡Por fin lo encuentro, ha hecho que lo busque por todo el teatro— echando una carcajada. — Hmmm ya veo, porque desapareció, para encontrarse con una joven tan bella— refiriéndose a Noemí— yo también me habría escabullido— con tono burlón. —Querido, ¡Que son esas palabras!— respondió la esposa, quién se abanicaba tratando de ocultar la vergüenza por las palabras de su esposo. Noemí, escuchaba los comentarios y puso la mano sobre su boca para tratar de esconder su risa. Anthony blanqueó los ojos y exhaló aire, el Almirante lo había puesto en evidencia delante de Thomas quién ahora lo miraba con cierta intriga. Antes de que prosiguiera sus comentarios, Anthony presentó a Noemí y Thomas al Almirante y su esposa, después de unos minutos se percató que la dama era ciega. Sin embargo, no hizo ningún comentario porque pensó que seguramente ya tenía suficiente con que las personas le dieran su pésame por su condición. Estuvieron unos minutos más y Thomas acompañaría a Noemí a su residencia. Sin embargo, Anthony se apresuró a evitar dicha situación y al ver la proximidad de sus residencias decidieron compartir carruaje. Una vez, que se despidieron, Noemí le dijo. —Por favor, venga a visitarme— e ingreso a su residencia. Anthony sonrió ante sus palabras. La tarde siguiente, Noemí invitó a tomar el té a Anthony para alegría de Eidel. Anthony le comento su recorrido por Europa y lo que había visto, la ojiazul sonrió al escuchar esas palabras, lo que le permitía imaginar y viajar a esos lugares a través de sus sueños. Acabada la hora del té, decidieron dar un paseo por el jardín y después de se dirigieron a una banca para sentarse. Anthony no pudo evitar preguntar por el Dr Richardson. —Hace mucho que conoces a Thomas. — Lo conocí el mismo día que llegue, es muy gentil y se ha comportado conmigo muy bien— musitó Noemí con una sonrisa— Además, que me propuso llevarme a Boston para estudiar mi caso— tomando aire— pero yo no estoy segura de querer ir, deseo volver a Inglaterra y estar en compañía de mi padre— cuando repentinamente apareció Sansón saltando encima de Anthony. —Viejo amigo, veo que has crecido— mientras acariciaba su cabeza— Has cuidado bien de tu ama— Sansón movía la cola y lamía la mano del ojiazul. Rieron unos minutos y luego Sansón desapareció, porque fue llamado por la cocinera. —Noemi— tomando aire— la decisión es tuya— suspirando— pero hay algo que quiero decirte desde Londres y por cobarde jamás te lo dije. — Me estas asustando, ocurre algo— preguntó Noemí con cierto nerviosismo. — La verdad es que yo te amo— suspiró— lo he hecho desde que te vi por primera vez, cuando tocaste el piano...Entendí que te enamoraste de Richard y por eso me retiré— tomando aire— emprendí este viaje para tratar de olvidarte, sin embargo, al verte nuevamente comprendí que mis sentimientos siguen presentes— sentía que se sacaba un peso de encima al pronunciar esas palabras. Noemí se mantuvo en silencio y se quedó pensativa. —Anthony, yo nunca pensé en tí como hombre sino como un buen amigo— el Marqués estaba apunto de levantarse, ya no podía escuchar más... su rechazo lo hacía sufrir. Empero, antes de que pudiera marcharse Noemí lo sujetó de la chaqueta—Por favor no te marches— suspiro— no he terminado de hablar— Anthony volvió a sentarse y a perderse en ese rostro. — El beso que me diste aquella noche, fue tan tierno y medite mucho lo ocurrido desde ese día, pero estaba tan embelesada con Richard que no quise darme cuenta lo que mi corazón trataba de decirme. Sin embargo, también se qué tú y yo no somos iguales, porque yo no sé moverme en un mundo de videntes, ya que vivo en las tinieblas, nunca podre ser un apoyo para ti y no quiero que te juzguen y critiquen por escoger una mujer como yo— suspiro. —Noemi— sujetándola de las manos, a mi no me importa lo que la sociedad piense, me importa lo que tú pienses de mí— tomando aire— cuando estoy contigo soy mejor ser humano y gracias a tí comencé a ver la vida de otra forma— extendió la mano y recorrió el rostro de ella, acariciando sus labios hasta que la besó.
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